Hace tres años trabaja conmigo una colaboradora con diversos talentos muy claros. Conoce bien a la empresa, a nuestros clientes y a los inversionistas. Muchas veces ha sacado a la empresa de diversos apuros y demostrado su lealtad y dedicación.
Queda vacante la dirección de un área para la que podría ser candidata, pero no es querida por sus colegas, otros directores no siempre la toman en cuenta y le falta sentido común en ciertos casos. Me parece injusto no darle esa oportunidad pero temo que no se adapte, no sepa orientar a su equipo o genere enemistades.
Los asesores sugieren
1 «Dios tiene sangre de torero», decía un buen teólogo conocido mío pensando sin duda en los riesgos que tiene que correr si de verdad quiere salvarnos a todos. La colaboradora en cuestión tiene cualidades excelentes, experiencia, lealtad a la camiseta, laboriosidad, es confiable, etcétera. Una persona así podría despertar fácilmente reacciones de rechazo en algunos de sus colaboradores que no estuvieran a su altura, lo que explica que algunos no la quieran. Los directores no tienen que tomarla en cuenta hasta que la tengan como otra directora más y deban trabajar en conjunto con ella. Por otro lado, podríamos estar ante la ilustración del clásico principio de Peter, que afirma que las personas que realizan bien su trabajo son promocionadas a puestos de mayor responsabilidad, hasta que alcanzan su nivel de incompetencia. Pero si Dios tiene sangre de torero, correr algún riesgo así de pequeño, a cambio de conseguir darle un buen empujón a la empresa, pienso que vale la pena. Se podría pensar además en una preparación y un acompañamiento durante la primera etapa, como suele hacerse.
Armando Reygadas
Abogado especialista en Ética de Empresa
2 Lo primero que hay que distinguir es el bien para la empresa, el perfil necesario para un puesto no está en función de si les cae bien a los demás colegas. También es importante no tener prejuicios o hacer presuposiciones, por ejemplo, temer de su adaptación o de su incapacidad para dirigir el equipo antes de que de facto lo haga. No existe la persona perfecta para determinado puesto, todos tenemos fortalezas y áreas de oportunidad; si los talentos de esta colaboradora son más valiosos que sus aspectos a mejorar, la empresa podría considerar ayudarle a mejorar con capacitación o con coaching. Los buenos cuadros se suelen desarrollar internamente trabajando sobre sus aspectos técnicos y sus aspectos personales; la empresa y sus jefes tienen una responsabilidad importante al respecto. Aunque no es necesario caerle bien a todos los colegas, sí es importante conocer las causas de por qué no es querida por ellos.
Rodrigo Villaurrutia
Profesor de Ética de la Empresa