¿Es rentable invertir en la economía naranja?

Cada día es más común encontrar en el mundo ideas creativas y culturales que se convierten en negocios rentables. México se ha sumado a esta ola en la que la creatividad es sinónimo de poder. 
 
Cuando un mexicano viaja a Europa, Estados Unidos o cualquier país desarrollado tiende a pensar que todo es mejor que en México: más civilizado, más seguro, más limpio, más moderno, más creativo… y es que la creatividad está estrechamente ligada al desarrollo económico. Sin embargo México es un país con una gran capacidad creativa que necesita ser aprovechada y desarrollada en aras de un país más próspero.
Octavio Paz hablaba del potencial de desplegar la capacidad creativa de México sin necesidad de cambiar el país: «…Un pueblo, que ha levantado Teotihuacán y ha construido Morelia y Puebla, que ha producido una Sor Juana Inés de la Cruz y un Ramón López Velarde no es un pueblo condenado. Necesitamos comprender con el entendimiento y la sensibilidad nuestra historia en su totalidad, los tres Méxicos, cada uno presente en los otros, en sus alianzas, rupturas y metamorfosis».
La cultura representa 3.3% del PIB en México, del cual el mayor porcentaje (37.7%) corresponde al conjunto de medios audiovisuales, seguido de la artesanía. La economía naranja –color que se asocia con la creatividad– supone un motor de desarrollo para la economía mundial. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha dedicado un esfuerzo importante a su análisis y contribución a la economía global: la industria creativa aportó 3% del PIB global en 2013 y generó 29.5 millones de empleos, mientras que generó ingresos por 124,000 millones de dólares y dio empleo a 1.9 millones en la región de América Latina y el Caribe en 2015.
 
LA MAGIA DEL CINE
El ejemplo más obvio de la industria creativa es el cine: indudablemente Hollywood es un impulsor sustancial de la economía estadounidense. La industria cinematográfica produce ingresos y crea empleos alrededor del mundo, su principal motor es la creatividad. En México también es una industria importante: en 2016, el valor bruto de la producción del cine ascendió a $34,924 millones de pesos y generó 28,434 puestos de trabajo. «Porque soy mexicano», fue la respuesta de Guillermo Del Toro a la pregunta durante la rueda de prensa posterior a la entrega de los Globos de Oro, donde una periodista le cuestionaba sobre el origen de tanta creatividad.
Empero nos falta creer más en el talento nacional, ¿por qué en México el público no consume cine nacional? ¿Por qué las películas mexicanas triunfan en el extranjero y en los principales festivales de cine internacionales y pasan desapercibidas en las salas nacionales? Cualquiera de estas preguntas son comunes entre los cineastas y productores, gestores culturales que buscan la fórmula mágica e incluso entre el público fiel al cine nacional.
No hay una respuesta única, la situación es compleja y multifactorial. Sin embargo, pareciera frustrante observar el talento en el campo cinematográfico en México, con pocas o nulas oportunidades para desarrollarse creativamente: desde la consecución de financiamiento, la producción de propuestas ambiciosas a escala global y, eventualmente, el reconocimiento de expertos y de la taquilla. Éste parece ser el sentimiento generalizado en los últimos años con los variados y múltiples reconocimientos obtenidos por Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón o el Chivo Lubezki en Cannes, los Globos de Oro, los Oscares, los Goya, San Sebastián y muchos más y, por si esto fuera poco, el aplastante éxito de Guillermo del Toro a principios de este año. Hay una especie de orgullo nacional por el triunfo cosechado que se reflejó en los innumerables memes y videos festejando el talento mexicano, todo esto aderezado con desilusión por no haber reconocido y valorado a tiempo la capacidad de nuestros cineastas y creado una industria de cine nacional competitiva a nivel internacional.
