John Franklin Bardin
Almadía. México, 2012
253 pp
O la literatura le sacude a uno el alma o no es literatura. O sea, ¿por qué desgastarse en doscientas o trescientas páginas cuando para pasar un buen rato basta con ir al cine? Lo anterior no incluye sólo a autores de culto; vamos, que hasta Vargas Llosa ha conseguido conmover a alguien. Quiero decir, hay libros que lo dejan a uno pasmado y, al mismo tiempo que entretienen, cimbran la entraña. El percherón mortal cumple cabalmente el cometido literario: desestabilizar el sistema nervioso central.
Una historia que se lee de golpe y porrazo; en la que nada se sabe, nada se oye, que sembrará en uno preguntas del tipo «¿habré leído bien?», condenada a convertirse en la pieza fundamental de su biblioteca. Como en el caso de Horacio Quiroga, Bardin (1916-1981) escribió afectado por los padecimientos mentales de su madre y convirtió a la locura en el protagonista de una obra literaria comparable a la de Poe.
Relato de poderío narrativo, de tensión dramática y de humor –acidez– suficiente para no distraer a nadie, El percherón mortal contiene los ingredientes de toda historia magnífica y si usted no la lee cometerá el que podríamos llamar el peor de sus fracasos.