Empresas que vivan 100 años

¿Cuáles son las compañías resilientes, capaces de sobrevivir al paso de incontables décadas? Aquellas dispuestas a generar o adoptar innovación, de forma abierta y transparente.
 
Hace 107 años, IBM surgió como una empresa dedicada a fabricar máquinas cortadoras de queso. Para muchos sería impensable que aquella misma compañía hoy se dedique a la inteligencia artificial; sin embargo, actualmente IBM es una empresa líder en plataforma de nube y soluciones cognitivas.
Durante más de 100 años, IBM ha estado en el negocio de construir tecnologías diseñadas para ayudar a mejorar la efectividad, la eficiencia de las personas y los negocios. Ha estado presente en fragmentos de la historia tan esenciales como el primer viaje que el hombre hizo a la Luna.
A lo largo de este tiempo, no sólo ha dado muestra de lo que conlleva una transformación constante a través de los años, sino también se ha convertido en sinónimo de innovación. En las oficinas de IBM se han creado desde el código de barras hasta la cinta magnética de las tarjetas de crédito, por no mencionar la sorprendente mirada al futuro de la mano del cómputo cuántico.
Desde sus inicios, IBM se dio a la tarea de consolidar una organización diversa en pensamiento y en formatos de vida, igualitaria en oportunidades y abrió las puertas a un sinnúmero de investigadores, inventores, creadores, innovadores y líderes. Por sus áreas de investigación han pasado seis premios Nobel y gente que nunca se ha cansado de soñar.
 
INNOVACIÓN EN MÉXICO
Ni hablar de lo que hemos hecho en México: con 90 años de presencia en el país, siempre hemos trabajado mano a mano con las instituciones en proyectos que han representado un avance para el país. La innovación está en nuestro ADN y nos hemos reinventado día a día durante este viaje, comprometidos con proporcionar experiencias únicas que beneficien a las personas y a la sociedad.
Desde el principio, la tecnología de IBM permitió el primer censo de población en México y la creación de las primeras tarjetas de crédito en los años 50. Hemos acumulado hitos en la historia del país porque nuestro trabajo ha sido acompañar a las empresas en la evolución tecnológica que dicta el paso del tiempo.
¿Qué es lo que le da a una empresa esa capacidad de transformación y reinvención? ¿En dónde se encuentran las características que hacen a una organización resiliente, esa habilidad de la que hoy hablamos tanto como sinónimo de reconstruirnos ante la adversidad?
Desde mi punto de vista, la resiliencia que puede desarrollar una empresa se encuentra en la adopción de nuevas tecnologías, en cuestionarse qué pasaría si por alguna razón se pierde una posición competitiva en el mercado y saber si se está preparado para aguantar un fuerte impacto con un efecto mínimo en la organización.
Lo más importante en la resiliencia es innovar en los procesos de negocio, siempre habilitados por la tecnología. Hoy, estos procesos son impensables sin estrategias de movilidad, por lo cual la nube se vuelve imprescindible, y temas de inteligencia artificial.
Hay una palabra clave con la que podemos definir a las empresas resilientes y esa es innovación, pues saben identificar el momento oportuno para adicionar productos o líneas nuevas de negocio a las ya existentes, e improvisar ante las diversas situaciones que seguramente se presentarán en el transcurso del tiempo.
En la década de los 30, años después de que muchas compañías abrazaran la electricidad y con ello la posibilidad de automatizar procesos, la revista Fortune hizo un listado de las 100 empresas más poderosas, en donde al menos 40% de las habituales no fueron incluidas, porque al mantenerse reacias al cambio eléctrico, poco a poco se extinguieron. El no desarrollar habilidades resilientes las condenó al olvido.
El cambio no es nuevo y que las industrias deban transformarse para asegurar su supervivencia, tampoco lo es. Pero lo que sí es nuevo y domina a esta reinvención que muchas compañías están emprendiendo, es esta era en que los datos –como diría nuestra CEO Ginni Rometty– son nuestro nuevo recurso natural.
Para ponerlo en perspectiva citaré un estudio de IBM que indica que 80% de los datos del mundo no está estructurado, por lo que no es posible «buscarlos» y son propiedad de empresas tradicionales. A su vez, el mismo estudio indica que 72% de los ejecutivos de empresas a nivel mundial considera que la disrupción, la innovación y la competitividad provendrán del corazón de estas mismas compañías.
 
EL DESAFÍO FUTURO
Todos somos conscientes de que hoy la principal virtud que debe poseer una empresa es la capacidad de transformarse desde su médula hasta cada uno de sus modelos de negocio, pero no hay duda alguna de que si el futuro nos depara una nueva revolución, ésta tendrá que ver con la forma en que estamos manejando los datos.
El valor diferencial de una organización radica en cómo extrae información valiosa de sus datos (algo en lo que la inteligencia artificial es un aliado invaluable) y cómo usa esa información para tomar decisiones de negocio. Pero a partir de este momento, mientras ustedes leen estas líneas y el mundo se ajusta entre regulaciones (basta echar un vistazo a los cambios que está requiriendo la General Data Protection Regulation o GDPR en Europa), el desafío se encuentra en cómo seguimos caminando por esa línea de una forma ética y responsable.
Los desafíos de esta nueva economía de datos están captando la atención mundial y planteando interrogantes sobre cómo podemos aprovechar todas sus ventajas, al tiempo que limitamos los riesgos. En un mundo transformado por la información, resulta urgente generar transparencia y principios que garanticen la privacidad y resguardo de los beneficios que se generan al momento de procesar o analizar una gran cantidad de datos.
¿Qué deben hacer las empresas en esta lucha para asegurar la privacidad y brindar confianza? Antes que nada, garantizar un compromiso con quienes son dueños de los datos y guiarse por principios sólidos. Eso sólo puede suceder a través de un amplio compromiso entre todas las organizaciones que obtienen, almacenan, administran, procesan o transmiten información.
Con la adopción de nuevas tecnologías y arquitecturas de negocios basadas en inteligencia artificial y cómputo en la nube, las organizaciones podrán aprender, pronosticar, recomendar y apoyar la toma de decisiones con certeza. Esto hará posible la transformación de los negocios y de la sociedad.
Pero ante esto tenemos que asumir una responsabilidad pública y privada de instalar prácticas que equilibren el libre flujo de datos en esta nueva economía; además de asegurar la privacidad, seguridad y flexibilidad necesarias para resolver desafíos que hasta hace poco parecían insuperables.
Estamos en una nueva era tecnológica, comandada por empresas hiperinteligentes y tanto la responsabilidad como la transparencia son el precio mínimo que deben pagar las organizaciones que desean extraer valor de la información.

 
 
 

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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