El mundo en el que vivimos desata una competencia implacable en el ámbito empresarial. Mantenerse con éxito exige innovar, sortear la caducidad y alcanzar la trascendencia. La capacidad de innovar se puede adquirir, sólo hace falta seguir cinco pasos.
Gracias al trabajo de personas innovadoras, la tecnología ha avanzado a pasos agigantados, convirtiéndose en lo que es hoy: una herramienta económica, accesible y promotora de creatividad.
¿Cómo repercute este escenario hiperconectado en las empresas? Antes, una organización tenía dos proveedores, ahora puede escoger entre 200. Sin embargo, la globalización no trae sólo beneficios, sino también ciertas desventajas pues, si hoy una empresa tiene 200 proveedores, su cliente tendrá también otros 200.
Tal situación desata una feroz batalla por bajar los precios. Para evitarla es necesario ser innovadores, sólo así podremos ofrecer distintas propuestas de valor. La innovación es una alternativa estratégica para salir adelante. Cuesta trabajo, es disruptiva y poco eficaz al principio, porque funciona a prueba y error, pero tenemos que aprender a utilizarla.
Peter Drucker, considerado el gurú del management del siglo XX, afirmaba que las empresas están para dos cosas: vender, por ello debe satisfacer las necesidades del cliente de manera eficaz y tener una buena relación de costo, precio, volumen y calidad; y para innovar.
Al delimitar las funciones de una empresa es necesario conocer su sector. Michael Porter, ingeniero y profesor de la Harvard Business School, desarrolló un modelo estratégico de cinco fuerzas para evaluar el ámbito en el que se desenvuelve una empresa e identificar: 1) qué tan atractivo es un sector, 2) la fuerza de negociación de sus proveedores y clientes, 3) cuántos productos o bienes sustitutos son su amenaza, 4) qué desafío representan los nuevos competidores y 5) cómo es la competitividad. A estas cinco fuerzas añadiré tres:
Globalización. Acerca los distintos países del mundo y une sus mercados, sociedades y culturas. Nuestro país tiene tratados de libre comercio con 45 países. Compite con ellos. Si bien es evidente nuestro rezago en temas de anticorrupción y abuso de poder, en otros aspectos estamos muy bien parados. Somos el cuarto país exportador de automóviles y funcionamos como ejemplo para naciones que son líderes en el tema.
Desregulación. La globalización exige eliminar las barreras arancelares que pudieran limitar su acción.
Técnicas de información.La tecnología ha avanzado tanto que cada vez es más sencillo saber lo que ocurre en otras partes del mundo.
NO HAY RESPUESTAS ÚNICAS
Stephen Covey decía: «si seguimos haciendo lo que estamos haciendo, seguiremos consiguiendo lo que estamos consiguiendo». Es decir, si queremos resultados distintos necesitamos acciones distintas. Eso es la innovación: hacer cosas diferentes y disruptivas que los clientes aprecien y estén dispuestos a pagar.
Una de las pautas para saber si es necesario innovar es encontrarse con que mi tradicional modo de actuar ya no funciona. Esta señal advierte que ya es momento de empezar a hacer nuevas cosas que generen más valor. Un ejemplo de ello es la invención del iPhone. Meditemos en lo que significó que Apple lanzara el primer teléfono con un costo de 600 dólares cuando no había en el mercado ningún celular en ese precio. Apple no ofrecía un celular, sino una plataforma; un aparato que, entre otras cosas, servía para hablar por teléfono. Su innovación ha ubicado a la empresa en el número cinco de las 500 más grandes del mundo.
El entorno nos exige innovar pero, ¿cómo desarrollar las habilidades necesarias para consolidar con éxito cualquier proyecto creativo? Jeff Dyer, Hal Gregersen y Clayton M. Christensen, en su libro El ADN del innovador, hablan de cinco habilidades conductuales:
1. Capacidad de interrogar
Pregúntate: ¿por qué las cosas no pueden ser de otra manera? Ya lo decía Peter Drucker, lo importante no es encontrar respuestas correctas sino hacer las preguntas adecuadas.
Un ejemplo de tomar diferentes caminos para resolver un problema lo da Ernest Rutherford, Premio Nobel de química en 1908. Un día le preguntó a un alumno cómo averiguaría la altura de una torre con ayuda de un barómetro. Él le dio cinco respuestas distintas. 1) Me subo a una torre, amarro una cuerda al barómetro y la deslizo desde la parte más alta de la torre hasta la base. 2) Tomo el barómetro en un día de sol, mido la altura del barómetro, la altura de la sombra del barómetro y la sombra de la torre. Después hago una regla de tres y listo. 3) Subo a la torre con el barómetro y un cronómetro, aviento el barómetro, mido en cuanto tiempo se estrella, despejo de la fórmula de gravedad y encuentro la altura de la torre. 4) Mido la presión y temperatura de la torre arriba y abajo, despejo la fórmula y encuentro la altura. 5) Voy a la torre, toco la puerta, sale el guardia y le digo: si me dices la altura de la torre, te regalo un barómetro. Ésta es mi respuesta favorita. Lo importante es cuestionarse, no hay respuestas únicas.