En un mundo cada vez más globalizado, la tecnología nos introduce en la era del contenido. Hace unas décadas, la misión principal era proveer a la ciudadanía de tecnología, ahora hay que dotar de contenido a la tecnología y aquí es donde la creatividad genera esa ventaja competitiva, pero además de producir conocimiento es una herramienta diplomática inigualable, lo que Joseph Nye llamó poder suave, es decir la capacidad de un Estado, para persuadir o atraer a otros valiéndose de medios culturales e ideológicos, sin tener que apelar a la fuerza armada o las imposiciones arancelarias.
Seguramente habrán visto o escuchado sobre el desfile del día de muertos por el Paseo de la Reforma; pues bien, ese desfile surgió hace tres años, después de que se estrenara la película de James Bond, Spectre, que se rodó en el Centro Histórico de la Ciudad de México; tras su estreno, cientos de turistas llegaron a la ciudad preguntando por el desfile que se representaba en la película, pero fue creado en el guion, no existía, no era una tradición. Un año más tarde el gobierno de la Ciudad decidió ponerlo en marcha y hoy en día es un atractivo cultural importante para la ciudad, que genera un impacto turístico y económico.
Sin embargo, no sólo la Metro-Goldwyn-Mayer ha detectado el enorme potencial e interés que despierta la cultura y tradiciones mexicanas. Dos años después del estreno de 007, Disney y Pixar recrearon en 2017 la tradición del día de muertos en una entrañable película, Coco, que popularizó e internacionalizó el altar de muertos; en mi familia –siendo yo española y mi esposo sinaloense– no acostumbrábamos poner el altar; pese a ello, mis hijos después de haber visto la película, investigaron sobre el altar y decidieron poner el propio. Semanas después del lanzamiento del largometraje, un amigo mexicano recibió la llamada de un colega nórdico pidiéndole asesoría sobre cómo poner un altar de muertos. Estados como Michoacán o Oaxaca se llenan año con año de turistas extranjeros que quieren vivir en carne propia esta tradición, dejando una derrama económica importante; México ascendió en 2017 al octavo país más visitado del mundo.
 
LA COCINA Y EL PODER
En un segundo orden de ideas, debemos entender la creatividad como poder. La cultura tiene la capacidad de transmitir ideas, valores, creencias y en numerosas ocasiones de manera masiva –la música, la televisión, el cine como instrumento de comunicación de masas– tienen la posibilidad de ocupar el espacio que dejan las instituciones y medios de comunicación tradicionales como fuentes confiables de información y construcción de identidad, ante la pérdida de credibilidad de los gobiernos.
De acuerdo con el escritor Manuel Castells, nos encontramos ante la crisis terminal de la democracia liberal, el Estado-Nación está socavado por arriba –a causa de los procesos de la globalización– y por abajo debido una crisis de identidad. Castells sustenta en una de sus recientes líneas de investigación sobre comunicación y poder cómo la política mediática, la economía criminal y la corrupción política han debilitado la democracia liberal, lo que a nivel global ha dado paso a redes de indignación ciudadana y de desconfianza de los medios de comunicación establecidos, los bancos y sobre todo de los gobiernos, así como de las propias instituciones, dando paso a una mayor dependencia y credibilidad en las redes sociales y las agrupaciones ciudadanas capaces de tomar decisiones.
Aquí radica el poder de la cultura y los creativos de convertirse en fuentes confiables de información y ocupar el lugar que tradicionalmente lideraban los medios de comunicación. Las industrias culturales tienen el poder de culturizar, de la representación y la transmisión de valores, si sabemos hacer una inversión inteligente y responsable en la cultura estaremos, además de dinamizando la economía, fortaleciendo la sociedad.
Pero hay mucha más capacidad de crear e innovar en una potencia emergente y con tanto talento como México. Hablemos por ejemplo de la gastronomía, la cocina mexicana no sólo ha sido reconocida como patrimonio cultural inmaterial de la Unesco, es sin lugar a dudas una de las cocinas más populares y sofisticadas del mundo, estando siempre entre las diez primeras posiciones en distintos listados. Sus chefs son reconocidos internacionalmente y sus restaurantes figuran entre los mejores. En la lista de 2018 de los 50 mejores restaurantes del mundo, dos de ellos son mexicanos y en la lista de los 50 mejores restaurantes latinoamericanos, más de una quinta parte están en México.
