¿Melody o la limosnera?

IS341_Zagal_originalHace algunos meses murió Melody y reconozco que me puse muy triste. Melody era un preciosa perrita maltesa que llegó a mi familia recién nacida y vivió con nosotros catorce años. La familia lloró el día de su muerte. Mi sobrina nieta de dos años fue quien más sufrió. Perdió a su compañera de juegos, su amiga, su cómplice. ¿Les cuento? Cuando nació mi sobrina nieta, Melody se puso celosa y rehuía al bebé pero, al poco tiempo, fueron inseparables. La perrita le tenía una paciencia infinita; había crecido junto con ella.
Mi sobrino atesora la urna con las cenizas de Melody en su cuarto. Los primeros días fueron muy difíciles. El silencio en casa era apabullante. La muerte de la perrita fue una tragedia. La relación era tan estrecha que mis sobrinos provocaban a mi padre diciéndole que Melody también era su sobrina. Aunque él refunfuñaba, terminaba abrazándola con cariño.
Revisando fotografías, caí en cuenta de que Melody aparece en todos los recuerdos de las últimas navidades. Incluso Santa Claus le dejaba su regalo en el árbol. Cuando cachorrita, le quitaba al Niño Dios su lugar en el nacimiento, porque le gustaba el calor del musgo del pesebre.  Perdón si resulto un poco cursi, pero cuatro generaciones la quisimos: bisabuelos, abuelos, padres y nietos. Tras su muerte, sopesamos las posibilidades de llenar el vacío. Decidimos que no; Melody es insustituible.
 
CANIS FAMILIARIS
Y, sin embargo, Melody era un perro. Les haré otra confesión corriendo el riesgo de ser políticamente incorrecto. A veces temo que nuestro cariño por los animales sea una cortina de humo para evadir nuestras obligaciones con los seres humanos. ¿Se acuerdan del escándalo de la tienda de mascotas? Dos empleados torturaron a un cachorro y a un roedor. Hecho brutal, cruel, reprobable. Uno de los trabajadores recibió amenazas de muerte y, según contó, su vida se hizo un infierno. Si la gente lo reconocía en la calle, lo agredían verbalmente. ¿Fue proporcionada la reacción? Si no es lícito amenazar de muerte ni siquiera a un secuestrador, ¿se vale amenazar de muerte a un torturador de animales? ¿Qué opinan?
Otra situación que me inquietó la viví en La Condesa, el barrio hipster de la ciudad de México. Comía pizzas en la terraza de un restaurante. El dueño del local ha ordenado que se pongan platos con agua para los perros que pasean por el rumbo. No me parece mal. Un vaso de agua no se le niega a nadie. Esa tarde una anciana se acercó para pedir limosna. (No entraré al debate de si debemos dar limosna). Lo extraño fue la reacción del dueño de la pizzería quien ordenó a sus meseros que despidieran a la anciana. Desconozco los antecedentes. No obstante, el contraste entre el agua para los perros y el maltrato a la limosnera me inquietó. No juzgo. Simplemente externo mi inquietud.
 
LOS ÚLTIMOS PANDAS
Hagamos un experimento mental. Imaginemos el siguiente dilema: tenemos que elegir entre salvar a una pareja de pandas, de cuya sobrevivencia depende la especie, o salvar a uno de los millones de niños que habitan en la tierra, ¿a quién elegiríamos? ¿Por qué?
¿Les suena Peter Singer? Es autor del libro Liberación animal. Este filósofo considera un deber moral evitar el dolor de los seres vivos en la medida de nuestras posibilidades. Según entiendo, Singer no equipara al humano con el animal, pero sí considera que el dolor de los animales no es una trivialidad; el hecho de que no sean iguales a nosotros, no le resta importancia a su dolor. Grosso modo, hasta aquí estoy de acuerdo.
Pero Singer va más allá y acusa a Occidente de «especismo». Este prejuicio discrimina a los animales basándonos en nuestra supuesta superioridad. Así como los blancos discriminaron a los negros por su piel, los humanos despreciamos a los animales porque son distintos de nosotros. Especismo es pensar que el dolor animal es irrelevante porque no son humanos. La liberación animal supone abolir el dominio despótico del homo sapiens sobre los animales.
Intento externar algunos puntos que me inquietan:
 
