Altivez y autosuficiencia suelen ser adjetivos adecuados para describir al líder. Sin embargo se pierde de vista que la humildad debería ser el adjetivo principal, pues sólo el que sabe que es menos, puede ir a más.
El pasado 14 de agosto asistí a la ceremonia protocolaria de cambio de Rector en la Universidad Panamericana campus Guadalajara. Un acto con el rito y la elegancia académica que caracterizan a dicha universidad. El doctor Juan de la Borbolla entregó la venera (insignia de poder propia de un rector) al doctor José Antonio Esquivias, quien ahora tiene la encomienda de encabezar la escuela.
El discurso del doctor de la Borbolla fue entrañable. Empezó con una cita del Beato Don Álvaro del Portillo: «Gracias, perdón y ayúdame más», y sobre estas palabras construyó el mensaje con el que culminaba su periodo de diez años como Rector, con el que se jubilaba tras servir por más de 40 años en la UP. Un mensaje que ilustró lo que ha sido Juan de la Borbolla: un ejemplo de líder humilde.
Carlos Llano –fundador del IPADE Business School, la Universidad Panamericana y la revista istmo– decía que un líder humilde nos recuerda a un cuadrado redondo y se preguntaba: si un líder es superior, ¿cómo es que puede ser humilde? Parece que la primera persona que habló del beneficio de la humildad para quien dirige una organización fue el filósofo Jaime Balmes. La humildad consiste, sobre todo, en no sobresalir intencionalmente. En palabras suyas: «la humildad… es la verdad, pero aplicada al conocimiento de lo que somos; no nos deja creer jamás que hemos llegado a la cumbre en ningún sentido, ni cegarnos hasta el punto de no ver lo mucho que nos queda por adelantar y la ventaja que otros nos llevan».1
Después, Carlos Llano, partiendo del pensamiento de este filósofo catalán, desarrolló su tratado de Liderazgo y Humildad (Editorial Ruz, 2004). Agrega que la humildad no es apocamiento, sino estímulo de superación. Sólo si sabemos que somos menos, intentaremos ir a más. Es interesante que el capítulo de la obra de Jaime Balmes que usa Carlos Llano como punto de partida se titule La humildad cristiana.2 No me cabe duda de que los diez años de rectoría de Juan de la Borbolla son testimonios de la virtud sobre la que teorizaron Balmes y Llano.
José Antonio Lozano, rector general de la Universidad Panamericana y del IPADE, se refirió al doctor de la Borbolla como «un caballero cristiano» que puso al hombre en el centro y a Dios aún más al centro. Los caballeros cristianos (equites Christi) representaban el arquetipo de la hispanidad y un modelo de hombre que antepone los valores de la religión católica al mundo superficial que caracteriza a la sociedad actual.3 Una figura similar a la que los griegos llamaron kalós kai agathos: el hombre bello y bueno.
LA VIRTUD DEL CABALLERO
Un caballero cristiano, como lo explica García Morente en Idea de la hispanidad (Espasa Calpe, 1939), representa la fusión entre la caballerosidad y la cristiandad, cultiva la grandeza y pone siempre «el ser» (su persona), por encima «del haber» (las cosas materiales). Es decir, un caballero cristiano vale por lo que es y no por lo que posee. Don Quijote de la Mancha lo expresa de la siguiente manera: «Sentaos, majagranzas, que adondequiera que yo me siente será vuestra cabecera».4
El caballero cristiano, igual que el líder humilde, prefiere el arrojo a la timidez. Por consiguiente, son características esenciales la tenacidad y la eficacia de sus convicciones. Un caballero cristiano (como lo demostró Juan de la Borbolla en 40 años de servicios) cifra toda su vida en Dios y, por lo tanto, no conoce la indecisión.
La virtud del caballero se basa en ser auténtico y esto lo sustenta en una su paz interior. García Morente dice que la fe tranquila del caballero es fundamento de su serena sumisión a la voluntad de Dios. Así, la fe religiosa del caballero cristiano, compenetrada estrechamente en la confianza en sí mismo, es la que sirve de base a la virtud de la valentía.5
En la Edad Media se usaba El espejo de príncipes, un manual de instrucciones basado en la enseñanza de anécdotas y ejemplos para la instrucción doctrinal.6 Estaba destinado a los príncipes y nobles. Eran los relatos orales sobre las hazañas legendarias las que constituían un cuerpo de enseñanza. La idea era que los futuros gobernantes tuvieran una educación basada tanto en deberes como en virtudes. Los héroes eran «el espejo donde mirarse». La vida de Juan de la Borbolla es un «espejo de príncipes», un testimonio para todo el que quiera liderar y llevar una vida basada en virtudes cristianas.
