Mientras que algunos países como México, creyendo imitar a otros más desarrollados, nos damos prisa en aprobar leyes que facilitan el rompimiento del matrimonio, Estados Unidos y el Reino Unido, al constatar el daño social que provoca que se rompan las familias, van de vuelta en ese camino. Dos notas informativas dan cuenta de diversas medidas que están aplicando, cuyo mayor interés es promover que los niños y jóvenes crezcan en hogares con padre y madre.
Juan Meseguer
Cuarenta años después de que se instauró el divorcio exprés en Estados Unidos, varios estados están tratando de llevar la calma a los juzgados, con iniciativas de leyes que establecen períodos de reflexión y con programas educativos financiados con dinero público.
El objetivo es lograr que cale en la sociedad la idea de que disolver el vínculo tiene que ser más complicado que casarse, y que cuando los matrimonios entran en crisis, es posible arreglarlos antes de romperlos.
Desde que en 1969 California aprobó el divorcio a petición de una sola parte y sin necesidad de alegar causa alguna, muchos estados norteamericanos se lanzaron a facilitar la disolución del vínculo matrimonial. Esa oleada de leyes divorcistas se reflejó pronto en el aumento de rupturas. Entre 1970 y principios de los 90, la proporción de divorciados creció de 16% a 23%
El debate sobre el divorcio se planteó en su día como un problema de autonomía personal. Bajo la bandera de la liberación, el movimiento feminista y la revolución sexual lograron derribar las trabas al deseo de disolver el matrimonio. Pero estas reivindicaciones dieron la espalda a la aspiración de otro grupo de esposos: aquellos que, de haber tenido herramientas suficientes, hubieran preferido reconciliarse antes que solicitar el divorcio.
LAS PRISAS IMPIDEN LA RECONCILIACIÓN
Una investigación realizada por William J. Doherty, profesor de Ciencias de la Familia en la Universidad de Minnesota, y la magistrada Leah W. Sears, ex presidenta del Tribunal Supremo de Georgia, ha puesto de relieve que las tasas de divorcio suelen ser más bajas en aquellos estados que exigen largos períodos de reflexión (uno o dos años) desde que se solicita el divorcio hasta que se reitera la voluntad de disolver el vínculo.
A la vista de estas conclusiones, en 2011 Doherty y Sears presentaron la «Second Chances Act», una iniciativa legislativa a favor de establecer en Minnesota un período de reflexión de un año. Junto al tiempo de enfriamiento, el proyecto propone que se implante un curso sobre las consecuencias del divorcio en los hijos y en los adultos. Además, aconseja ofrecer un curso de formación a quienes piden el divorcio para ayudarles a reconciliarse.
Aunque la iniciativa no ha prosperado todavía en Minnesota, ya ha inspirado proyectos de ley similares en otros estados. En abril de 2013, el Senado de Carolina del Norte –estado con una de las tasas de divorcio más elevadas del país– admitió a trámite la «Healthy Marriage Act». Iniciativa que propone ampliar el período de reflexión a dos años, a la vez que exige a quienes piden el divorcio asistir a un programa de formación.
En Texas y Georgia se están discutiendo dos proyectos de ley parecidos, para ampliar los períodos de reflexión a 6 y 11 meses, respectivamente.
TRABAJAR JUNTOS EN LA ADVERSIDAD
Louisiana fue uno de los primeros estados que reaccionó frente a la fácil posibilidad de divorciarse. En 1997 aprobó una ley que permite la opción voluntaria por un tipo de matrimonio blindado o «matrimonio-alianza» (covenant marriage), disoluble en excepcionales supuestos y bajo ciertas condiciones. Por ejemplo: los esposos se comprometan a buscar el asesoramiento de expertos antes de acudir a los tribunales. Otros estados que lo han admitido son Arizona y Arkansas.
Aunque son pocos los que se han acogido a este régimen (2 de cada 100 matrimonios en Louisiana), el sociólogo Bradford Wilcox –director del National Marriage Project de la Universidad de Virginia– explica que la experiencia está siendo positiva, ya que hay menos rupturas entre este tipo de matrimonios. Algo que se explica, dice, «por el mayor sentido del compromiso de quienes acuden a esta fórmula y porque saben que divorciarse bajo este régimen es más complicado».
