¿Antídotos contra la violencia?

Ante la violencia creciente en nuestro país, cada día se alzan más voces que piden legalizar el consumo de drogas para disminuir la batalla por el poder y el dinero del negocio ilícito. Pero el problema no es de fácil solución para México ni para ningún otro país. Se trata un monstruo con varias cabezas que requieren tratamientos distintos.
¿Qué ventajas y desventajas traería legalizar las drogas en México?
Quienes hablan de legalización buscan eliminar el aspecto de la delincuencia que trae armas, corrupción y violencia. Al no haber mecanismos legales para dirimir conflictos, las controversias se resuelven mediante el asesinato y se piensa que al anular las descomunales ganancias que genera, por ejemplo, el tráfico de la mariguana, se resolverían también otros problemas de corrupción y lavado de dinero. Es muy probable que tuviera un efecto, pero no olvidemos que legalizar incrementaría sin duda también el consumo de esa y otras drogas y crecerían los problemas de salud. Son dos dimensiones diferentes que a veces se confunden.
¿Alguien ha propuesto legalizar todas las drogas?
Nadie, en ningún país del mundo ha mencionado legalizar drogas como la heroína y la cocaína por los graves daños que ocasionan a la salud y a toda la sociedad. Por otro lado, las leyes internacionales, a las que se ha adherido prácticamente todo el mundo –con lo que se convierten en leyes nacionales–, no aprueban la legalización.
¿Sería una solución que se legalizaran en todo el mundo?
La única forma viable de legalizar es que ocurra en todo el mundo; atendería una parte del problema, esto es, la violencia derivada del enfrentamiento entre grupos del crimen organizado por los mercados ilegales y la que se deriva de actividades de los adictos para procurarse la droga en un mercado ilegal, pero tendría también costos importantes para la salud y el desarrollo. Se incrementarían, por ejemplo, problemas asociados con un creciente consumo como enfermedades crónicas, deserción escolar, lesiones por accidentes y riñas durante la intoxicación o costos de tratamiento para los adictos.
Por el momento la mejor aproximación es el control de la demanda mediante la prevención, el tratamiento, las medidas de reducción de riesgos (como intercambiar jeringas usadas por nuevas a quienes se inyectan drogas para prevenir VIH) y las políticas de desarrollo social. Es importante considerar que siempre existirán las drogas,  cuando se controla una sustancia, aparecen en el mercado nuevas opciones, por ejemplo las drogas «de diseño» que se fabrican a partir de productos químicos; el camino sigue abierto a muchas posibilidades.
Pero, aclaremos, el delito y la violencia asociadas con el tráfico y el crimen organizado son un problema (oferta); y otro, la demanda y el crimen asociado con ella, es decir los delitos que cometen las personas que han desarrollado dependencia para procurarse las sustancias; dos problemas diferentes que requieren resolverse de forma también distinta, además de que se presentan con matices diferentes.
Hay países que tienen un elevado número de usuarios y de crimen relacionado con el consumo y obtención de las drogas, pero en cambio, bajo nivel de tráfico y violencia relacionada con éste. Otros, con consumo elevado y ambos tipos de criminalidad y otros más con bajos niveles de consumo y de crimen relacionado con él, pero elevados niveles de delito y violencia relacionada con el tráfico, que es el caso de México.
La legalización disminuiría el crimen relacionado con el control de la oferta de drogas, pero no afectaría el que se deriva de otras actividades de estos grupos como la explotación, la extorsión o el secuestro; disminuiría también en parte el delito relacionado con el consumo; se dejaría de cometer para adquirir las sustancias si fueran legales, pero se mantendría el relacionado con conductas violentas facilitadas por estados de intoxicación como ocurre con el alcohol.
Los problemas son amplios en México porque comparte frontera con el mercado de drogas más grande del mundo, esto involucra armas y dinero; la mayor parte de la cocaína que se produce en la región andina va a Estados Unidos y pasa por México. También somos, junto con Colombia, Afganistán y Myanmar, productores de heroína y se producen en nuestro territorio meta-anfetaminas lo que nos convierte en país productor y de tráfico.
¿Qué ocurriría si se legalizara sólo la mariguana?
