El Santo. Mito y símbolo de dos corrientes: intelectual y popular

¿A qué responde esa corriente de intelectuales y artistas que se identifican con El Santo? Resulta que ese personaje, entre real y ficticio, que emergió de la lucha libre, se convirtió en fiel espejo de la cultura popular y así, quienes desean revalorizar el folklore o jugar con lo kitsch, encuentran en él, ese «cierto encanto» de la leyenda y el mito.
Santo, el Enmascarado de Plata existió entre la verdad y la ficción. Portador de brillante máscara y larga capa, su imagen se adaptó a los signos propios de un paladín de la justicia.
En dos de tres caídas, sin límite de tiempo, con el cuadrilátero como altar ceremonial, el ídolo de las multitudes alcanzó las cumbres de la grandeza y fama deportivas, ofreciendo un ritual fascinante que lo convirtió de hombre en luchador, y de luchador en superhéroe.
Cuando el dibujante y editor José Guadalupe Cruz lo hizo protagonista del célebre cómic con su nombre lo transformó en ícono imbatible y milagroso. Como personaje fantástico de la historieta, El Santo se convirtió en auténtico ídolo, sus historias invadieron los puestos de revistas de todo el país, con tirajes semanales que superaban el millón de ejemplares.
Lo que realmente transfiguró al Santo en mito y símbolo de la cultura popular mexicana, fue su incursión en la cinematografía. En alrededor de 53 películas escenificó, para un público ávido de aventuras, a un gladiador invencible, héroe de carne y hueso. Esos films originaron incluso un subgénero autóctono: el cine de luchadores enmascarados con superhéroes que emergían de las arenas populares.
En sus películas, El Enmascarado de Plata, asumió el papel de defensor de los desamparados y guardián de la estabilidad social, enfrentó a las más góticas expresiones del mal: zombis, vampiros, marcianos, brujas y momias, sin descuidar el encanto femenino, con lo que se ganó la categoría de leyenda.
 
ÍCONO DE LA CORRIENTE FOLKLORISTA
Tratar de entender a Santo El Enmascarado de Plata como ícono de la cultura popular mexicana, requiere revisar qué entendemos por cultura o culturas populares.
El concepto popular tuvo una suerte de transformación histórica: desde lo popular como propiedad del pueblo (lo que es lo propio del pueblo) a lo hecho para el pueblo, a lo consumido por el pueblo…1
En nuestros días la comprensión cabal de los pueblos sólo es posible si se toman en cuenta las ideas, creencias y realizaciones de toda la colectividad, sin importar la categoría social de sus integrantes. Términos como rusticidad, ignorancia y superstición pierden terreno por su connotación peyorativa, e intelectuales y artistas buscan identificarse con los sectores sociales no-elitistas para incorporar en su creación y reflexión, elementos de cultura relacionados con el pueblo en una corriente folklorista.
El Enmascarado de Plata se convierte en sujeto activo de una pluri-manifestación cultural, es: deportista y espectáculo deportivo, personaje de un cómic, estrella de cine y héroe de la vida real. En cualquiera de esos roles, el hecho fundamental es que proviene del pueblo, de raíz humilde, en total afinidad con las clases desposeídas, se conoce su origen y desventuras por salir adelante. Físicamente es moreno, de estatura media y un poco calvo.
Es el personaje que inspira al chofer de camión, al velador, a la manicurista, al peluquero, pues no es un héroe ficticio con doble personalidad: un adalid de tiempo completo que llega a la Arena México con máscara y capa en un Ford Galaxy 500, que compra tacos y quesadillas en los puestos de la esquina, como atestiguan las maravillosas estampas fotográficas realizadas por Lourdes Grobet, con lo que se construye en el imaginario colectivo la idea de un titán alcanzable.
El Santo no es un héroe de, ni para la élite, sino producto del pueblo desde la perspectiva de la corriente cultural popular folklorista y, en muchos sentidos, es el pueblo mexicano que se vuelca en la búsqueda aspiracional.
 