Louisiana también se ha sumado al grupo de estados que se están planteando abandonar el divorcio exprés. La Coalición por la Reforma del Divorcio, fundada por el terapeuta familiar Mike McManus, ha presentado al gobernador la «Parental Divorce Reform Act». Esta iniciativa pretende establecer un período de reflexión de 8 meses cuando los matrimonios no tengan hijos (la ley vigente sólo exige dos meses) y mantener el de un año previsto para los matrimonios con hijos.
En ese tiempo, los padres deben asistir a un curso sobre las consecuencias del divorcio en niños y adultos y participar juntos en un programa que enseña habilidades para mejorar la comunicación y el manejo de tensiones. La «Second Chances Act» lo aconsejaba, pero no lo exigía.
«COACHING MATRIMONIAL» Y OTRAS PROGRAMAS
A finales de los años 90, Mike McManus y su mujer Harriet fundaron la organización Marriage Savers4 para ayudar a las parejas de novios a prepararse para el matrimonio. Gracias a un sistema de asesoramiento, un grupo de matrimonios con experiencia se encargó de instruir y acompañar a 288 parejas. De ellas, 58 decidieron no casarse, lo que no disgusta del todo a McManus. La mejor noticia es que de las 233 parejas que sí se casaron, diez años después, solo siete se habían divorciado.
Este es uno de los cinco programas de formación –muy baratos, por cierto– que integran la estrategia «Community Marriage Policy», creada por los McManus. Más de 10 mil pastores, sacerdotes y rabinos de EUA la han puesto en marcha para sus fieles en 223 ciudades o condados. Los otros cuatro programas son:
«Diez grandes citas». Durante diez sábados consecutivos, los matrimonios acuden a un local parroquial para ver un video de unos 20 minutos sobre cuestiones familiares. Después, cada matrimonio se va a cenar por su cuenta para comentar el video. Parte del éxito de este programa es que la parroquia organiza un servicio de guardería para los hijos, lo que permite a sus padres disfrutar de diez citas a solas.
El programa «Mentor Couples» convierte en formadores a quienes han superado serios problemas matrimoniales (infidelidad, bancarrota…). Estas personas llevan esperanza y consejos experimentados a otros matrimonios que están atravesando la misma situación.
«Marriage 911» es un programa de apoyo personal pensado para los matrimonios en que uno de los cónyuges quiere el divorcio y el otro busca la reconciliación. Durante 12 semanas, el cónyuge que busca salvar su matrimonio recibe acompañamiento de otro casado de su mismo sexo.
«Stepfamily Support Group». Los padrastros y las madrastras no siempre lo tienen fácil cuando llegan a una familia. Pero los McManus creen que la situación es más llevadera cuando se acompañan de otros que comparten su misma experiencia en un grupo de apoyo.
ORIENTACIÓN FAMILIAR CON FONDOS PÚBLICOS
En estos momentos, el objetivo de los McManus es lograr que los estados financien con dinero público su estrategia «Community Marriage Policy». La idea no es disparatada. De hecho, desde hace años varios estados ofrecen cursos gratuitos de orientación familiar que imparten organizaciones cívicas. Casi todos se dirigen a matrimonios de estratos sociales bajos, el sector de población donde se producen más divorcios en EUA.
En Utah ocho condados imparten un curso de formación creado en 1998 por la Universidad Estatal de Utah y la organización Stronger Marriage.1 Lo financia el programa federal Temporary Assistance for Needy Families (TANF), cuyos fondos suelen destinarse en otros estados a subsidios para hijos de divorciados de familias pobres.
La «Oklahoma Marriage Initiative»,2 lanzada en 1999 por el Departamento de Servicios Humanos de ese estado, utiliza también los recursos del TANF para financiar programas que atienden a personas con distintas necesidades: padres primerizos; matrimonios en crisis; abuelos que cuidan a sus nietos; parejas con apuros económicos…
En Tennessee, la organización «First Things First»3 ofrece cursos de orientación familiar destinados a tres objetivos: reducir la tasa de divorcio; reducir el número de nacimientos fuera del matrimonio; y promover la implicación del padre en el hogar. Comenzó en 1997 con financiación privada y ahora recibe fondos públicos.
El Relationship Skills Center4 de Sacramento, California, utiliza fondos del TANF para dar facilidades a los asistentes: hay servicio de guardería y de transporte. Sus programas enseñan habilidades de comunicación, manejo de tensiones y economía familiar.