La marihuana es la principal droga de abuso en todo el mundo, representa 85% del consumo; pero en México abunda también la cocaína, hasta 2008, fecha de nuestra última encuesta nacional de hogares teníamos dos usuarios de mariguana por cada uno de cocaína, además de que los usuarios de cocaína empiezan a edad muy temprana. En Holanda hay 16 usuarios de mariguana por cada uno de cocaína. Legalizar la mariguana no nos resuelve el problema por el elevado consumo de otras substancias.
Y, entonces… ¿sólo prohibición?
Un programa de libre mercado sería absurdo, por el increíble daño que ocasionaría a la salud, pero entre los extremos de prohibición y libre mercado hay opciones intermedias que podrían balancear costos de las políticas públicas entre los puntos de vista de la salud y los de la procuración de justicia.
En diferentes países se han ensayado alternativas que incluyen la despenalización, que significa que se mantiene el antecedente penal pero se proponen penas administrativas en vez de cárcel o la descriminalización, situación que elimina incluso los antecedentes penales.
En otros casos se adopta una legalización de facto para ciertas drogas. Se permiten sin haberlas legalizado; por ejemplo, el estado de Alaska u Holanda, que permite el consumo de mariguana en ciertos lugares y establecimientos, pero mantiene la prohibición para otras sustancias y determinados elementos de la cadena de la mariguana. España también cuenta con un régimen flexible. Estos países han invertido grandes cantidades en prevención y tratamiento.
México, con una legislación avanzada, siempre ha considerado al adicto un enfermo, no un criminal. El consumo no está penado (en algunos países sí), la gente puede portar pequeñas cantidades para uso personal e inmediato, pero la venta, distribución y producción sí lo están. Se ha incrementado la oferta de prevención y tratamiento.

¿Se conocen las consecuencias que trae la permisividad?
La evidencia muestra la relación entre mayor tolerancia (permisividad) y consumo, conforme disminuye la percepción de riesgo asociada al consumo de una sustancia, la proporción de personas que experimentan y continúan usándola, aumenta. Pero median también otros factores; una prevención efectiva puede limitar el uso a pesar de que la sustancia esté disponible, por ejemplo, los jóvenes en Holanda no tienen los niveles más altos de consumo de Europa, a pesar de que hay más permisividad.
¿Qué soluciones podrían servir en México?
Hay otras opciones como apostarle a la prevención, crear tratamientos que varían mucho dependiendo del tipo de sustancia y canalizar a las personas de acuerdo a sus características y necesidades. Otra es promover el desarrollo social proporcionando alternativas a los jóvenes de zonas productoras y de comunidades urbanas marginadas.
Por ejemplo, en el caso de la heroína hay medicamentos de sustitución que permiten ayudar a los adictos y evitar que recurran al mercado ilegal, lo que se sabe reduce el crimen en las calles. Si se lograra una cobertura universal con el tratamiento se acabaría la oferta al tener el control del mercado, pero en realidad se trata de una situación utópica, ya que no se cuenta con drogas de sustitución para todas las substancias de abuso ni es el tratamiento indicado ni preferido por todos los usuarios.
La drogadicción es una enfermedad y, ciertamente, la cárcel no es solución. Con esta premisa propondríamos, no un libre mercado, pero sí «descriminalización», dejar de tipificarla como delito.
La «despenalización» es igual pero se establece registro de antecedentes penales. La cárcel sólo cuando un adicto, además del consumo, comete delitos graves; para estos casos, deberán establecerse programas de tratamiento en las cárceles.
Algunos regímenes han encontrado soluciones interesantes sin recurrir a la legalización. Portugal descriminalizó el consumo y los individuos detenidos con una cantidad superior al consumo personal son canalizados a instituciones en donde evalúan su condición y refieren a la persona al tipo de ayuda que requiere. Desde luego Portugal no es un país productor ni tiene las mismas condiciones que México, pero han logrado disminuir la demanda. Colombia ha logrado disminuir considerablemente su producción de heroína y cocaína, controlar la violencia y encontrar soluciones que hacen más seguras las ciudades sin legalizar las drogas.

