Maylis de Kerangal
Anagrama. Barcelona, 2015
248 págs.
Hay libros que se construyen en torno al pathos griego: los que sirven para superar una experiencia personal a través de la palabra (La hora violeta, de Sergio del Molino) y los que transforman el dolor en preguntas. En Reparar a los vivos no hay más héroes que unos padres que aceptan donar los órganos de un hijo muerto.
La novela somete al lector al sufrimiento que provoca la pérdida de este hijo, y al de saber que tomar la decisión social adecuada supone aceptar de una vez dicha muerte. Los hechos se exponen a partir de enumeraciones concisas; las reacciones se anestesian con lenguaje metafórico.
En el siglo XXI, hasta la muerte es materialista. Reanimamos con recuerdos nuestros cadáveres así como la madre de este muerto acepta que se done todo de él menos los ojos, como si esas esferas gelatinosas guardasen el corazón (el otro corazón, el que es víscera y es lujuria y es anhelo y es miseria; aquel del que brota la humanidad, y no el que bombea nuestra sangre) de un hijo. Queda una reflexión implícita en esta novela: ¿somos un cuerpo o un destello en la memoria de los otros?
La novela recibió premios como: France Culture-Télérmay y el Premio literario Charles Brisset.