Todos estos estados, en los que está legalizado desde hace años el divorcio unilateral sin causa, están de vuelta. Y ahora destinan sin problemas parte de los presupuestos públicos a ayudar a los matrimonios a que permanezcan casados. Aceprensa
LO QUE CUESTA LA RUPTURA FAMILIAR
Fernando Rodríguez-Borlado
El «Centre for Social Justice» (CSJ), fue fundado en 2004 por el actual ministro de Trabajo y Pensiones del gobierno de Cameron, Iain Duncan Smith. En sus informes sobre la sociedad británica ha dedicado particular atención a los factores sociales que provocan la pobreza. El informe publicado recientemente es el que con más profundidad ha fijado el foco en cómo las distintas estructuras familiares influyen en el desarrollo de la sociedad.
A la vista de los datos de este estudio, cabe afirmar que el Reino Unido padece una auténtica epidemia familiar, en la que resulta especialmente llamativa la progresiva desaparición del padre. Algunos números ilustran esta situación: más de tres millones de niños (aproximadamente 25% de toda la población infantil británica) viven en hogares monoparentales; la proporción aumenta conforme a la edad del niño: a los 15 años, el porcentaje de niños en familias separadas llega a 45%; en cerca de 90% de estos hogares está ausente el padre, y 4 de cada diez niños criados sólo por su madre (en total, cerca de un millón) apenas tiene contacto con su padre.
El informe se cuida de no hacer una valoración moral de la separación o el divorcio, pero recuerda que los niños criados en hogares monoparentales (madres separadas o solteras por elección) o con padrastros tienen dos veces más posibilidades de fracasar en el colegio, sufrir problemas de autoestima y de conducta. También aumenta la incidencia de embarazos juveniles, lo que a su vez está asociado a futuras familias frágiles. La proporción de hogares pobres es 2.5 veces mayor en los monoparentales que en los estructurados en torno a un matrimonio.
El auge de la cohabitación es también un dato negativo para la estabilidad social, ya que –según los datos del informe– las parejas del Reino Unido en régimen de cohabitación tienen tres veces más probabilidad que los matrimonios de estar rotas (incluso si posteriormente se han casado) para cuando el primer hijo cumple cinco años. Los adultos que cohabitan sin compromiso matrimonial han pasado de 2% en 1960 a 16% actualmente; y este tipo de uniones ya representa una de cada cuatro familias con hijos.
PROMESAS Y COMPLEJOS DE LOS CONSERVADORES
Cuando David Cameron llegó al poder, anunció que su gobierno promovería las relaciones familiares estables, aunque prefirió no hablar abiertamente de matrimonio. El CSJ le pidió que dejara clara la opción preferencial por el matrimonio sobre las parejas de hecho y que la fomentara con una política fiscal más favorable para las parejas casadas. Sin embargo, como recuerda el CSJ, tres años después la promesa de los incentivos fiscales para los matrimonios aún no se ha concretado, aunque el CSJ sí reconoce los méritos del programa Troubled families para ayudar a familias en riesgo de desestructuración.
Frecuentemente el partido conservador ha echado la culpa a la falta de apoyo de su aliado liberal demócrata para no haber propuesto más reformas destinadas a favorecer el matrimonio. Con la reciente aprobación del matrimonio homosexual, el partido conservador ha terminado de traicionar su apuesta por el modelo de familia que más beneficios sociales y económicos ha demostrado.
El informe del CSJ, aunque no menciona el matrimonio homosexual, sí recrimina a los conservadores por haberse dejado llevar por la dulce retórica de los «distintos modelos de familia». «Decir que el tipo de familia es irrelevante no es cierto del todo, y al final resulta contraproducente. Debemos madurar nuestro discurso político sobre la familia».
FALTA DE MODELOS MASCULINOS
Uno de los aspectos derivados de la epidemia familiar británica es la desaparición progresiva de la figura del padre. En casi 90% de los hogares monoparentales forman la familia la madre y los hijos.
A la ausencia del padre en la familia se suma la falta de profesores, especialmente en la etapa primaria. Según datos del CSJ, 25% de los colegios británicos no tiene ni un solo profesor varón en su plantilla, y 80% de los centros públicos de educación primaria cuenta con tres o menos.
El informe del CSJ cita numerosos estudios que muestran la repercusión negativa en los hijos de la falta de un padre en el hogar. Aceprensa