Origen desconocido. El dolor de los concebidos de forma anónima

Antes o después, tenía que ocurrir. En EUA surgió un foro donde las personas concebidas con técnicas de reproducción asistida dicen lo que piensan sobre esta aventura tecnológica. Ya había muchas webs donde las madres que recurren a la fecundación in vitro (FIV) podían compartir sus emociones, pero hasta ahora la voz de los concebidos por donación importaban más bien poco.

Michael Cook

Alana S., de 24 años, es una escritora y música de San Francisco. Nacida de un donante anónimo de esperma, acaba de lanzar The Anonymous Us Project. Se trata de una página web (AnonymousUs.org) en la que invita a padres e hijos a contar sus historias, ya sean positivas o negativas.
Alana calcula que sólo en Estados Unidos nacen cada año entre 30 mil y 60 mil hijos de donantes de esperma. Mientras que la industria de la reproducción asistida se embolsa anualmente 3 mil 300 millones de dólares, poco se sabe acerca de las experiencias de esos niños y en qué tipo de adultos se convierten. El dolor y el resentimiento desvelado en algunas de estas historias provocan desconcierto.
En Estados Unidos, la industria de la FIV (fecundación in vitro) ha hecho lo imposible por evitar que los donantes dejen de ser anónimos, pues es sabido que entonces se produciría una estampida de donantes de la noche a la mañana. Resulta difícil imaginarse a un estudiante universitario que veinte años después esté deseando que le llame por teléfono un hombre o una mujer que asegura ser su hijo.
En Gran Bretaña, se suprimió el anonimato de los donantes en 2005, permitiendo así que –una vez cumplidos los 18 años– los nacidos de donantes puedan ponerse en contacto con sus padres biológicos. Como consecuencia de ello, ahora muchas clínicas de FIV británicas se quejan de que ya no tienen suficientes donantes de esperma para sus clientes.
Por eso están presionando para que vuelva el anonimato e incluso que las donaciones de óvulos y esperma sean retribuidas como en cualquier mercado sujeto a la ley de la oferta y la demanda. Los nacidos de esas «donaciones» pueden estar tranquilos, pues –según argumentan las clínicas– la mayoría de los padres de los hijos concebidos con donantes nunca les cuentan la verdad sobre sus orígenes.
Recientemente varias películas han abordado este tema. Ahí están The Switch (Un pequeño cambio), protagonizada por Jennifer Aniston, o The Back-Up Plan (El plan B), con Jennifer López; ambas películas se toman a broma la donación de esperma. Otras, como Los chicos están bien –el caso de una pareja de lesbianas que tienen dos hijos por inseminación artificial–, lo hacen con un poco más de seriedad. Pero todas pasan de puntillas sobre el dolor que provoca el hecho de descubrir que tus padres no son en realidad tus padres.
«No todos los hijos nacidos así estamos bien», dice Alana S. «Muchos de nosotros queremos hablar sobre nuestro dolor, pero no deseamos exhibirnos ante las cámaras ni pretendemos herir a nuestros padres».
Alana constata que muchos adultos concebidos por donación quieren mejorar las prácticas y las políticas que rodean a la FIV, pero temen salir a la luz o crear conflictos de lealtad a sus familias. Es de esperar que AnonymousUs se convierta en «una herramienta para que padres y políticos se replanteen sus decisiones y dejen de inclinarse de forma sesgada por las demandas de las clínicas y de los vendedores».