«PESE A TODO, TIENEN CIERTO ENCANTO»
El Santo llegó al público a través de canales de comunicación masivos. Desde la historieta, que siempre fue un vehículo muy aceptado entre públicos no-elitistas, hasta los medios audiovisuales. Estos últimos, clave para alcanzar a las «grandes masas»; el cine, por sí mismo, resultó durante su vida uno de los vehículos de difusión más importante.
Sin embargo, El Enmascarado de Plata se adaptó también a las nuevas tecnologías. Del cine saltó a la televisión y gracias a la programación ininterrumpida de sus películas durante más de 30 años en Televisa, su figura trascendió a su propio tiempo para insertarse en el imaginario de las siguientes generaciones.
Los videogramas de uso casero –legales o ilegales– desde el videocasete VHS hasta el DVD, ofrecieron al héroe nuevos medios de entrada con profundo alcance a los hogares del pueblo, menos efímeros que el cine y la televisión, que una vez terminada la proyección se acaba el contacto con el mensaje cultural. Sin embargo, con el videograma, la película forma parte del acervo familiar, incrustado en la cultura doméstica. Incluso, a más de cuatro décadas de su primera película, llega a los internautas por medio de YouTube.
Las películas de El Santo fueron vehículos de entretenimiento sin pretensiones artísticas, y a pesar de ello tuvieron éxito por sí mismas, como hecho cinematográfico, pues
…se afincó un gusto en un público conformado mayormente por niños y adolescentes, que se convirtieron en auténticos fanáticos de esta expresión, que con el paso del tiempo fue enriqueciendo sus tramas con la incorporación de villanos que no pertenecían a este mundo, monstruos, extraterrestres y fantasmas, se filtraron a las historias de estas cintas, logrando resultados francamente delirantes, pero bienvenidos como un boleto a la fantasía y la evasión de toda una generación de incipientes cinéfilos.2
El Santo adquirió la grandeza de quimera en las culturas populares mexicanas y empezó a producir su propia mitología ante un público que lo admiró, al principio en salas de barrios populares para después dar paso a un espectador culto que descubrió al personaje y su estética, lo que resultó fuertemente atrayente, aunado a la multiplicidad de narraciones que poco a poco enaltecieron el significado del ídolo.
Así, al mismo tiempo que sus películas son implacablemente criticadas por su cuestionada calidad, fueron celebradas por miles de espectadores y por una industria nacional que requería héroes-dioses.
Todo empieza con una reseña que apareció en la revista francesa Midi-Minuit, en un número dedicado al cine fantástico, publicado en noviembre de 1965. Ahí, el crítico Luis Gasca reseña una retrospectiva de cine fantástico durante el festival de San Sebastián, de ese mismo año. Gasca cuenta con cierta picardía que tras abusar de la sangría típica de la región, se proyectó en ese ciclo Santo contra las mujeres vampiro, de Alfonso Corona Blake. El texto hace una rápida comparación de El Enmascarado de Plata con un ídolo galo de los años 50, conocido como el Ángel Blanco, y destaca la carga erótica representada por las chicas chupasangre, así como la tímida insinuación lésbica del filme. Décadas después, otra publicación francesa se ocupa del cine de El Santo, aunque esta vez es menos generosa. La revista Mad Movies, aparecida en 1978, se dedica a la génesis del cine fantástico mexicano, y la pluma de Stéphane Bourgoin [crítico francés] se ensaña describiendo los errores de producción de esas cintas y echa todo el género de luchadores en el costal maldito del cine de bajo presupuesto. «Son de una mediocridad constante», dice Bourgoin, y sin embargo, admite, «pese a todo, tienen cierto encanto».3
 
