Una saga moscovita

11_unasagamiscovitaVasili Aksiónov.
Traducción: Marta Rebón
Navona. Barcelona, 2015
1,216 págs.
Clásicos de Literatura rusa
La literatura rusa, tan proclive a los frescos familiares de carácter histórico, alcanzó una de sus cimas a finales del pasado siglo XX con Una saga moscovita, novela de Vasili Aksiónov (1932-2009) sobre la epopeya de la familia Grádov entre 1925 y 1953, año de la muerte de Stalin.
Su esfera temporal es, pues, la época más férrea del bolchevismo, correspondiente a la dictadura del «hombre de acero». Se inicia con la fiesta de cumpleaños de Mary Vajtángovna, esposa del médico y patriarca de la familia Borís Nikítovich Grádov, en la que el autor nos presenta a los protagonistas: sus hijos Nikita, más tarde héroe de la Segunda Guerra Mundial; Kiril, simpatizante del régimen; y la pequeña Nina, que cultivará la poesía.
En estas páginas los personajes reales, desde el hijo de Stalin al ministro Mólotov, coexisten con los ficticios y, en algunos momentos, interactúan con ellos. Así, Stalin llega a requerir los servicios médicos de Borís, mientras que Lavrenti Beria, jefe del temible servicio secreto NKVD, no oculta su irrefrenable deseo por la hija de Nina. A su vez, la elite cultural aparece representada por Maiakovski, Bulgákov o Ródchenko.
A través de una serie de «entreactos» que aligeran –y contextualizan– la trama, Aksiónov recoge jugosos titulares de la prensa de la época, tanto del bloque comunista como del occidental: el tratamiento dado a las purgas estalinistas, las alabanzas al aparato del partido o sobre la participación de la URSS en los Juegos Olímpicos de 1952. La novela recrea a la perfección la opresión y el miedo que el nuevo orden instauró.
Por supuesto, los Grádov no se libran del acoso. Kiril da con sus huesos en Kolymá, «capital» del gulag en la que Varlam Shalámov encuadró sus célebres relatos. El autor sabe de lo que habla, y se nota cuando describe la pena de cárcel que afrontan Nikita y su mujer, condenas que repercutirán en la siguiente generación de la familia, en particular en Borís IV Grádov, nieto del patriarca, y en el hijo adoptivo de Kiril, Mitia. Al término de la Segunda Guerra Mundial, las autoridades no relajaron su celo, sino todo lo contrario, para evitar el «contagio» del capitalismo entre sus súbditos.
A lo largo de más de mil páginas prevalecen, ante todo, la humanidad de sus criaturas y la lucha por custodiar su libertad frente a cualquier experimento totalitario.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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