1.         En el mundo natural, la vida de unos se finca en el dolor de otros. Los leones devoran gacelas; los lobos, conejos. ¿Podríamos sobrevivir los humanos sin provocar el dolor de otros animales? Incluso los veganos estrictos producen muertes. La agricultura excluye sistemáticamente a los pájaros que comen semillas y exterminan muchos insectos. Tenemos colmillos y algunos científicos afirman que el desarrollo de nuestra inteligencia se debió a que nuestros antepasados comieron carne. ¿Hacemos mal siendo carnívoros?
¿Hasta qué punto estamos obligados a eliminar el dolor animal? Por ejemplo, si todos los pollos fuesen criados orgánicamente, millones de niños mexicanos no tendrían acceso a las proteínas de los huevos. ¿Qué hacemos?
Insisto, no estoy haciendo ninguna afirmación, sino poniendo un tema a discusión. El asunto merece un análisis detallado y desapasionado.
 
2.         La acusación de «especismo» hecha por Singer no es descabellada. Sin embargo, tradicionalmente se ha pensado que la dignidad de los animales es diferente a la dignidad humana. ¿Ustedes que piensan? Algunos autores afirman que la racionalidad no justifica una dignidad superior del ser humano sobre los animales. El problema es que actualmente la teoría de los derechos humanos está fundamentada precisamente en la autonomía y en la racionalidad.
Si devaluamos la racionalidad como fuente de dignidad humana, ¿en qué la fundamentamos? Tarde o temprano nos toparemos con dilemas como el de los pandas o el niño. ¿Qué vale más? ¿La vida de un niño o de un panda? ¿Por qué?
 
3.         Liberación animal se enfrenta, también, con las especies domésticas. ¿Qué sería de los canarios y de todas las especies «artificiales»? Existen razas de animales que nunca han existido en estado silvestre. Si dejamos de protegerlas y cuidarlas, las condenaríamos a la extinción.
El asunto es si tenemos derecho utilizar a los animales para nuestro provecho. En la ciudad de México, por ejemplo, están prohibidos los circos con animales, porque se considera que no deben utilizarse para nuestra diversión. Y, sin embargo, nuestros zapatos están hechos de piel vacuna, nuestras medicinas están probadas en mamíferos y drogamos perros para hallar narcóticos. ¿Cuál es el límite para usar a los animales en nuestro provecho?
Pensemos también en la fauna nociva. Las ratas tienen una función natural, pero su exceso provoca muerte. Europa perdió la tercera parte de su población en la Edad Media por la abundancia de ratas que transmitían la enfermedad. ¿Hacemos mal en matarlas?
 
4.         Hablemos de la responsabilidad concéntrica. El hambre en Sudán me concierne; pero no es mi responsabilidad directa. En cambio, sí es mi responsabilidad inmediata respetar al peatón cuando manejo. Sería una hipocresía preocuparme por los niños sudaneses a quienes no veo y, en cambio, atentar contra la integridad física del peatón que pasa frente a mí. No vaya a ser que por preocuparnos de los experimentos en ratas para probar nuevos antibióticos, nos olvidemos de pagarle el sueldo justo a nuestros empleados.
 
5.         ¿El modo como tratamos a los animales revela el modo como tratamos a los hombres? No estoy tan seguro. Algunos países que protegen a los animales con esmero, propician las guerras para vender las armas que producen. Hitler quería mucho a sus perros y despreciaba a la mitad de la humanidad. Salvo los casos patológicos, no existe una correlación contundente entre respeto al animal y respeto al hombre. ¿O sí?
 
¿CÓMO ME ALIMENTO?
Por favor, no quiero que se me malentienda. Repruebo la crueldad contra los animales, pero percibo algunas inconsistencias y cabos sueltos en el discurso de la liberación animal. Hace falta un análisis objetivo y valiente de este tema de ética. Ideologizar la liberación animal puede dañar a los animales y a los seres humanos. Se los digo con sinceridad, los médicos me obligan a comer carne. Simple y sencillamente, una legión de médicos y nutriólogos me han dicho que, en mi caso, no puedo conseguir la calidad y cantidad de proteínas que necesito si no fuese por las vacas, peces y gallinas que me como… ¿Hago mal?

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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