TESTIMONIOS INQUIETANTES
Aunque el sitio lleva poco tiempo en la red, ya recoge un buen número de historias que dan qué pensar. Ahí van unos extractos de algunos posts recientes:
–Una mujer joven explica que conocer tus orígenes genéticos es una parte inevitable de tu vida:
«Me invitaron a ver la película de Jennifer Aniston. El pasado fin de semana, un amigo mío que no sabía nada acerca de mi situación, empezó a hablar sobre la donación de óvulos y esperma. Es un tema de actualidad y la gente tiene sus opiniones. A muchos les encanta también preguntar sobre tu ascendencia. Nunca es divertido tener que mentir. Y peor aún si te pescan en una mentira. Es imposible escapar. Siempre hay gente dispuesta a recordártelo».
–Otra mujer joven se siente molesta al saber que no fue concebida como fruto de un acto de amor, sino fabricada como un producto:
«Soy un ser humano. Sin embargo, fui concebida con una técnica que al principio se usó para la cría de animales. Peor aún: los granjeros conservaban mejor los expedientes genealógicos de su ganado que las clínicas de reproducción asistida. También me hace sentirme extraña pensar que mis genes son la suma de los de dos personas que nunca se quisieron, nunca bailaron juntas, y ni siquiera se conocen».
–Una mujer descubrió a los 13 años que fue concebida por donantes. Y para sorpresa de su madre, eso le provocó angustia:
«El deseo de conocer a mi padre biológico no ha disminuido con los años. [Aunque no le conozco] lo cierto es que no me cae especialmente bien desde que aceptó hacer de padre a cambio de dinero y prometió no investigar qué sería de mí, y aceptó ese acuerdo como un buen trato… No quiero su cariño ni deseo llamarle ‘papá’; yo ya tengo un padre. Tampoco quiero aparecer en su tarjetón de Navidad ni deseo robarle su valioso tiempo. Sólo quiero saber quién es».
–Ni los padres pueden imaginar cuánto puede doler todo esto, dice otra mujer:
«Ahora tengo 19 años, y todavía sigo pendiente de registrarme en Donorlink UK. Todavía me duele hasta hoy, no tanto como antes, pero sigue doliendo. A veces tengo ganas de llorar y de gritar a los padres que se están planteando concebir a través de la donación… ¡Decídselo a vuestros hijos desde pequeños, contestad a todas sus preguntas, contádselo! Si mis padres vieran esta web, a lo mejor entenderían cómo me siento. Pero tengo que tener mucho cuidado para no disgustar a nadie… ¡cuando la enfadada soy yo!»
No todas las historias son negativas. Los padres de los concebidos por donación parecen encantados de haber tenido una oportunidad de criar a un hijo que les quiere. Pero hacer felices a papá y a mamá ¿es suficiente para justificar el hecho de fabricar a un niño? aceprensa.


Recuadro. Huérfanos genéticos
Se da por supuesto sin mayor inconveniente que la creación de niños a partir de gametos donados no plantea problemas éticos ni de otra clase, y que la oposición a estas prácticas se basa casi por completo en creencias religiosas.
Dichas suposiciones se han puesto en entredicho a medida que las primeras personas que nacieron a través del uso de esas tecnologías van alcanzando la edad adulta, e intervienen activamente para reclamar un cambio.
Esas personas manifiestan un fuerte sentimiento de pérdida de identidad, por no conocer a uno o ambos progenitores naturales y a su entorno familiar más amplio de idéntico origen, y se definen a sí mismos como «huérfanos genéticos». Se preguntan: «¿cómo puede alguien pensar que tiene el derecho de hacerme esto?»
Tenemos que escuchar lo que los adultos concebidos de este modo dicen de la donación de gametos para decidir si podemos dar por supuesto que contamos con su consentimiento. Ellos –y los niños adoptados– nos hablan de su profundo sentido de pérdida de la identidad y de toda relación genética. Se preguntan: ¿Tengo hermanos o primos? ¿Quiénes son? ¿Cómo son? ¿Son «como yo»? ¿Qué podría aprender de ellos acerca de mí mismo? Estas preguntas plantean la cuestión de cómo nuestros parientes de sangre nos ayudan a establecer nuestra identidad humana.
La ética, los derechos humanos y el derecho internacional –y consideraciones tales como la salud y el bienestar de los niños adoptados y de los concebidos gracias a donantes– exigen que los hijos tengan acceso a información relativa a sus padres naturales.
El respeto de los derechos de los hijos en estos aspectos exige que la ley prohíba la donación anónima de esperma y óvulos, que establezca un registro de donantes y que reconozca los derechos de los hijos a conocer la identidad de sus padres biológicos y, de ese modo, su propia identidad biológica. aceprensa.

Margaret Somerville

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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