Niños Migrantes, nuevos protagonistas del cine mexicano

El cine ha representado por décadas a esos miles de migrantes que perforan la frontera de Estados Unidos en busca de una mejor vida. Las narrativas ahora tratan de crear conciencia sobre un nuevo fenómeno: niños, que comienzan su propia odisea buscando el lazo intangible del amor familiar.
El cine, uno de los grandes escenarios de lo imaginario, manifiesta la capacidad creativa de la ilusión, se accede a lo inexistente a través de la invención o creación en el intelecto «…afecta los modos de simbolizar de aquello que conocemos como realidad y esta actividad se cuela en todas las instancias de nuestra vida social».1
Múltiples relatos audiovisuales sobre el fenómeno migratorio nutren ese imaginario: las narrativas se definen como «formas y modos en que se muestra o representa la vida»2 y «construcciones culturales que podemos utilizar para entender y expresar elementos como la subjetividad, los puntos de vista de personajes y creadores, la temporalidad de las acciones humanas y, además, interpretar y explicar nuestro propio pensamiento del sentido común».3 Cada sujeto construye la identidad narrativa sobre sus experiencias significativas.
Por lo general, las narrativas sobre migración se produjeron respondiendo a una visión del mundo y a experiencias interpretadas en el tiempo y el espacio. Se representan como un fenómeno social e histórico que implica el destierro de personas, junto con objetos, construcciones, historia, prácticas cotidianas, música, comida… en resumen, las formas en que los sujetos plasman sus costumbres, valores, normas y creencias y constituyen una cultura particular en un territorio específico.
 

EL CINE RETRATA UN ASOMO A LA REALIDAD
El cine mexicano comenzó a trabajar el tema de la migración desde finales de los años 40, con películas como Pito Pérez se va de bracero (1949, Alfonso Patiño Gómez), que emergía de un contexto histórico real. El «Programa Bracero», nacido en Estados Unidos, fue un sistema emergente de trabajadores migratorios basado en la necesidad de fuerza de trabajo que cubriera la escasez de hombres que generó el frente de la IIGM, sobre todo en el ámbito agrícola. La necesidad de levantar la cosecha animó al gobierno norteamericano a un acercamiento con México para que miles de hombres prestaran sus brazos para trabajar en los campos y en los rieles.
Ese programa inauguró un nuevo periodo en la historia de la migración México-Estados Unidos, al trasformar radicalmente el patrón migratorio, que dejó de ser familiar, de larga estancia y dudosa situación legal, para convertirse en un proceso legal, masculino, de origen rural y orientado hacia el trabajo agrícola.4
En los años 50, ya terminada la guerra, el cine mexicano siguió desarrollando argumentos sobre el paso de indocumentados a Estados Unidos para trabajar y mejorar sus condiciones de vida. Búsqueda que se plasmó en cintas como Soy mexicano de acá de este lado (1953, Miguel Contreras Torres) y en una película emblemática, Espaldas mojadas (1953, Alejandro Galindo), que denunciaba el abuso de que eran víctimas los trabajadores migrantes.
A partir de ese film, el tema se convirtió en parte del imaginario social, y sus representaciones cinematográficas reforzaron la idea de que el personaje del migrante debía ser martirizado y victimizado, para que sirviera de ejemplo a los muchos mexicanos que pensaban iniciar el éxodo.
Películas de este tipo fueron El bracero del año (1968, Rafael Baledón), Soy chicano y mexicano (1975, Tito Novaro), Deportados (1975, Arturo Martínez), Somos del otro laredo (Chicanos Go Home) (1976, Ismael Rodríguez) y El puente (La vida de un latino en Estados Unidos) (1985 José Luis Urquieta), entre muchas otras, casi siempre con un enfoque del melodrama tremendista.
La migración continuó como práctica cotidiana en los años 80, el imaginario cinematográfico reprobaba y aleccionaba sobre el viaje y la búsqueda del American Dream. A lo que se incorporó una problemática que empezaba a hacerse patente: el narcotráfico, en donde en medio de un mundo de violencia y traiciones, muchos migrantes pasaron de ser hombres sufridos a sujetos vengativos.
 

