Frente a los impresionantes avances en materia de fertilización asistida, anticoncepción y biotecnologías relacionadas con la reproducción humana, nos preguntamos cuándo comienza la vida de una persona.
¿En que momento de la reproducción humana surge un nuevo organismo? La biología dice que al momento de la fusión de gametas se forma un individuo de la generación siguiente: el hijo. Esto lo prueba la biología de la reproducción, la biología celular, la genética y la bioquímica. Veamos.
La reproducción en el ser humano es sexual. Implica la formación y donación de gametas entre dos individuos: varón y mujer. La fecundación es interna así como el desarrollo del embrión; las crías son vivíparas (están vivas en el útero materno y al momento de nacer).
Las gametas son células especializadas en trasladarse, encontrarse y fusionarse e iniciar el desarrollo de un embrión de su misma especie. Se las ha llamado también transportadores de cromosomas, aunque no son sólo eso. El reconocimiento e interacción entre ellas son procesos coordinados, con fases de estímulo-respuesta recíprocos que dan idea de cómo se preparan mutuamente para la fusión e inicio del desarrollo. El producto de la fusión es una célula llamada cigoto. El cigoto es, entonces, la primera célula del cuerpo del hijo y tiene habilidades particulares como veremos mas adelante.
La genética estudia la naturaleza y función de la molécula de información por excelencia: el DNA. Todo lo que un organismo materialmente será se encuentra escrito en su DNA, que se organiza en porciones discretas llamadas cromosomas. Los cromosomas se localizan en el núcleo celular. El número de cromosomas nucleares característico de la especie humana es 46, 23 pares (aun con las excepciones de número 45, 47 ó 48).
Durante toda la vida de un individuo, todas las células que lo componen contienen los mismos cromosomas, que se reunieron por primera vez en la célula llamada cigoto. Como todas las células provienen del cigoto, el DNA nuclear se convierte en una suerte de código de barras, de huella digital molecular de la materialidad de nuestro cuerpo, y por tanto, de nuestra persona.
Ésta es la prueba genética de que nuestra materialidad se inició en la fusión de gametas. Sin embargo, la vida no son los cromosomas sino la célula en que se encuentran, puesto que una célula es la menor porción de materia organizada capaz de mantener y transmitir la vida (Teoría celular).
UNA EXPLOSIÓN DE VIDA
Desde la bioquímica y la biología de las moléculas, se observa que las gametas tienen en sí mismas la capacidad de respuesta, de desencadenar procesos como el inicio de división del embrión.
La gameta femenina se ha ido formando muy lentamente en el cuerpo de la mujer y su maduración previa a la liberación (llamada ovulación) consiste en aumentar su sensibilidad a la acción del espermatozoide. Una vez puestos en contacto, el espermatozoide produce en el ovocito (gameta femenina) una serie de reacciones encadenadas que se denominan activación, y que produce el «cerramiento» del cigoto a la entrada de otra célula y el inicio del desarrollo del embrión.
La activación del ovocito se ha descripto como una verdadera «explosión de vida», un despertar celular que pone en juego una serie de eventos concatenados que dirigen al cigoto a la división/diferenciación en orden al aumento de complejidad del embrión en el sentido de su desarrollo. Esta explosión de vida se pone de manifiesto en el hecho de que la supervivencia del embrión es mayor en comparación con las células que le dieron origen (las gametas viven unas cuantas horas desde que se desprenden del cuerpo que las originó y el embrión puede vivir toda una vida), aun bajo condiciones de congelación (durante mucho tiempo fue mejor la recuperación de embriones vivos que de ovocitos vivos sometidos a la misma técnica de conservación a muy bajas temperaturas).
Una vez disparado el evento de activación, los procesos se desarrollan por sí mismos, deteniéndose en el caso de no ser viable el embrión. Esto lo prueban la fertilización in vitro y hasta la congelación de embriones, y sostienen el hecho de que el embrión es autogestante.
¿SERES MEDIO HUMANOS?
¿Puede un cigoto considerarse un ser humano? Esta célula conforma un organismo en sí misma y posee información única entre individuos de su especie. Está suspendida, libre. Es capaz de desarrollarse y sobrevivir independientemente del cuerpo humano que la alberga. Lleva a cabo todos los procesos de división/diferenciación tomando un mínimo de nutrientes del medio, porque los contiene o los forma. En el embrión de dos y cuatro células se verifica la síntesis de factores de crecimiento: él dirige su propio desarrollo según el plan de su especie, al menos mientras es viable. Se ha encontrado que el embrión preimplantatorio libera al medio sustancias que afectan al endometrio (tejido uterino de implantación) para adherirse y proseguir su crecimiento, mostrando que también se comunica bioquímicamente con su madre.
Es engañoso pretender que adquiera características de determinado estadio para reconocerlo como humano: un ser no es un estadio, es todos los estadios por los que pasa en su vida. Se comprende que eliminar a un organismo en cualquier etapa de su desarrollo es eliminar el adulto que de él se desarrollará.
Una persona es ella misma desde el primer momento que comenzó a existir, al menos desde que su cuerpo se comenzó a desarrollar en esa explosión de vida que significa un salto cualitativo desde dos células humanas desprendidas de su organismo, hasta el cigoto, un auténtico organismo, un ser en sí mismo.
El cigoto o embrión no puede considerarse parte de la madre porque tiene una conformación genética y material diferente: posee materia proveniente del padre y además el dinamismo observado en esa materia (de una dos o más células) marca el desarrollo de un niño, no de un órgano materno.
Negar la realidad del ser humano en etapas tempranas de su vida puede justificar su manipulación, usos varios y hasta su eliminación. Puede hacernos pensar que existen distintas categorías: seres casi, medio o todavía no humanos. Esto es falso.
Todo el ser que se desarrollará en el futuro está presente en el cigoto. Un todo organizado y coordinado que dirige su propio desarrollo. Concepción y fecundación coinciden.
Toda acción posterior pone en riesgo o suprime ese mismo niño que será un adulto tiempo después.
¿DÓNDE ESTÁ EL LÍMITE?
La dignidad es un factor decisivo en la aparición de lo que hoy se conoce como «Bioética», disciplina que pretende enmarcar el comportamiento humano en valores universales, que protejan al hombre de otros hombres. Se comprendió que ésta era necesaria luego de comprobar el irregular diseño y manejo de experiencias médicas con seres humanos.
¿Dónde está el límite y sobre qué principios lograremos que otros acuerden respetarlo?
Un primer límite, antiguo y universal, es el «no matarás». Está presente en casi todos los códices de las más diversas culturas. Otra regla fundamental es el valor de la vida humana de los individuos. Las grandes religiones coinciden en que todos los hombres tienen, en principio, un valor fundamental por el hecho de ser (seres humanos, personas). Valor que debe ser respetado siempre. Esto hace que todos seamos valiosos porque somos, e incluye a los más débiles (prisioneros, mujeres, niños, minusválidos, ancianos, los poco productivos, los menos informados, los pertenecientes a otras razas, etcétera). Este principio de igualdad se encuentra en los grandes documentos occidentales de este siglo. Ejemplo de ello es el artículo cuarto de la Convención Americana sobre Derechos Humanos: «Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente».