Carlos Llano. Editorial Cruz. México, 1999
Es difícil decidir frente a dos bienes apartentemente idénticos. Llano intenta esclarecer el problema señalando la relación entre el entendimiento y la voluntad.
De los muchos talentos que puede poseer un filósofo, encuentro al menos cuatro de ellos en Examen filosófico del acto de la decisión. Carlos Llano es claridoso y clarividente, creativo y preciso en el uso del lenguaje; valiente al cuestionar con radicalidad, humilde en el reconocimiento de la tradición que lo hace ver más. No se trata de talentos menores, ni pocos, el libro goza de la generosidad de quien los ha sabido cultivar con ingenio.
La pregunta de Examen filosófico no es sencilla de responder aunque aparenta ingenuidad: ¿cómo se lleva a cabo la elección frente a bienes prácticamente iguales? El itinerario de Llano es peculiar, pues el primer paso consiste en un análisis de dos realidades antropológicas donde la decisión frente a bienes idénticos sale a cuento: la fe y el pecado. En este inicio se perfila buena parte de la metodología del texto al inscribirse en la reflexión de dos temas centrales de la escolástica.
A continuación, Llano revisa diversas respuestas que criticará para rescatar aquello que considera verdadero y lo llevará a su postura: muestra la puerta cerrada con que se topa el racionalismo determinista al atar la voluntad a la razón suficiente; identifica con Jaspers y Bergson la necesidad de apelar a la libertad y a la persona en la raíz de la decisión; y hace coincidir a Sartre con la escolástica al hablar de la conversión de fines en medios para la elección.
Sin embargo, las fuentes principales de Llano son Aristóteles, Tomás de Aquino, Juan de Santo Tomás y sus obras principales en torno al tema. A partir de ellos, conduce su argumentación mostrando que la relación entre voluntad y entendimiento es punto de partida para responder a la pregunta de estudio, y al mismo tiempo muestra que es necesario explicitar el modo en que dichos elementos apuntan hacia algo más que puras operaciones del sujeto que decide: la persona íntegra.
De la voluntad y la acción
Una de las riquezas de Examen filosófico consiste en señalar que la relación entre entendimiento y voluntad no es unívoca en cuanto a la decisión; esto es, que ambos, a través de sus particularidades, se relacionan desde posiciones diferentes según el momento de la decisión, las circunstancias de quien decide y el tiempo para decidir sin que ninguno de ellos pierda su especificidad en ningún momento. Finalmente, presenta un apéndice con un pasaje de Aquino, la cuestión VI, «Sobre la elección humana», de la Cuestión sobre el mal.
Uno de los objetivos paralelos de Examen filosófico es mostrar que Aquino no puede ser llamado intelectualista frente al problema de la decisión; Llano no deja de enfatizar el papel de la voluntad sin negar el entendimiento, manteniéndose a raya de ser llamado voluntarista.
Hay un estudio pendiente que se deriva de la lectura de Examen filosófico. A nuestra consideración, se mantiene vigente una perspectiva que atiende al «pulcro círculo de la acción humana», donde la voluntad y el entendimiento recorren constantemente dicho circuito. Llano se da cuenta de que la decisión no es un asunto tan pulcro, sin embargo se echa de menos una reflexión más amplia sobre los deseos, las causas del prestigio de nuestros motivos, la intervención de otros en la toma de decisiones y en la consideración del objeto de la voluntad.
Se trata de un estudio que nace desde una tradición, la reconoce y la alimenta a la luz de consideraciones posteriores. Un estudio atractivo, útil, asertivo y abierto a ser reconsiderado –como lo es su tema, el inagotable océano de la decisión humana. No puede ser leído como obra aparte en el hábeas de Llano. Es indispensable tener a la mano Sobre la idea práctica y Etiología del error, cuando menos. La fortaleza intelectual de Llano se manifiesta una vez más en este estudio de la condición humana en el momento de la decisión.