BÚSQUEDA INFRUCTUOSA
Primero surgieron películas de frontera como Camelia la tejana, y después se volvió tema constante, con un enfoque dominante: los inmigrantes siempre como víctimas, en películas de calvario. No creo que en los 80 o 90 haya películas con la lucidez de Norteado o La frontera infinita, más bien son trabajos ingenuos, como los de los hermanos Almada.5
A partir de los años 90, con el llamado «nuevo cine mexicano», la migración tuvo nuevas propuestas argumentales, como el cine con moraleja: la presenta como una búsqueda sin éxito, aunque lograran cruzar la frontera, no alcanzaban el triunfo soñado, en películas como El viaje de Teo (2008, Walter Doehner), Al otro lado (2009, Gustavo Loza), Espiral (2010, Jorge Pérez Solano), o Abel (Diego Luna, 2010). La migración era fruto de una necesidad: la crisis económica que alcanza a los sectores más vulnerables; pero el fin de las historias casi siempre es trágico y la enseñanza clara: ser migrante no ofrece estatus, dólares, ni trabajo asegurado, sólo la desgracia y en muchos de los casos la muerte.
 
NUEVO ENFOQUE: LOS QUE SE QUEDAN
Otra propuesta fue no revisar el largo camino del migrante, sino volver la mirada hacia quienes esperan el regreso, pues el fenómeno migratorio rompe vínculos sociales y familiares. Esta línea argumental examina los nuevos roles que adquieren niños y mujeres en la dinámica social, particularmente en películas como Espiral (2010, Jorge Pérez Solano) y Los que se quedan (2008, Juan Carlos Rulfo y Carlos Hagerman).
Tras la aprobación de la Ley 187 que proponía negar los servicios sociales, médicos y de educación a los «ilegales» en California, Sergio Arau filmó la comedia Un día sin mexicanos (2004) que narra cómo una mañana desaparecen de ese estado catorce millones de hispanos, paralizando todos los sectores de servicios.
Este último film retrata la violenta y dramática aventura de los migrantes sudamericanos. Recrea la atmósfera de desolación y miseria de la frontera mexicana; la escandalosa confabulación entre la policía de inmigración mexicana, las bandas violentas de «los Maras», los agentes aduaneros y, en última instancia, el ejército guatemalteco. Una narrativa ágil y diálogos precisos, dan a la historia un enfoque muy convincente, donde estos elementos, más que una denuncia, describen una realidad…6Otra incursión novedosa de los últimos años es ver la migración no sólo como problema binacional, México-Estados Unidos, pues toda América Latina busca ahora el sueño americano. Películas agresivas, en tono de denuncia en donde «la bestia», el tren de carga que atraviesa el territorio mexicano, lleva semana tras semana a cientos de migrantes, que enfrentan sus peores temores en películas como Sin nombre (2009, Cary Joji Fukunaga) o La vida precoz y breve de Sabina Rivas (2012, Luis Mandoki), entre otros.
 