LINAJE Y TRADICIÓN
Los herederos de los caballeros cristianos medievales son los toreros7 que, con fe, arriesgan su vida para defender artísticamente una serie de valores como la valentía, el sacrificio, la belleza y la grandeza. Y lo hacen a través de virtudes intelectuales como la astucia humana que vence a las fuerzas de la naturaleza. Pero también de virtudes morales como el valor y dignidad, para enfrentar el peligro en público; el dominio de sí mismo, del cuerpo, de las reacciones instintivas y de las emociones incontroladas; la lealtad para con el adversario; y la solidaridad con los compañeros ante el peligro, lo que exige, sacrificio de la propia persona.
Con la valentía del héroe moderno, Juan se condujo bajo los principios de la Doctrina Social de la Iglesia en la formación de alumnos y colaboradores. Desde que llegué a Guadalajara, Juan me invitó a su círculo de cooperadores. Ahí lo conocí como maestro disciplinado y cariñoso, fuerte y erudito con la doctrina y paciente con sus alumnos. Por la relación del IPADE con la UP, trabajamos juntos para buscar sinergia entre las dos instituciones pero, especialmente, en formar personas que transformen la sociedad. Convivir con el doctor de la Borbolla me ha hecho intentar ser mejor persona.
El prestigio actual de la UP Guadalajara (reflejado en el crecimiento de la matrícula, en los profesores que han alcanzado el reconocimiento del SNI8, en los rankings internacionales, en el número de publicaciones científicas y en las certificaciones académicas) es consecuencia de la integridad y de la torería con la que el doctor de la Borbolla ha dirigido la universidad.
Me encontré a Juan unos minutos antes de la ceremonia. Como sé de su afición por la tauromaquia, le dije: «Qué Dios reparta suerte y que salgas por la Puerta del Príncipe», haciendo alusión al mayor honor que se le da a un torero en la Real Maestranza de Sevilla. Con sentido del humor y sencillez, me contestó: «Espero, al menos, no salir por la puerta de la enfermería».
No sospechaba entonces que su discurso me fuera a emocionar y a inspirar de la manera en que lo ha hecho. Como Rector nunca buscó el aplauso ni la gloria personal. Sus acciones siempre estuvieron al servicio de la comunidad universitaria. De esta manera, su trabajo ha contribuido al engrandecimiento no sólo de la UP, sino de la sociedad y del Estado de Jalisco.
Cuando alumnos y alumni de la UP Guadalajara aplaudían de pie la trayectoria de Juan de la Borbolla, los imaginé hondeando sus pañuelos blancos, solicitando los máximos trofeos para quien fuera su Rector por diez años. Para después, sacarlo a hombros por la Puerta del Príncipe de la Universidad Panamericana. Visualizaba entonces al admirado y querido Juan (como en su oportunidad lo había hecho Antonio Bienvenida cuando lo sacaban a hombros por la plaza de las Ventas en Madrid) dando gracias a Dios, diciéndole: «¡Señor, tuyo el poder y tuya la Gloria!».
1 Citado en Llano, C. Humildad y Liderazgo, Editorial Ruz, México, 2004, Introducción, p. XIV.
2 Balmes, J. L. El criterio, Imprenta de Antonio Brus, Cuarta edición Barcelona, 1857, capítulo XII.
3 Morente, M. G. Idea de la hispanidad. Espasa-Calpe, 1939, capítulo II: El caballero cristiano.
4 Cervantes, M. d. El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Edición de Luis Andrés Murillo. Editorial Castalia, Madrid, 1978, Segunda parte, Capítulo XXXI.
5 Morente, op. cit.
6 Rucquoi, A. and Bizzarri, H. O. «Los espejos de príncipes en Castilla: entre Oriente y Occidente», Cuadernos de historia de España, 2005, 79, pp. 7-30.
7 Véase Alameda, J. El hilo del toreo. Colección La Tauromaquia Madrid: Espasa-Calpe, 1989.
8 El SNI es el Sistema Nacional de Investigadores de CONACYT.