La base de la pirámide (BdP) es un mercado conformado por 4 mil millones de personas en todo el mundo, que dispone de menos de $1, 500 dólares anuales. Los modelos de negocio dirigidos a este sector han sido reconocidos mundialmente y hoy se replican en diversos países. Cabe destacar que su desarrollo no depende de donativos ni proyectos libres de ganancia. La naturaleza social de los negocios en la BdP no impide que éstos sean rentables, al contrario, su objetivo es generar utilidades que generen retorno de inversión y sean capaces de entregar buenos resultados, con el fin de llevar a una comunidad a ser autosuficiente y mejorar su calidad de vida.
No hay edad para comenzar a soñar, ni para iniciar un negocio o convertirse en emprendedor social. Nadie más que Ellen Dorsch lo sabe. Con 60 ayeres en su vida, y tras una sólida carrera como consultora en el sector salud, instauró una premisa que debiera ser mantra para todo proyecto empresarial: «si vas a entrar en el mundo de los negocios, debe ser para generar riqueza… pero si de verdad vas a entrar en el mundo de los negocios, que sea con uno que cambie el mundo».
Debido a su trabajo, Dorsch viajó a Etiopía en varias ocasiones y atestiguó la cruda realidad que permea en el continente negro. Allí observó la miseria de la gente, especialmente de las mujeres, quienes no sólo sufrían las carencias propias del lugar, sino también las vejaciones de su cultura.
Procedente de una trayectoria con profundo sentido humano, Ellen vio una inestimable oportunidad en aquel paradigma: apoyar a estas mujeres, crear un negocio y con ello riqueza. A través de una alianza con Menbere Alemayehu, propietaria de un tienda de ropa típica en Etiopía, Ellen reconoció la oportunidad de exportar a América aquella mercancía, que incluía tejidos a mano, almohadas, tapices, caminos de mesa, tapetes, chales, bufandas y bolsos de mano, entre otros productos.
Hoy, el modelo de negocios de Creative Women, empresa que Ellen y Menbere iniciaron, incluye proveedores de Etiopía, Swazilandia, Afganistán, Senegal, Mali, Bolivia y Perú. Operan con mujeres artesanas dedicadas a la actividad textil bajo un esquema de comercio justo, diferente al comercio convencional: justicia social, precios equitativos para los proveedores (casi siempre de entornos rurales) y productos respetuosos de la naturaleza. Ellen Dorsch es una emprendedora social, quien, a sus sesenta años, supo hacer realidad un sueño bajo parámetros de sustentabilidad.
SER SUSTENTABLE IMPLICA SER RENTABLE
Sustentabilidad es una palabra muy de moda y en boca de muchos pero que pocos comprenden. Podrían citarse muchas definiciones académicas pero, en sentido práctico, un proyecto sustentable es aquel capaz de entregar buenos resultados en los aspectos medioambiental, social y económico. Este último es el más complejo de conseguir.
Desarrollar un proyecto social no significa realizar un esquema de bajos recursos o sin ganancia. Si esto ocurriera, todas las empresas sociales ya habrían quebrado desde hace muchos años, incluyendo modelos tan renombrados como el Grameen Bank, institución bancaria que le valiera el Premio Nobel a Muhammad Yunus, quien quizá podría denominarse el padre de este tipo de negocios. Yunus arrebató de las manos de los usureros indios el sistema de préstamos y generó un banco netamente social al desarrollar el concepto de los microcréditos.
Años después, en alianza con Danone, logró ofrecer a los niños de la India un yogurt con nutrimentos esenciales a un precio bajísimo; no había lucro, todas las ganancias se reinvertían en la empresa y su proyecto. No contento con estos logros, hizo lo mismo con Adidas para ofrecer calzado de 1 euro para la base de la pirámide (BdP) en India. La BdP es un mercado formado por 4 mil millones de personas en todo el mundo que disponen de menos de mil 500 dólares al año. Los modelos de Yunus han sido reconocidos globalmente y replicados en muchos países a diferentes escalas.
Como puede apreciarse, en ninguno de los proyectos citados se menciona el concepto de gratuidad, lo que significa que si bien los negocios sociales son altamente benéficos para la sociedad, es imprescindible que sean rentables, de lo contrario no serán sustentables. Es común que entre algunos entrepeneurs sociales, el sólo concepto de obtener ganancias de un proyecto cause comezón a sus creadores. Frases como «Lo hacemos por el bien de la comunidad» o «Con que logremos salvar a una persona es suficiente» son comunes en estos foros. Comunes pero no sustentables.
La sustentabilidad es un tripié y cuando una de sus patas no está bien cimentada, entonces todo el proyecto se tambalea y cae. Si un proyecto es claramente respetuoso con el medio ambiente y está perfectamente enfocado a la base de la pirámide pero no cumple con lineamientos claros de retorno de inversión (ROI), está condenado al fracaso… por más escozor que esto pueda causar.
El «Tata Nano», originario de la India y conocido como el auto más barato del mundo. Es una gigantesca oportunidad para la base de la pirámide global y muchas empresas están a punto de aprovecharla en distintos países, incluyendo, por supuesto, Latinoamérica, donde FIAT parece estar muy interesado en fungir como distribuidor en el negocio. El automóvil más económico del mundo, dirigido netamente a la BdP, es un proyecto que puede ser social en su génesis y sin embargo, tiene un potencial enorme de ganancias.
Una empresa social puede beneficiar a sus colaboradores y aún a sus shareholders,[i] sin embargo, en su objeto aplaca fuertes necesidades de la sociedad en la que se desenvuelve. Su lógica no encaja en el paradigma de las empresas públicas ni en el de las empresas privadas, mucho menos en el de las organizaciones no gubernamentales (ONGs).
Los emprendimientos sociales son distintos de los comerciales porque un objetivo social o medioambiental se encuentra en el centro de sus operaciones, pero el resto de sus características son prácticamente idénticas. Starbucks es una empresa tradicional y no obstante, su cadena de suministro tiene fuertes características de corte social, al utilizar como proveedores a comunidades que fomentan el cuidado al medio ambiente y detonan beneficios a su grupo social.
Adicionalmente, Starbucks anunció que para 2015 toda su cadena de producción será de «comercio justo». De esta manera, los proyectos sociales que involucran a la BdP, no la contemplan como un ente meramente consumidor; también como proveedor o incluso distribuidor. Sus negocios no tienen absolutamente nada que ver con proyectos de gratuidad o libres de ganancias; aunque éstas pueden reinvertirse en el objeto social de la organización y generar así una empresa social. Cuando un emprendedor arranca una empresa únicamente por el beneficio de las personas, estamos ante un rotundo fracaso.
Ninguna organización, por noble que sea, ha logrado soportar los embates de la realidad, de las nóminas, de la pátina del tiempo, del desgaste económico nacional y mundial. Entre más social sea el proyecto, más debe tener en cuenta la rentabilidad. La razón es obvia: la única ayuda que puede perpetuarse es aquella que puede sostenerse.