UNA QUIMERA DEL BIEN Y LA JUSTICIA
El mito es una realidad cultural muy compleja que puede abordarse desde múltiples y complementarias perspectivas. Los mitos relatan no sólo el origen del mundo y del hombre, sino también acontecimientos primordiales a consecuencia de los cuales todo es como es; es decir, la organización, la sociedad, el trabajo, etcétera, pues si el mundo y el hombre existen, es porque los seres sobrenaturales han desplegado una actividad creadora en los comienzos.
Carlos García Gual afirma que, aunque en la mayoría de los mitos intervienen personajes divinos, hay ocasiones en las que los héroes son incluso más importantes que los propios dioses. El Enmascarado de Plata se configura en la cultura popular como un mito que lleva a cabo grandes hazañas en diferentes escenarios para construir un mundo mejor. Es el relato de una creación: una sociedad mexicana justa e igualitaria con un vigilante para que así sea.
Santo El enmascarado de Plata encarna la irrupción de lo sagrado o sobrenatural en el mundo, pues conjunta valores y virtudes para enfrentar al mal, sobre todo en el ámbito cinematográfico donde títulos como Santo vs. el cerebro del mal (1958, Joselito Rodríguez),  Santo vs. las mujeres vampiro (1962, Antonio Corona Blake) o Santo vs. los zombies (1961, Benito Alazraki) dan cuenta de los orígenes de su mitología.
Recordemos el ritual en la historieta, donde el padre a punto de morir transmite al hijo el emblema que mantiene el secreto de la bondad y virtud, para así tener la facultad de obrar en pro del bien y la justicia, guardar la incógnita tanto para ocultar como para representar, pero ¿qué oculta?, ¿qué representa?, y mejor aún, ¿quién será el Santo? Una leyenda, una quimera, la encarnación de lo más hermoso. El bien y la justicia. Ése es el Santo el Enmascarado de Plata. Las sugerentes frases demuestran la indiscutible preocupación por explotar al héroe, pero en su explotación, el mito se va construyendo, va alimentando la carga simbólica del personaje o de la máscara plateada (que es lo mismo), va creando la leyenda, la quimera que configura ciertas necesidades sociales, puesto que el mito ha representado siempre un intento de ‘leer’ el mundo; antes de ser un relato canónico que se repite y se innova, es una estructura de sentido social que cobra significado únicamente en la evocación del relato.4
Los símbolos de la mitología no se fabrican, no pueden encargarse, inventarse o suprimirse permanentemente. Son productos espontáneos de la psique y cada uno lleva dentro de sí mismo, intacta, la fuerza germinal de su fuente. Santo, el Enmascarado de Plata inicia su aventura desde el mundo de todos los días hacia una región de prodigios sobrenaturales, enfrenta fuerzas fabulosas, gana batallas decisivas y regresa con la fuerza para otorgar dones a sus hermanos, una sociedad mexicana que requiere un medio de ensoñación que la haga olvidar los problemas cotidianos y un héroe legendario que le ofrezca triunfos y victorias sobre males y calamidades.
Los creadores de las leyendas, raras veces consideran a los grandes héroes meros seres humanos, la tendencia ha sido siempre dotarlos de fuerzas extraordinarias desde su concepción o su nacimiento, y mostrar toda su vida como un conjunto de maravillas con la gran aventura central como culminación.
Santo no sólo es una leyenda; Santo existe, y así como la gente creía en Santo, también él [Rodolfo Guzmán] se creía realmente El Santo, se creía el personaje, él estaba convencido de vivir una doble identidad. Ya en Centroamérica –donde la historieta de El Enmascarado había penetrado y no así su cine– se le pedía que volara en una arena abarrotada de gente, a lo que respondió: «No la amuelen, yo lo único que sé es luchar»; de la misma manera en un espacio rural de la provincia mexicana, un presidente municipal lo amenazó con pistola en mano por hacerse pasar por «el verdadero Santo, que sí entra volando»; un fenómeno parecido ocurriría en Tulancingo, Hidalgo. También durante el rodaje de El tesoro de Atahualpa (Vicente Orona Uran, 1966), el actor José Elías Moreno al entrar a una choza en alguna comunidad peruana se encontró con una repisa sosteniendo la imagen del Enmascarado «con veladoras y todo». Así, el Enmascarado de Plata difumina la división entre lo imaginario y lo real; en calidad de mito –o de santo– sobrepasa la discrepancia tan alimentada por la enérgica racionalidad de nuestra cultura.5
En las películas de El Santo podemos encontrar valores culturales que despiertan una mirada nostálgica al retratar a un actor y luchador enmascarado, a un «santo» que en el nombre porta el código ético que lo lleva a ser, a «actuar como Dios manda». Encarna símbolos de poderosa carga para la cultura, ancestrales o modernos, religiosos o seculares.
 
SÍMBOLO ARQUETIPO, FICCIÓN Y EMBLEMA
Hablar de símbolos es también remitirse a una compleja red de maneras de comprender la existencia. María Noel Lapoujade expresa con acierto que: …imágenes, signos, símbolos, señales, íconos, emblemas, metáforas, parábolas alegorías, mitos, arquetipos, ficciones, utopías y bellas construcciones imaginarias de los orígenes de la especie son los hilos multicolores con los que son tejidas las más diversas culturas de todos los tiempos.6
Y Alfred North Whitehead refiere que el símbolo no es una degeneración de la realidad ni una fantasía inútil sino que es «inherente a la textura misma de la vida humana. El lenguaje mismo es un simbolismo.7 Y agrega: …la mente humana funciona simbólicamente cuando algunos componentes de su experiencia producen estados de conciencia, creencias, emociones y usos en relación con otros componentes de la experiencia.8
Para hablar de El Santo y su simbolismo, es preciso enfocarse en el campo de la psicología social para ver cómo reúne significados convencionales en el imaginario de las culturas populares mexicanas. El propio nombre contiene ontología, teleología y simbolismo y los colores (plata-luz) apuntan hacia la claridad, la luz y, por tanto, el bien.
La máscara lo dotó de varios significados: el guerrero, la humildad que aporta el anonimato, la investidura y a la persona El Santo que está por encima de la persona Rodolfo Guzmán Huerta. Aunque siempre apareció portando la máscara, es en el minuto diez de Santo contra el rey del crimen (Federico Curiel, 1961) donde el luchador asume el compromiso de abrazar una vida de anonimato y portar este símbolo para siempre, sellando con ella la responsabilidad de encarnar en el imaginario popular los símbolos del bien y la justicia; idea explícita en el diálogo final de la película Santo vs. las mujeres vampiro (Alfonso Corona Blake, 1962).

