Hannah Tinti
Anagrama. Barcelona, 2010
356 págs.
El «México profundo», decimos, cuando hablamos de esa realidad nacional donde pocos hemos puesto un pie, pero que es el día a día –dolorosa zozobra cotidiana– de millones de personas. El buen ladrón retrata la Unión Americana profunda, de principios del siglo XX, donde algunos sobreviven robando cadáveres de las tumbas para después venderlos en los hospitales.
Hannah Tinti (Salem, Massachussetts) cuenta, ¡y cómo cuenta!, la historia de Ren, un niño huérfano y manco, al que la «casualidad» hace encontrar con Benjamín, el hombre que lo adopta y le impone una dura manera de vivir. Pero Ren, un niño con formación católica, sabe dos cosas con toda claridad: robar es malo y también, un primer paso para cometer otros pecados. Así que, dentro del caos que habita, se esforzará de veras por enderezar lo torcido.
Tinti, nacida en Salem, honra el tener por cuna una ciudad ligada a la magia; su novela, la primera para ser precisos, hechiza con encantamientos clásicos: ficción de la mejor calidad tejida con sucesos atractivos y reales que resultan en una magnífica, inteligente y sólida narración.