NUEVO ROSTRO INFANTIL
¿Los migrantes son sólo hombres y mujeres que buscan mejores condiciones de vida? En la mayoría de los casos sí, pero el fenómeno ha cobrado un nuevo giro en los últimos años, pues la fisonomía de la migración tiene hoy un rostro infantil.
El cine actual propone en esta ya vieja temática, una arista poco conocida, pero real: día con día la niñez enfrenta la desintegración familiar, aunada a la pobreza, falta de oportunidades y el anhelo de un mejor futuro «al otro lado», a donde fueron padres, tíos, hermanos o vecinos.
Buscan seguir el ejemplo de quienes regresan a su lugar de origen con un gran coche y enormes televisiones, contando historias de éxito. Pero, por cada una de éstas ¿cuántas existen de fracaso y muerte en el desierto? Quieren irse porque aspiran a algo mejor, pero ¿y la complicación del viaje? Llegar y lograr una historia triunfal en Estados Unidos no es fácil; en muchas ocasiones, niñas y niños se preparan para iniciar el viaje en busca de sus familiares o conocidos.
En el proceso migratorio los menores son los más vulnerables a los peligros físicos, naturales y a la continua violación de sus derechos humanos. Los escasos datos sobre el número y sus características socio demográficas limitan las propuestas de política migratoria para protegerlos.
Las fuentes mexicanas no permiten conocer los montos migrantes menores de edad; pero las cifras de repatriados mexicanos que las autoridades norteamericanas devuelven a México, ofrecen una aproximación. La repatriación de mexicanos fluctuó alrededor de 500 mil eventos por año de 2003 a 2007, aumentó en 2008 y llegó a su máximo en 2009 con 601 mil eventos de devolución. La distinción por edad deja ver que en promedio siete de cada 100 eventos se refieren a niños.7
 
VIAJES EN CORRIENTES CONTRARIAS
En este contexto socio histórico, el cine retoma la vieja narrativa y construye nuevos imaginarios como las películas El viaje de Teo (2008, Walter Doehner) y La misma luna (Patricia Riggen, 2007). En ambos casos, el protagonista es un pequeño que vive bajo el cuidado de un padre o madre sustitutos, a quien las circunstancias empujan a cruzar la frontera y refugiarse en la bondad de los extraños.
En la primera cinta, Teo (Erick Cañete) es un niño oaxaqueño de nueve años que vive con su tío; no conoce a su padre, Wenceslao (Damián Alcázar), porque fue encarcelado. Un día Wenceslao vuelve para llevarse a Teo hasta Nogales y pretende cruzar la frontera, pero son víctimas de bajadores que los asaltan y separan. Teo se refugia con una familia que vive al pie del muro fronterizo, en la que otro niño un poco mayor, Chuy (Andrés Márquez), hace de ayudante de polleros para llevar algún dinero a su mamá. Teo y Chuy fortalecen su amistad y como el padre de Teo no regresa con los deportados que llegan cada día, deciden que Teo intente el siguiente cruce que lidere Chuy.
La película refleja lo que pasa en el país, busca reflexionar sobre la situación en México, porque ahora las iniciativas de leyes migratorias en Estados Unidos son para naturalizar a los inmigrantes. Hay 10 millones de mexicanos, o sea 10% de nuestra población, que antes querían volver a México, lo que ya no está sucediendo.8
El Festival de Cine de Montreal, en la sección del Mundo, reconoció la película con la mención especial del Jurado Ecuménico, por mostrar a través de los ojos de un niño la historia universal de quienes dejan su país de origen en busca de mejores oportunidades de vida. En el 22 Festival Internacional de Cine de Guadalajara, recibió el premio Cine en Construcción Rubén Gámez y en la primera edición del Festival Internacional de Cine de la Frontera, fue condecorado con la Duna de Plata en la categoría de largometraje mexicano.

