Homero
UNAM. México, 2013
418 pp
Homero, educador
¿Cuántas veces has leído la Odisea? Seguramente al menos una, en preparatoria. Si tu lectura no fue distraída es probable que al menos hayas levantado el libro en una segunda ocasión para leerlo nuevamente o sólo algunos cantos, como el IX, donde los temibles cíclopes son retratados magistralmente. ¿Será el XI en donde Odiseo desciende al Hades para consultar su suerte con el adivino Tiresias? Tal vez el XII en donde las sirenas «de canto divino la voz y floridas praderas» enloquecen a los hombres que se matan por ellas. ¿Qué me dices de la fidelidad y lealtad de Penélope hacia su esposo, al esperarlo pacientemente durante 20 años?
Traducciones hay por montones. En México se leyó por primera vez gracias al trabajo de Mariano Esparza en 1837. ¿Por qué agregar una más a la colección? Sencillamente porque siempre se puede hacer algo mejor. Pedro Tapia, investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, realizó una proeza: su traducción es ágil, amena y recrea el ritmo que el poeta le imprimió a su creación hace casi 30 siglos. Además, para los amantes de lo clásico helenístico, esta versión incluye el texto griego.
La belleza de esta traducción no sólo es estética, sino también cultural. Aborda lo que los estudiosos han denominado la «cuestión homérica»: el problema de si Homero existió; o de si fue quien escribió los poemas, pero no quien los creó; o si Homero en realidad son muchos aedos que compusieron las epopeyas; o cómo comprender que la datación de la creación de ambos relatos es del siglo VIII a.C. donde la escritura aún no se había inventado, siendo que ésta apareció entre el siglo VI y V de la misma era.
Homero fue el primer narrador del mundo Occidental, el primer filósofo, sus personajes son arquetípicos como lo consideraría Jung y las epopeyas fueron los libros con los que los griegos aprendieron historia, ética y antropología. Si los griegos nos educaron a nosotros y Homero educó a los griegos, Homero tiene que estar entre los anaqueles de toda familia Occidental. No deje de (re)leerla al menos una vez por año: tal vez la determinación de Odiseo por regresar a Ítaca con su mujer le dé algunas luces sobre el agitado siglo en que vivimos.