Este estudiante era Niels Bohr, quien después ganó el Premio Nobel de Física en 1922. Es el padre de la Física Cuántica, uno de los raros ejemplos en donde él ganó el Premio Nobel y también su hijo, 53 años más tarde.
Hay que tener la capacidad de cuestionarse y decir por qué las cosas deben ser así. Carlos Llano, en las sesiones inaugurales de los programas del IPADE, decía que siempre hay que tener mente abierta y firmeza en criterio. Estar abiertos de mente para captar nuevas ideas y tener firmeza de criterio para saber a dónde vamos y no cambiar como veletas.
2. Observar
Se relaciona con escuchar y entender. Las ideas surgen al observar a otros en el día a día. Por ejemplo, los hermanos Servitje, antes de fundar Bimbo en 1947, notaron que en las panaderías vendían el pan de caja envuelto en papel encerado y los clientes no podían verificar la frescura del producto, llevándose desagradables sorpresas. Se les ocurrió que podrían vender el pan en bolsas de celofán para que el cliente comprobara la calidad del producto. ¿Cómo concibieron esta idea? Observando a las personas en sus compras diarias.
Otro caso de inventiva es Steve Jobs. ¿Cómo decidió entrar al mercado de los celulares en 2007? En ese entonces Nokia dominaba el terreno. Cualquiera podría pensar, ¿para qué entrar a un mercado tan maduro? Hay muchas respuestas. Su modo de ataque, más que agresivo, fue defensivo, pues notó que si no entraba a la telefonía, alguien más tomaría el mercado de sus productos, como el del iPod.
Jobs seguramente concibió su idea al observar a las personas, por ejemplo en la sala de espera de algún aeropuerto. En 2007 la gente hacía antesala mientras hablaba por teléfono, mandaba mensajes de texto, revisaba sus correos en la computadora o en su Blackberry, escuchaba música en su iPod, etcétera. Él tuvo mucha visión, se preguntó por qué no fusionar toda esa tecnología en un solo dispositivo.
Observar con atención siempre trae beneficios. Así lo considera Ratan Tata, creador de un nuevo medio de transporte en la India. En ese país, cerca de cinco personas se trasladan en una sola bicicleta; este empresario pensó que, si creaba un automóvil para cinco personas con un precio ligeramente mayor al de una motocicleta, haría un negocio exitoso. Así nació el Tata Nano.
3. Trabajar en red, cuidar el ecosistema
Para que el sistema trabaje, al diseñar un producto es necesario que todo el entorno esté en sintonía. Saber trabajar en redes y combinarlas para que todos los involucrados obtengan beneficios. Por ejemplo, no podemos concebir el iPad sin aplicaciones, películas, libros, series, accesorios para personalizarlo, etcétera. Cuando todo este ecosistema funciona, existe la innovación.
Tal punto de equilibrio se le ocurrió al matemático y Premio Nobel de Economía, John Nash, personaje que inspiró la película Mente Brillante. Él afirmó que las situaciones están en equilibrio cuando todos los que participan creen tomar las mejores decisiones. En el caso del iPhone, los que venden contenido están satisfechos porque combaten la piratería, los que fabrican accesorios porque hay 700 millones de iPhone en el mercado, los que venden aplicaciones porque hay una base de gente que compra sus productos con frecuencia. Aquí todo marcha en equilibrio.
Un ejemplo típico de creaciones que, por no trabajar en red, no funcionan es la High Definition TV. Ésta existe desde los años 90, sin embargo en esa época no había películas en HD, ni canales que produjeran series en tal formato, etcétera; entonces ¿para qué alguien querría comprar una televisión HD? Tal tecnología fue productiva hasta ahora que existió el BlueRay o Netflix. Dejó de ser una innovación en soledad.
Steve Jobs notó la necesidad de trabajar en redes al diseñar el iPod, pues supo que no funcionaría sin dos cosas: 1) convencer a las casas productoras de música y 2) hacer un sistema operativo que fuera compatible con PC que dominaba 97% del mercado. No tenía caso sacar un sistema limitado, era necesario hacer alianzas.
4. Experimentar
Thomas Alva Edison nació a mediados del siglo XIX, cuando no había radio, televisión, automóvil, aviones, focos, cine o electricidad. La mayoría de esos objetos los inventó él. Comenzó a hacer experimentos a los nueve años, razón por la que obtuvo más de mil patentes y no sólo fue inventor, también empresario, pues fundó General Electric.
Su sistema era experimentar rápido, hacer prototipos e innovar. Siempre decía que la medida real de su éxito era el número de experimentos que podía hacer en 24 horas. De ahí su famosa frase «el genio es 1% inspiración y 99% transpiración».
En el caso de Apple la innovación se volvió un sistema, no una serie de proyectos. Por ejemplo, el primer iPod tenía 5 gigas de capacidad, la pila duraba 10 horas y costaba 400 dólares. La versión más reciente tiene 160 gigas, la pila dura 36 horas y cuesta 250 dólares. Eso es experimentar para innovar y perfeccionarse.
5. Sintetizar conocimientos
Unir todos los puntos. Lo que cuestionamos, experimentamos, armamos en red, etcétera; e integrarlo con pensamiento asociativo. Saber que para innovar hace falta desafiar el statu quo, asumir riesgos y desarrollar las habilidades para interrogar, observar, crear redes y asociar las ideas. Así nace un innovador.