
El libro es el testimonio de la propia Immaculée, quien iniciando la Universidad, fue envuelta en el genocidio de Ruanda. Éste segó la vida de un millón de Tutsi a manos de la tribu Hutu, con la que ella y su familia convivieron, aunque marcados por humillantes desprecios. Sus padres y cuatro hermanos –fervientes católicos– fueron asesinados y su hogar, quemado. A ella la escondió el pastor del pueblo, en un diminuto baño –donde ya había otras cuatro personas, que luego llegaron a seis. Permanecieron allí tres meses, entumidas, muriéndose de hambre y de angustia. Huyeron en medio de mil peligros, pisando cadáveres y sorteando enemigos, sobrevivieron por milagro.
Immaculée sabía del asesinato de su familia y engendró natural odio y deseos de venganza a los Hutu, pero la fe la mantuvo y su alma no quedó en paz hasta que en su corazón brotó el perdón, incluso ante la presencia de quien asesinara a todos. Eso es lo importante de su escalofriante relato: la inmensidad de su fe y su capacidad de perdón. ¿Quién dice que el dolor no tiene valor?