¿Es menos grave el consumo de mariguana que el de la cocaína?
Hay diferencias en el daño potencial de las diferentes drogas y su potencial adictivo, la mariguana produce alteraciones en la percepción del tiempo y la distancia, lo que motiva accidentes, aunque no tantos como los que genera el alcohol porque el consumo es menor, pero sí hay ese riesgo. Por otro lado, provoca disminución en las funciones cognitivas, sobre todo en la memoria reciente por eso se asocia con el fracaso escolar.
Su consumo frecuente está asociado con psicosis tóxicas y con la depresión y un síndrome amotivacional en personas que la usan muchos años. No es una droga inocua pero tampoco ocasiona gran cantidad de muertes, se dan muchas más con el alcohol.
Sólo 7% de quienes beben alcohol se vuelven dependientes y una tercera parte de los que beben tienen problemas, principalmente por beber grandes cantidades por ocasión de consumo. El abuso del alcohol ocasiona mucho daño a la propia persona y a los otros, se asocia con conducta violenta y accidentes. Se dice que el alcohol es la droga que más daño causa.
Desde el punto de vista del daño que provocan las drogas al individuo siguen este orden: heroína, crack, metanfetaminas y mariguana, aunque, repito, no es inocua.
¿Es alto el porcentaje de adictos que se convierten en criminales?
La relación entre uso y delito se da también en dos vertientes: conductas ilícitas que comete un adicto para procurarse las drogas y la participación en el narcomenudeo que suele ser un medio que usan para procurarse las sustancias. Si han desarrollado dependencia y no tienen recursos, empiezan por robar en su casa y escalan esta conducta poco a poco.
Cuando una persona es adicta pierde la libertad, esa enfermedad impide discernir, no puede optar, tiene que consumir la droga que su cuerpo reclama y es capaz de cualquier cosa para conseguirla, y entre más fuerte es la dependencia, más lejos puede llegar.
En el caso de la heroína es muy claro: quienes han acostumbrado a su organismo a cierta cantidad de droga y disminuyen esa dosis, sufren dolores graves, afirman que les duelen el pelo y las yemas de los dedos, los ataca una terrible desesperación por conseguir la droga para quitarse esas sensaciones. Ante la abstinencia, reacciona todo el organismo y la persona, como ya perdió libertad para decidir, hace muchas cosas que en condiciones normales no haría.
¿Qué porcentaje de adictos en México tiene acceso a tratamiento?
Cuando se hizo la última medición, la encuesta nacional en 2008, estaba en proceso la creación de los centros de tratamiento; entonces sólo uno de cada cinco adictos llegaba a tratamiento incluyendo, la dependencia al alcohol, que es el trastorno que lleva el mayor rezago en el tratamiento porque la gente no acepta que tiene un problema.
Ahora está en proceso una nueva medición para saber si la estrategia de prevención y la nueva oferta de tratamiento que forman parte de la política de reducción de la demanda de este gobierno, han incrementado la proporción de personas que se atienden. Sabemos que en la ciudad de México, que cuenta con mayor oferta para el tratamiento, la proporción de jóvenes que optan por él, es mayor que en otras entidades.
¿Las adicciones se pueden curar o sólo controlar?
Se controlan con el mismo nivel de éxito que ofrece el tratamiento para la diabetes o la hipertensión; son enfermedades que requieren tiempo para establecerse y también para superarse; mientras menos grave sea la dependencia, menos lenta es la recuperación. Por ejemplo, una persona con veinte años de adicción necesita más o menos nueve años para recuperarse. Con tratamiento se logra una buena calidad de vida, pero el problema permanece. Es un error pretender definir como tratamiento exitoso el que logra que las personas nunca recaigan, exitoso es más bien aquél que logra que haya menos recaídas y que los periodos de abstinencia sean más amplios conforme avanza la recuperación.
¿Es muy caro el tratamiento?
