El copartícipe secreto
Joseph Conrad
Novela
Atalanta. Girona, 2005. 130 págs.
Joseph Conrad
Novela
Atalanta. Girona, 2005. 130 págs.
Con esta pequeña pieza maestra, Jacobo Sirue-la -fundador y director hasta hace poco de editorial Siruela- presenta la colección Ars Brevis de su nueva editorial: Atalanta.
La vuelta a escena con un pequeño volumen de Joseph Conrad no es casual. La historia de El copartícipe secreto transcurre en un barco al mando de un joven capitán que hará gala de señorío frente a una tripulación que desconoce. Una noche, un hombre en el agua, desnudo y asido a la escalera a un costado del barco, cambia el destino del capitán por unos días, al cobijar en su propio camarote a un asesino prófugo de otro barco. La tripulación no podría comprenderlo, es un ave de mal agüero; sólo ese joven capitán que se juega la vida lo reconoce como su otro yo, su secreto compañero, copartícipe de habitación y de misterio.
Los acontecimientos son sencillos, pero Conrad escribe con delicadeza los caracteres de dos personas -o quizá sólo del capitán y de la ficción que se recrea sobre su nuevo huésped- y sus mundos de soliloquios y reflexiones. Contrapone lo ideal desmesurado en la figura del capitán contra lo determinado y monosabio de sus brutos oficiales y el resto de la tripulación. El mundo psicológico de El copartícipe secreto hace recordar la Novela de ajedrez de Stefan Zweig y el monólogo de Molly Bloom en el Ulises de Joyce: un pequeño Ismael -como el de Herman Melville- sale a la caza de su propia personalidad.
Conrad (1857) vivió su vocación secreta de marinero a través de algunos viajes y especialmente en la literatura. Desde el puerto de Marsella inició su primera travesía en el velero Mont Blanc y llegó a estar a cargo de un tres palos llamado Otago. El copartícipe secreto data de una época (1910) de madurez donde el rumor del oleaje está depositado en los suaves diálogos del joven capitán y su secreto amigo Leggatt, dos hombres que buscan nadar por un nuevo destino.
La vuelta a escena con un pequeño volumen de Joseph Conrad no es casual. La historia de El copartícipe secreto transcurre en un barco al mando de un joven capitán que hará gala de señorío frente a una tripulación que desconoce. Una noche, un hombre en el agua, desnudo y asido a la escalera a un costado del barco, cambia el destino del capitán por unos días, al cobijar en su propio camarote a un asesino prófugo de otro barco. La tripulación no podría comprenderlo, es un ave de mal agüero; sólo ese joven capitán que se juega la vida lo reconoce como su otro yo, su secreto compañero, copartícipe de habitación y de misterio.
Los acontecimientos son sencillos, pero Conrad escribe con delicadeza los caracteres de dos personas -o quizá sólo del capitán y de la ficción que se recrea sobre su nuevo huésped- y sus mundos de soliloquios y reflexiones. Contrapone lo ideal desmesurado en la figura del capitán contra lo determinado y monosabio de sus brutos oficiales y el resto de la tripulación. El mundo psicológico de El copartícipe secreto hace recordar la Novela de ajedrez de Stefan Zweig y el monólogo de Molly Bloom en el Ulises de Joyce: un pequeño Ismael -como el de Herman Melville- sale a la caza de su propia personalidad.
Conrad (1857) vivió su vocación secreta de marinero a través de algunos viajes y especialmente en la literatura. Desde el puerto de Marsella inició su primera travesía en el velero Mont Blanc y llegó a estar a cargo de un tres palos llamado Otago. El copartícipe secreto data de una época (1910) de madurez donde el rumor del oleaje está depositado en los suaves diálogos del joven capitán y su secreto amigo Leggatt, dos hombres que buscan nadar por un nuevo destino.