El papel de la universidad es desarrollar cuatro dimensiones: la personal
y teórica (humanidades); la práctica y personal (ética); la objetiva y teórica (ciencia); y la objetiva y práctica (técnica).
Dar una educación integral en la cultura y bajo un esquema de proximidad personal es una orientación imperiosa para la universidad porque la persona es una unidad y se le debe educar como tal. Si no, corremos el peligro de que tratando de «p reparar al hombre en su oficio profesional, lo dejemos impreparado en su oficio de hombre».
Este libro recoge el trabajo interdisciplinar de varios expertos que analizaron el problema de la educación superior en nuestro país en un coloquio sobre «La misión de la universidad». En su texto, titulado La misión de la universidad y la cultura postmoderna, Llano la analiza bajo la perspectiva de los cambios culturales y de coyuntura; en concreto, a la luz de los conceptos del casi extinto modernismo y del naciente postmodernismo.
Apuesta por entender a la universidad bajo las coordenadas del postmodernismo, que reúne una pluralidad de movimientos que rompen con el pensamiento moderno. Ruptura que no es un simple cambio en los valores, va más allá, es una transposición de principios. En un intento por rescatar y resaltar la singularidad de la persona interpela a la modernidad, que al reafirmar el principio de generalidad entiende que el mayor bien es el que beneficia a más individuos.
La postmodernidad, en cambio, revitaliza el principio de proximidad: el mayor valor es el de aquello que está más próximo a la persona. Este énfasis sobre la persona abre paso para que la cultura vuelva, desde un escenario típicamente moderno, entendido en categorías del Estado y del mercado, hacia el escenario del Lebenswelt (mundo de la vida), verdadero plano de los individuos.
Para Llano, el Lebenswelt es el lugar propio de la universidad. Ahí encuentra su raíz para que –a pesar de la burocracia y el mercantilismo que le acechan– no deje de ser una institución en cuya base están las relaciones propiamente personales: los lazos de amistad.
PREPARAR PARA EL OFICIO DE HOMBRE
Examina las condiciones para descifrar el cometido de la universidad que, a pesar de las exigencias actuales del mercado, «ha de atender como misión inesquivable, si no preferente, la formación cultural de la persona y no sólo la instrucción especializada de ella». La educación universitaria es, sobre todo, educar en la cultura (Lebenswelt).
A su vez, podemos entender la cultura bajo dos oposiciones: praxis–teoría y persona–objeto. El papel de la universidad es desarrollar cuatro dimensiones: la personal y teórica (humanidades); la práctica y personal (ética); la objetiva y teórica (ciencia); y finalmente, la dimensión objetiva y práctica (técnica).
Este orden propuesto muestra la clara valoración de la persona y la importancia de la teoría como antecedente de la práctica en el pensamiento de Llano. En efecto, se debe conocer para saber cómo se ha de actuar; no obstante, la teoría sin la práctica queda también incompleta.
Es necesario que la universidad atienda los cuatro rubros de la cultura mencionados, todos ámbitos de acción de la persona; y no sólo eso, sino que deberá preparar al individuo mediante la formación de hábitos teóricos y prácticos, es decir, formar mente y carácter para que sea capaz de incidir en la sociedad.
Aunque el trabajo intelectual tiene una dimensión prominentemente especulativa, la vida del intelectual se resuelve en una complicada dinámica entre la teoría y la praxis. La universidad, institución formada por intelectuales, comparte con sus miembros esta dicotomía entre la vida práctica y la teórica. Un hombre que supo conciliar los dos ámbitos, tanto en la universidad como en su trabajo privado, fue el doctor Carlos Llano Cifuentes.