A mediados de los cincuenta, la música juvenil sólo tenía la finalidad de divertir y amenizar las fiestas, sin mayor trascendencia; pero, en la década siguiente, Bob Dylan dio un giro importante a las composiciones musicales con letras novedosas y contenidos más «comprometidos». Así, convirtió la música popular en un medio de difusión para propuestas sociales, políticas y económicas; aunque algunos de sus puntos de vista fueran discutibles.
En la canción Señores de la guerra, Dylan critica a los ricos empresarios de la industria armamentista que presionaban al gobierno estadounidense para abrir nuevos frentes de guerra en diversas partes del mundo, pues los beneficiarios serían siempre ellos, se ganaran o perdieran los conflictos bélicos; les dice que juegan con la sangre inocente de los soldados, casi unos adolescentes, y que se llenan los bolsillos de dinero. Esos «Señores de la Guerra» –considera Dylan– pagarán muy caro sus crímenes por sembrar el odio y el mal.
Johnny Cash, el llamado «rey de la música country», compuso diversas canciones, como Hombre de negro, en las que denuncia las graves injusticias cometidas cuando gente inocente iba a parar a las cárceles; o cuando sus juicios llevaban años y al final los soltaban «por falta de pruebas». También denuncia las tremendas desigualdades socioeconómicas en la Unión Americana: miles de habitantes casi mueren de hambre y desatención médica, mientras otros no saben qué hacer con tanto dinero y lo dilapidan en frivolidades.
Eric Burdon, vocalista de The Animals, compuso una melodía que se convirtió en un himno contra la Guerra de Vietnam: Piloto espacial. Burdon narra la visión de un sacerdote que bendice a unos pilotos de combate que lucharán en Vietnam. Aquellos jóvenes vuelan ilusionados con la fama, la gloria y las condecoraciones que recibirán si salen victoriosos; pero la mayoría de los aviones son derribados y los pilotos sobrevivientes tienen que retirarse para salvar sus vidas. Dice la letra: «Allá, en casa,/ muchos padres llorarán». Y en el estribillo de fondo, se repiten las palabras: «Convéncete, piloto espacial,/ tú nunca alcanzarás la gloria con que sueñas». Ésta y otras canciones influyeron en la opinión pública para detener esa guerra suicida y sin sentido.
En los sesenta, los jóvenes universitarios occidentales tuvieron un rápido despertar como ciudadanos y una mayor toma de conciencia política y social, pues se generó un cambio cultural propiciado por músicos como Bob Dylan, Eric Burdon, Donovan, Peter Gabriel, PP&M, Pete Seeger, Lee Hays, Joan Baez y John Lennon, entre otros; así como por intelectuales, comunicadores, catedráticos de universidades y políticos jóvenes.
Ante la postura prepotente y belicista gubernamental de esos años, los universitarios y profesionales jóvenes protestaron hasta lograr una mayor apertura para un diálogo sereno y conciliador, con acuerdos pacíficos para evitar los conflictos.
Deberíamos revivir el espíritu de esa época para lograr mayor conciencia política y dejar de lado las excusas manidas: «quienes participan en política son sólo los corruptos», «no hay nada qué hacer en la cuestión social porque hay intereses turbios», «todo está perdido en la sociedad mexicana».
La acción política tiene un fin nobilísimo, de servicio a los demás, de ayudar a la transformación de una nación. Todos los ciudadanos –jóvenes y adultos, mujeres y hombres, profesionales y estudiantes– debemos hablar y escribir en foros públicos, dirigirnos a los gobernantes para exigirles que cumplan con sus promesas de honradez. De igual forma, debemos participar y colaborar en actividades políticas para salir de este estado de apatía y pesimismo generalizado. Hay que darnos cuenta de que con la unidad y solidaridad de todos se puede cambiar la situación de nuestra atribulada patria, ya sea al ritmo de la música o al ritmo interior de la conciencia