La cocina mexicana, que combina tradiciones culinarias milenarias con técnicas contemporáneas y una materia prima inigualable, es un anzuelo para los que visitan territorio nacional. Desde hace años recibo grupos de turistas internacionales; al inicio, la agenda siempre giraba en torno a los atractivos culturales que quisieran conocer. En ocasiones, estos viajes eran para visitar las principales zonas arqueológicas, otros más enfocados al arte contemporáneo y el diseño; empero, en los últimos años he recibido grupos cuyo principal interés es comer: sí comer. Viajan de Estados Unidos o de otros lugares porque quieren conocer la cocina mexicana, ir a los restaurantes más reconocidos pero también adentrarse en los mercados locales y disfrutar como un vecino más el deleite de la gastronomía mexicana.
El que fuera el mejor restaurante del mundo, NOMA en Copenhague, después de cerrar sus puertas para comenzar un periodo de investigación, su chef Rene Redzepi uno de los más afamados del planeta y mejor cocinero del mundo durante cuatro años seguidos, se trasladó a Yucatán para abrir un pop-restaurant temporal, esta es la tercera sede del chef nórdico después de haber hecho residencias similares en Japón y Australia.
La tecnología y la globalización no sólo han acercado diferentes países y culturas virtualmente, también lo han hecho físicamente. Hoy en día, la proliferación de líneas aéreas de bajo costo y plataformas como Airbnb permite que un mayor número de personas pueda viajar y conocer otras culturas. Esta plataforma comenzó ofreciendo alternativas de hospedaje a los hoteles tradicionales en apartamentos compartidos con sus propios dueños o bien de manera individual. Desde hace un par de años, lanzó Airbnb Experiences, que ofrece adentrarse en la cultura de la ciudad como un local más y conocer de la mano de sus habitantes todo aquello que no aparece en las guías de viaje para turistas.
Así, puedes conocer los barrios de Amsterdam en bicicleta o hablar de ópera con un experto en un café de París cercano a La Bastille o disfrutar de las luchas en la Arena México con quien te puede explicar de la a la z las costumbres y tradiciones de esa ciudad.
 
CIUDADES CREATIVAS
México cuenta con cinco ciudades dentro de la red de ciudades creativas de la Unesco; Ciudad de México y Puebla en diseño, San Cristóbal de las Casas, Chiapas, en artesanías, Guadalajara en tecnología y medios y Morelia en música. Esta red se creó en 2004 y cuenta con 180 urbes en los cinco continentes.
La artesanía, el diseño y el arte utilitario cada vez tienen más popularidad. En el Centro de las Artes de San Agustín Etla, el artista y activista cultural oaxaqueño Francisco Toledo ha logrado impulsar con mucho éxito la conjugación de artistas y artesanos, combinando desde hace varios años las técnicas tradicionales en distintas disciplinas como el textil, el barro, el papel o la joyería con diseños contemporáneos muy creativos. Por ejemplo, el trabajo en barro negro de los artesanos de San Bartolo Coyotepec de Oaxaca, de la mano del reconocido ceramista mexicano Gustavo Pérez.
Muchos de estos productos se han vendido desde la Feria de Arte Contemporáneo MACO hasta la tienda del MoMa –Museum of Modern Art– de Nueva York. A propósito del arte contemporáneo, Zona MACO inició en 2003 en Monterrey para después trasladarse a la Ciudad de México, donde se ha convertido en la feria de arte contemporáneo más importante de América Latina y una de las más reconocidas a nivel mundial. El economista Bruno Frey, en uno de sus libros sobre arte y economía, escribía que invertir en artes visuales es mucho más rentable que invertir en bienes raíces. El precio medio de una obra en Zona Maco promedia los 350,000 dólares y en 2018 recibió 63,000 personas en tan solo cinco días. Los más de 120 galeristas vendieron ese año entre 30% y 70% de las piezas que presentaron: todo un negociazo.
