La exposición a pornografía infantil en internet incita a potenciales violadores a cometer delitos de abuso. El gobierno británico combatirá el problema desde varias trincheras, desde obstaculizar el acceso a materiales sexuales con alta violencia, hasta combatir los vacíos legales en contra de su difusión.
Google, Yahoo y otras compañías de la tecnología y la información recibieron un ultimátum del primer ministro británico David Cameron: tienen de plazo hasta octubre de 2013 para presentar un plan concreto para bloquear en la red las búsquedas de contenidos relacionados con los abusos sexuales contra niños. En caso contrario, Downing Street promete aplicar directamente una ley más rigurosa que las fuerce a hacerlo.
Para Cameron, se trata de un «imperativo moral». En el país, según cifras del Centro de Lucha contra la Explotación Infantil (CEOP), 190 mil menores (1 de 58) sufrirán en algún momento, antes de los 18 años, un contacto sexual abusivo por parte de personas ajenas a su familia (cada año se reportan 10 mil nuevas víctimas), y la difusión en la web de pornografía infantil puede estar afinando el gusto de potenciales o reales violadores, e instigándolos al delito.
«No perdamos de vista –advierte un informe del CEOP– que cada imagen de abuso sexual contra un niño es una escena criminal, y que cada vez que se ve esa imagen, el niño vuelve a ser explotado. Además, los que acceden a esas imágenes tienen a menudo un interés sexual por los niños y lo manifiestan de modos cada vez más destructivos».
Al día de hoy, según datos de esa entidad, circulan por la red unos 2.5 millones de imágenes de abuso sexual infantil. Y la perversidad se ha ido «sofisticando»: un estudio efectuado con material recogido entre 2008 y 2010 detalla un aumento de 7.6%.
Advertencias a los «curiosos»
El plan del ejecutivo británico iría en varias direcciones. Una sería limitar el acceso de los niños a contenidos pornográficos. Antes de concluir 2013, se preguntará a 19 millones de hogares conectados a internet si desean que se les active un filtro que evite el acceso de los chicos a sitios de esas características, y que advierta a los padres de los sitios que visitan sus hijos. A partir del año próximo, las nuevas conexiones llevarán el filtro por defecto, y quien no lo quiera tendrá que decirlo expresamente.
Otra medida es la orden a las compañías de internet de que obstaculicen el acceso a pornografía infantil. «Poned a trabajar vuestros brillantes cerebros en esto. Vosotros no estáis separados de nuestra sociedad; sois parte de ella y tenéis que desempeñar un papel responsable en esto», advirtió el primer ministro conservador. «Es tan sencillo como bloquear ese aberrante material en la red».
Según el plan gubernamental, se publicará una lista de páginas web donde se ha identificado contenidos vinculados al abuso de menores. Dichos sitios ya han sido eliminados, de modo que los internautas que pretendan visitarlos encontrarán una advertencia sobre las imágenes ilegales que contenían.
Mediante dicho aviso, el «curioso» podrá tomar nota de que si persiste en búsquedas de este corte puede perder su trabajo, se pueden afectar sus nexos familiares, y que incluso se le puede vetar el acceso a sus hijos. Como complemento, se le redirigirá a la página de «Stop it now!», el programa nacional de prevención del abuso sexual infantil, que ofrece a los adictos ayuda profesional para cambiar su comportamiento.
De un crimen perverso a otro peor…
Puesto a dar la batalla en varios frentes, el Ejecutivo conservador ha tomado nota igualmente de que existen vacíos legales acerca de la difusión de materiales sexuales fuertemente violentos, como es el caso de la pornografía que ilustra violaciones. Dado que uno de los componentes de la formación del carácter es la imitación de modelos, no hay que tener mucha imaginación para enterarse de qué tendencias se exacerbarán en los espectadores habituales –y nada críticos– de estos contenidos.
Un artículo del Wall Street Journal1 cita un estudio de la psicóloga Susan Fiske, de la Universidad de Princeton, quien en 2010 aplicó un escáner cerebral a un grupo de hombres mientras veían pornografía. Los resultados arrojaron que todos ellos veían a las mujeres como objetos, más que como personas, ingrediente psicológico que no les falta jamás a quienes cometen agresiones sexuales contra ellas.
Igualmente, los individuos que se recrean con imágenes de abuso sexual infantil, muy poco trecho ven entre su perverso disfrute y la posibilidad de ponerlo en práctica personalmente. Si, ante la pornografía legal, la tendencia psicológica es la cosificación de otro ser humano, el resultado de acceder a materiales que muestran manifestaciones sexuales claramente condenadas por el grueso de la sociedad, por involucrar a menores, provoca sin dudas un mayor deterioro moral en el individuo y aumenta la posibilidad de que reproduzca el mismo crimen.
Según un informe del CEOP en 2012, entre 77 y 87% de los convictos por agresiones sexuales a niños emplearon imágenes de abuso sexual infantil para incitarse a cometer el delito, para mostrarle al niño la «normalidad» de algo así, o para enseñarle cómo comportarse durante la violación.
Nota final
1 http://online.wsj.com/article/SB10001424127887323628004578456710204395042.html