Un hombre con ademanes amanerados y con un impecable CV solicitó empleo en la empresa donde yo trabajo.
Dado que la cultura organizacional de esta institución es de carácter conservador, me parece que no sería el lugar idóneo para que se pudiera desempeñar.
¿Cómo explicarle la dificultad que esto podría implicar para él, sin caer en la discriminación?
Los asesores sugieren:
La frontera entre la discriminación y el perfil que se maneja en la empresa es muy sutil. La manera en la que hay que enfrentar esta situación es uno a uno, donde el aplicante sienta que su condición no es el problema sino su desarrollo, comunicación y futuro en la empresa por la diferencia de valores y actitudes que esto podría desencadenar.
La legislación no permite la discriminación por ningún motivo y es fuertemente penalizada. Recomendaría incitar al entrevistado a la reflexión, que entienda que el concepto y forma de vida que eligió está supeditado a su proyecto profesional, que el lugar de trabajo que necesita debe estar armonizado, que de lo contrario corre el riesgo de sentirse fuera de lugar y no dar lo mejor de sí mismo. Ante todo, el tema debe ir enfocado a la persona y lo que el trabajo le puede costar.
No se puede discriminar a nadie por motivos de creencia o preferencia sexual. Este es un claro principio que debe manejarse siempre. Igualmente válido es que cada quien llama a trabajar a las personas que le parece que pueden desempeñar de mejor manera las tareas que requiere una organización.
La persona no es su currículum. Tiene una trayectoria de estudios y de experiencia profesional, pero tiene también mucho más que no se refleja en un escrito: carácter, temperamento, trato, aspecto, ideologías, religiosidad, vida familiar, etcétera; que también determinan a la persona. De ahí la importancia de la entrevista de trabajo. Basta que el contratador intuya que esa persona no encajará en la estructura del trabajo para negarle la entrada. No hay obligación ética de fundar los motivos para no contratarlo. El corazón tiene motivos que, muchas veces, la razón no entiende.