Esta feria, además de haber convertido a la Ciudad de México en un hub importante para las artes visuales, ha dado pie a otros eventos de gran envergadura como Zona MACO foto, Zona MACO antigüedades y otras ferias como Affordable Art Fair, que ofrecen obras de arte de jóvenes promesas a un precio muy accesible.
La artesanía por su parte está cobrando un gran protagonismo en el diseño de interiores y de moda en México y por todo el mundo, lamentablemente existen numerosos casos de plagio en el que conocidas marcas de moda han copiado sin crédito alguno los diseños de comunidades indígenas mexicanas, pero también encontramos el caso del diseñador francés Christian Louboutin que, con polémica incluida, se trasladó a Yucatán y trabajó con artesanas indígenas el diseño de unas bolsas para mujer que vendió más tarde por $1,500 dólares.
Por su parte, Guadalajara se ha afianzado en los últimos años como una ciudad creativa importante aunque el proyecto de Guadalajara Ciudad Creativa Digital no tuvo durante la recién terminada administración el impulso que debía para consolidarse. El ambicioso proyecto pretendía crear en la ciudad tapatía un Silicon Valley tropicalizado a la mexicana. Mientras esto sucede, Guadalajara es un foro importante para el encuentro de creadores de software y animación, con un estrecho vínculo con importantes empresas tecnológicas y estudios cinematográficos principalmente de Estados Unidos y Canadá.
Esta ciudad alberga además el evento en español más grande del mundo: la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), recibe desde hace más de tres décadas cerca de un millón de visitantes durante nueve días a la mayor reunión del mundo editorial en español y la segunda más grande del mundo después de la Feria del Libro de Frankfurt. Dicho sea de paso, el español hablado por más de 500 millones de personas genera toda una industria creativa a su alrededor digna de ser explotada.
En lo que atañe a la música, Morelia no solo cuenta con el Conservatorio de las Rosas y el Festival de Música Miguel Bernal; tiene el prestigioso Centro Mexicano para la Música y las Artes Sonoras, que cuenta con la mejor tecnología en América Latina para la creación, recibe artistas en residencias de todos los rincones del planeta y es reconocido internacionalmente. Por último, está el emprendimiento cultural, DeQuinta Producciones, empresa mexicana que comenzó en 2013 presentando una serie de 10 conciertos al año, en colaboración con Jazz at Lincoln Center de Nueva York, en el Centro Cultural Roberto Cantoral (CCRC), recién inaugurado en esa época, por lo que se sumaba un doble riesgo: un proyecto nuevo en un lugar nuevo.
Para 2014 se incorporó Puebla a la gira como una nueva sede además del CCRC; en 2015 se sumó Cuernavaca y Guadalajara, en 2016 Torreón, 2017 fue un año complicado, se bajaron Torreón y Puebla y en 2018 se presentan en 6 sedes: CCRC, Cuernavaca, Guadalajara, Los Mochis, Culiacán y Mazatlán. Cuando iniciaron tuvieron la posibilidad de pedir recursos a la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, aunque decidieron no hacerlo, ya que esta convocatoria te obliga a ofrecer de manera gratuita todos los eventos.
Fue difícil, por supuesto; no hay inicios fáciles. El primer año tenían un promedio de 100 asistentes a los conciertos; hoy, cinco años después, venden alrededor de 650 boletos por concierto, han logrado crear una comunidad de asiduos y aficionados al jazz, pero sobre todo una comunidad que aprecia y valora el arte y la calidad.
La lista de ejemplos puede ser interminable. Alrededor del mundo es cada vez más frecuente encontrar cómo ideas creativas se convierten rápidamente en negocios muy rentables, en México, creatividad y talento nos sobran, solo es necesario –como decía Octavio Paz– desplegarla. La creatividad es la base de la innovación, es una buena inversión porque vende, además de ser una estrategia clave para el desarrollo sustentable. Para ello, son necesarios inversores con capacidad de hacer una inversión inteligente.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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