Michel Vanier
El cuerno de la abundancia.
Barcelona, 2011.
193 págs.
De las sustancias adictivas, sólo el café ha conseguido escapar a la garra de lo políticamente correcto y los puristas morales. Perseguido hasta su derrota, el cigarro claudicó y el alcohol pronto podría volver al reducto de la prohibición. Pero no el café.
Inscrito en una dinastía de cuatro generaciones de cafetaleros franceses, Michel Vanier vierte los tesoros familiares y personales en un libro que consigue los mismos efectos que una taza de café por la mañana: aviva el alma y despierta la mente.
El obsequio de Vanier arranca con un breve estudio botánico de la planta e incluye un anecdotario de la empresa familiar. Por supuesto, abarca la historia de la bebida, un catálogo de curiosidades a su alrededor (¿sabía usted que el tostador de manivela o de bola surgió para evitar que los granos se pegaran a la sartén en la que eran tostados?) y consejos para disfrutarla.
En fin, que el título no puede sentarle mejor a esta pieza; deléitese en su lectura y hágalo mientras se bebe un buen café, sin azúcar, porque el buen café (permítame el atrevimiento de aconsejarle) no la necesita y el malo, no la merece.
