Refieren las crónicas que en la Navidad de 1865, seis jóvenes regresaban a Pulanski (Tenessee), después de luchar en el Ejército Confederado. Aburridos, decidieron divertirse. Tras cavilar varias horas optaron por formar un club llamado Kuklos (en griego: círculo, grupo o reunión), que después se transformó en Ku Klux, por ser más llamativo, y finalmente le añadieron Klan, que no era sino una reiteración del Kuklos. Sería una asociación macabra que saldría por las noches para asustar a los caminantes. No tenían dinero, de modo que con sábanas y fundas viejas hicieron capuchas y túnicas.
Para hacer más misterioso el club, adoptaron algunos nombres: El gran cíclope, El gran mago, El gran turco, El gran escriba Amigos suyos se les unieron y se convirtieron en Halcones nocturnos, Demonios y Lictores.
Llegó la Gran noche. Montaron en sus cabalgaduras también encapuchadas-, pero en los caminos sólo encontraron personas negras, antiguos esclavos ignorantes que vagaban en busca de un sitio dónde vivir. A falta de otro público, se dedicaron a asustarlos. Su éxito fue grande y volvieron las noches siguientes. Estos jinetes diabólicos atrajeron a docenas de militantes. Los negros no se atrevían a salir para no encontrar a los encapuchados del otro mundo que amenazaban con convertirlos en animales.
Proteger al débil, defender la Constitución y oponerse a los negros
Por doquier pululaban grupos de negros en busca de protección en la Oficina de los Hombres Libres creada por el gobierno para ayudar a la gente sin empleo-, excepto en Pulanski.
En las filas de los klanes se filtraron personas más sádicas quienes agredían físicamente a los negros.
Mientras tanto, se dio a conocer el decreto conocido como Primer Acto de Reconstrucción, ley contra el derrotado Sur, imponiéndole gobiernos, desconociendo sus constituciones y, de hecho, sujetándolo a ley marcial.
En 1867, para oponerse a este decreto y limpiar de miembros nocivos a la agrupación, los originales klanes convocaron a una convención en Nashville.
Entre los antiguos confederados, Nathan Belford Forrest gozaba de gran prestigio y se convirtió en El gran mago del Imperio. Éste se dividió en Reinos, regidos cada uno por un Gran Dragón; los Reinos se subdividieron en Dominios a cargo de Titanes. Grandes militares ingresaron como klanes. En esta convención también redactaron sus leyes, conocidas como Norma de ***. A partir de entonces jamás usan las siglas KKK, sino siempre las tres estrellas.
El giro era radical: de ser un grupo de bromistas, se convirtió en una organización racista. La Norma estableció que la Orden de *** era una institución de caballeros cuyos principios eran proteger al débil, defender la Constitución y oponerse a la igualdad de los negros. Para ingresar, se debía ser confederado, con más de 18 años, y pagar un dólar (mucho dinero por entonces).
El desorden se desató. Cualquiera que tenía venganzas personales se vestía de klan, saqueaba y mataba. La muerte de republicanos era frecuente; negros ahorcados o azotados y mujeres violadas, pasaron a ser sucesos diarios. Forrest y los fundadores abandonaron la Orden.
El general Grant los puso fuera de la ley. Se enjuició y encarceló a un gran número y la Orden se volvió clandestina, atacando esporádicamente. Era más una leyenda que una realidad.
El negocio de la cruz ardiente
En 1911, William Joseph Simmons, exmilitar, exmisionero episcopaliano, exvendedor de ropa femenina, ex-masón, refundó el KKK. Realizó campañas de reclutamiento y resurgieron los klanes en una ceremonia nocturna en donde prendieron fuego a una cruz. A partir de ese momento, ése fue su símbolo. Sin grandes logros hasta 1920, Simmons se asoció con Edward Young Clarke, quien organizó al grupo como un gran negocio. Para cualquier actividad utilizaban clases secretas y todo se sujetaba a interminables cuotas. Los ingresos eran cuantiosos y la prensa comenzó a investigar. Simmons, cansado y alcohólico, tomó vacaciones y dejó en su sitio a un dentista de Dallas: Hiram Wesley Evans, quien expulsó a Clarke, jubiló a Simmons y rechazó a los miembros de dudosa “moralidad”.
A partir de ese momento, se infiltraron en todos los estratos para apoyar a sus candidatos en las elecciones populares. Nadie en Alabama triunfaba sin ellos. Boicotearon a comerciantes que no simpatizaban con el grupo y azotaron a sus enemigos en noches sin luna. Se inició el ataque contra negros, judíos y católicos.
Es rumor popular que el Presidente Harding (1921-23) perteneció al grupo. Muerto durante su gestión, Calvin Coolidge (1923-29) ocupó el sitio. Su oponente fue Al Smith, contra quienes los klanes lanzaron furiosos ataques. No puede decirse que Coolidge triunfó gracias a la Orden, pero sí que recibió gran ayuda.
Las campañas de afiliación reclutaron hasta cuatro millones de asociados, lo que ocasionó investigaciones del Tesoro. Evans no logró explicitar qué se hacía con el dinero. Resultado: espanto nacional. El Klan estaba en el banquillo de los acusados. Trasladaron su sede a Washington D.C.
Sin embargo, no fueron las investigaciones fiscales lo que los hundió, sino la quiebra de la Bolsa de Valores de Nueva York; sus muchas acciones se hicieron polvo. La crisis económica impidió la afiliación de nuevos miembros.
Una lucha que continúa
Después de la presidencia de Franklin D. Roosevelt, llegó al cargo de Gran Mago Imperial (ahora era imperial), James A. Colescott, con la misión de revitalizar al grupo; los nazis, con su racismo feroz, le ayudaron. Las filas de la Orden engrosaron con germanófilos americanos. El 18 de agosto de 1940, la Liga Germano-Americana y el Ku Klux Klan se unieron. Pero su unión se derrumbó con el ataque a Pearl Harbor; germano-americano era incompatible. El Imperio Indivisible, como se autodenominaban ahora, continuó semi-oculto. En 1944 el fisco los gravó con impuestos retroactivos por lo que, en una noche, cerraron oficinas y desaparecieron.
A partir de entonces dejaron de tener unidad nacional. Son numerosos grupos independientes y clandestinos. Las cruces ardientes no han dejado de sembrar el terror.
Los acontecimientos contra los que han tomado parte han sido muchos. Eisenhower con su proyecto de educación para blancos y negros (envió mil soldados para apoyar el ingreso de nueve negors en una secundaria, por ejemplo;la primera mujer universitaria negra en Alabama; la lucha de Martin Luther King Los klanes habían ido muy lejos y los negros, hartos de ser víctimas, formaron el Black Power, que originó serios enfrentamientos y la muerte de Malcolm X.
Quien crea que el Ku Klux Klan está muerto se halla en un error. Se infiltran en puestos públicos; con la toga de juez dictan sentencias espectaculares: prisión perpetua o pena de muerte a negros y chicanos por cualquier delito, y pocos o ningún año de prisión a blancos que han vejado o incluso matado a negros.
Alabama, Mississippi y Atlanta aún ven, alguna noche, cruces ardientes. El Imperio Invisible está vivo.