Dice el director: «La historia de Teo es un símil del país; es un niño puesto frente las puertas de la patria, con el empujón de cruzar al otro lado. Le quité la necesidad económica, los padres cruzan por dinero, él lo hace por la imperiosa necesidad de rescatar a su familia, de tener a su familia. Veo un poco así al país. Se van nuestros inmigrantes, antes volvían, ahora se están quedando; estamos perdiendo toda una generación de compatriotas […] Antes, de un grupo de 20, los 20 eran hombres, ahora, de ese mismo conjunto seis son hombres, 10 mujeres y cuatro niños. Paradójicamente, mientras más difícil es pasar, los que lo hacen son los más vulnerables…».9
Otro elemento importante en la cinta es el abandono, pues muchos niños son llamados «al otro lado» para acompañar a sus padres; el problema es lo riesgoso del camino, y que quedan en manos de la necesidad y de la problemática de una frontera criminalizada y sobreprotegida.
Al tiempo que se realizaba El viaje de Teo, coincidentemente se filmó La misma luna, que obtuvo inusitado éxito en taquillas estadounidenses. Cuenta la historia de Rosario (Kate del Castillo), una mujer del norte de México que trabaja ilegalmente en Los Ángeles como empleada doméstica. Emplea parte del poco dinero que gana para sostener a su hijo de nueve años, Carlitos (Adrián Alonso), quien vive con su abuela enferma. El único contacto entre ambos son las llamadas telefónicas que ella le hace la mañana del domingo.
Cuando muere su abuela, Carlitos decide escapar e intenta reunirse con su madre. Cruzar la frontera será el menor de los problemas que enfrenta para llegar a los barrios latinos de la ciudad californiana. Como una aventura de coraje infantil, la trama le coloca en el camino a otros personajes, paisanos mexicanos, que le brindan solidaridad.
Es una paradoja histórica, los mexicanos sufren humillaciones por ir a un territorio que les fue arrebatado por la expansión unilateral de Estados Unidos. En este caso, los personajes son el niño que cruza la frontera para buscar a su madre, en tanto ella desea regresar a México, cansada de tanta afrenta y en búsqueda del hijo. Dos viajes en corrientes contrarias…10
 
CONSTANTE LUCHA CONTRA LA NOSTALGIA

Miles de migrantes indocumentados, perforan la frontera de México y Estados Unidos en busca de una mejor vida para los suyos. Realidad recurrente manifestada en numerosas ocasiones a través del séptimo arte mexicano, que ha incursionado desde diversas narrativas tratando de crear conciencia sobre el fenómeno, incursionando en los últimos años con nuevos sujetos migrantes: niños, que comienzan su propia odisea buscando ese lazo intangible del amor familiar.
En estos viajes se da una lucha constante contra la nostalgia, solo una de las cadenas que arrastran los indocumentados en Estados Unidos. Aunque en el caso de los niños, el silencio es la condición necesaria para partir, atravesar la frontera y subsistir en un país en donde tuvieron que resignarse a otro gran silencio, dado que desconocen costumbres, tradiciones y lengua. Además, pocos se interesan en ellos y en sus expectativas.
El cine mexicano contemporáneo se resignifica y redefine: al mostrar la migración infantil, ofrece la posibilidad invaluable de mirarnos, en ese proceso de aprendizaje del mundo a través de imágenes que se vuelven cada día más, lo cotidiano, lo conocido, lo imaginado y lo temido, proyectando a los espectadores, imaginarios del migrante con nuevos rostros de niños.
 
 
Notas finales
1 Armando Silva, Los imaginarios urbanos. Bogotá y Sao Paulo: Cultura y comunicación urbana en América Latina, p. 80.
2 Armando Silva, Op. cit., p. 111.
3 Miguel Ángel Aguilar, «Narrativas» en Seminario: Cultura e identidades. FLACSO-México.
4 Jorge Durand, «El programa bracero (1942-1964). Un balance crítico. Migración y desarrollo». Disponible en internet en: http://redalyc.uaemex.mx/pdf/660/66000902.pdf [acceso 11/I/ 2013].
5 Héctor González, «Cine y migración: Entre la denuncia y el melodrama». Milenio. Disponible en internet en: http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/8782986 [acceso 12/XII/ 2012].
6 Verónica Sánchez Marín, «La vida precoz y breve de Sabina Rivas». Revista Chilango. Disponible en internet en: http://www.chilango.com/cine/pelicula/la-vida-precoz-y-breve-de-sabina-rivas [acceso 20/XII /2012].
7 Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, Niños y adolescentes migrantes en México, 1990-2010, p. 23.
8 Jorge Caballero, «El viaje de Teo: La migración vista desde la óptica infantil». La Jornada. 1/X/2008, México, Secc. Espectáculos, p. 16.
9 Ibidem., p. 17.
10 William Venegas, «Crítica de cine: La misma luna». La Nación. Disponible en internet: http://wvw.nacion.com/viva/2008/agosto/12/viva1657886.html [acceso 12/VII/ 2008].
 

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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