Los servicios públicos son amplios y están subsidiados, además sobran ejemplos de personas que se han rehabilitado en grupos de autoayuda, pero lo mejor es cuando éstos se combinan con tratamiento profesional. La actual administración incorporó el tratamiento a las adicciones en el Seguro Popular y también hay programas para cuando una persona dependiente padece depresión o algún trastorno emocional. Hay avances para encontrar tratamientos alternativos que incluyen medicamentos contra la adicción, substancias que se ha comprobado que disminuyen el deseo por el consumo y a algunas personas les funcionan bien, aunque la mayor parte de los tratamientos se dan hoy sin medicamentos. Los tratamientos privados sí suelen ser caros.
Recuadro
¿CONVIENE LIBERAR LA VENTA DE DROGAS?
El debate sobre la liberalización de las drogas blandas parte del argumento de que el comercio ilegal se restringirá a través del mecanismo del mercado y su libre competencia.
De cárteles indeseables a respetables trasnacionales
•    En realidad, será únicamente un cambio de nomenclatura: de tráfico ilegal de drogas a comercialización y distribución de drogas o, para eliminar el concepto peyorativo, de «productos biofarmacéuticos»; los ahora narcotraficantes serán «respetables hombres de negocios», productores, distribuidores y comercializadores, pero los drogadictos no dejarán de ser drogadictos.
•    La corrupción en esa área desaparecerá también por la magia de la semántica; los narcopolíticos, el narcoejército y todos sus secuaces pasarán al lado de la legalidad.
Clientes cautivos en un mercado libre
•    Una socorrida falacia es que aumentará la recaudación fiscal y el gobierno tendrá nuevos contribuyentes, pero a pesar de ello, el gasto público no disminuirá, pues será necesario incrementar el gasto en salud pública.
•    Las drogas generan placer y dependencia, y la adicción imprime otra lógica en el comportamiento del mercado y en el proceso de negociación. Cuando el producto que se libera genera adicción, el proceso de negociación se invierte a favor del oferente, dada la cautividad psíquica o física del consumidor.
•    Las nuevas empresas «biofarmacéuticas» serán rentables, eficientes, productivas y tendrán un mercado cautivo (dada la dependencia generada) con condiciones de negociación sumamente ventajosas.
•    Poderes monopólicos u oligopólicos pueden impedir, como en otros rubros, la caída de la rentabilidad del negocio y mantener los precios altos.

Demanda: experimentar y consumir
•    Cuando existe una actitud favorable hacia el uso de drogas, la probabilidad de experimentarlas depende de la percepción de control; es decir, de la confianza del adolescente sobre sus habilidades para obtener la sustancia.
•    En un entorno donde es legal producir, distribuir y consumir drogas, el riesgo es menor; en consecuencia, los adolescentes se sentirán más confiados para enfrentarlo, lo que sin duda reforzará el consumo de drogas.
•    En palabras de un drogadicto recuperado, «la mariguana es la puerta de entrada a drogas más fuertes». La legalización de las drogas blandas representaría el acceso al consumo de drogas duras, generando mercado y garantizando su rentabilidad.
Oferta continua, creciente y altamente rentable
•    Surgirán poderosas multinacionales de la droga que harán jugosas contribuciones al fisco de los gobiernos y veremos procesos de fusiones y adquisiciones.
•    Por sus utilidades, la nueva rama de la «industria farmacéutica» estará entre las principales del mundo. Pero el problema de la drogadicción sufrirá una especie de metástasis y se extenderá hacia otros sectores de la población.
•    La mercadotecnia y la publicidad se enfocarán a captar nuevos consumidores, con la enorme ventaja de que generarán adicción, con un grado psíquico y físico de mayor dependencia.
¿Qué podemos esperar del mercado?
•    El mercado no quedará exento de prácticas comerciales distorsionadas, como actualmente la venta de bebidas alcohólicas o inhalantes a menores de edad. Tampoco evitará el uso y abuso de drogas.
•    La rentabilidad no disminuirá necesariamente, la adicción del consumidor es garantía de poder de mercado.
•    Los drogadictos que queden fuera del mercado por carecer de recursos buscarán satisfacer su dependencia y recurrir a la violencia será la constante.
•    La dimensión del problema quizá no será entre mafias, pero sí entre drogadictos, comercializadores y distribuidores.
Ideas extraídas del artículo de Nora Ampudia publicado en istmo 266.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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