–¿Quién es papá?
–Nadie lo sabe. Nadie lo sabrá nunca. Pero en esta época en que la maldad de los hombres busca su propia destrucción, él estará siempre al servicio del bien y la justicia.9

CAMPEÓN DEPORTIVO, PALADÍN, HÉROE, MITO Y LEYENDA
La idea se reafirma en un diálogo de la película Santo en el Museo de Cera (Alfonso Corona Blake, 1963) en donde le dicen: «Es usted un hombre admirable», a lo que El Enmascarado responde «No soy mas que un fiel servidor de la justicia y del bien».10
El Santo simbolizó, en la primera etapa de sus películas, una ayuda para las fuerzas policiales, asumió el papel de auxiliar de la justicia, lo cual subrayaba su humildad. Simbolizó al héroe que de iure es un mero aliado, pero que de facto es quien desentraña el misterio y pone a los maleantes en manos de la justicia.
Más adelante, con la influencia de las películas de James Bond, El Santo asciende en sus roles a agente secreto frecuentemente adscrito a la Interpol y simboliza también la sofisticación, el lujo, el misterio y la temeridad propias de los espías, pero a la mexicana.
En una segunda etapa se rebasan las fronteras del orden natural y enfrenta a seres fantásticos y aterradores como vampiros, licántropos, brujas y toda clase de fantasmagóricas criaturas. Ya no se trata de un equilibrio entre la bonhomía y perversidad humanas, sino entre la bondad humana y la maldad sobrenatural y El Santo es el único capaz de combatir de modo efectivo a los seres malignos de dimensiones desconocidas.
Santo El enmascarado de Plata transitó del mundo real al sobrenatural, de la arena, al cómic y al celuloide. Comenzó el itinerario desde su realidad de ciudadano común en la persona de Rodolfo Guzmán Huerta, para asumir el papel de deportista y encumbrarse como campeón de la lucha libre. Cuando rebasó los confines de la realidad para insertarse en el mundo fantástico del cómic trascendió como caballero fuerte y valeroso, voluntario fiel y leal de la verdad, y valiente hacedor de hazañas, es decir, un paladín.
La pantalla grande lo encumbró a la categoría de héroe, pues sus hazañas y virtudes significaron las grandes aspiraciones del hombre ordinario. Con el tiempo, el imaginario colectivo le otorgó el título de símbolo condensador de una realidad humana heroica de significación universal, más maravillosa que verdadera.
Así pues, si Pedro Infante fue el pícaro y amable seductor popular, Jorge Negrete la figura del ranchero aristócrata, Cantinflas el peladito, Tin-Tán el pachuco extravagante, Arturo de Córdova el galán de carácter, Fernando Soto «Mantequilla» el sidekick por antonomasia, Sara García la abuelita de México, María Félix la bella e inalcanzable, El Santo ocupó un espacio en el pantheon de las deidades cinematográficas nacionales como campeón deportivo, paladín, héroe, mito, y finalmente leyenda.
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RECUADRO
Seis facetas de El Santo
Persona————Rodolfo Guzmán Huerta———Hombre ordinario
Deportista———Lucha Libre————-Campeón
Paladín———–Caballero fuerte y valeroso, voluntario que se distingue por sus hazañas.——–Cómic
Héroe——–Varón ilustre y famoso por sus hazañas o virtudes que lleva a cabo una acción gloriosa, hechos grandes y memorables.———Películas
Mito———–Condensa una realidad humana de significación universal.———-Imaginario colectivo
Leyenda————Persona admirada con exaltación, más maravillosa que verdadera.———Imaginario colectivo
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BIBLIOGRAFÍA
1   Peter Burke, La cultura popular en la Europa moderna, Madrid,   Alianza, 1991, p. 62.
2  Alejandro Cervantes, «Momias, brujas, vampiros, hombres lobo, extraterrestres y luchadores dieron vida al cine de terror mexicano» en La Jornada, 31/VIII/2008.
3   Juan Manuel Vázquez, «A 25 años de la desaparición de El Santo, El Enmascarado de Plata» en La Jornada, 5/II/2009.
4   Ibídem, p. 155.
5   Ibídem, p. 164.
6   María Noel Lapujade, et. al., Imagen, signo y símbolo: Segundo Coloquio Internacional de Estética, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2000, p. 7.
7   Alfred North Whitehead, El simbolismo su significado y efecto, México, UNAM, 1969, p. 52.
8   Ibídem, p. 14.
9  Diálogo final de Santo vs. las mujeres vampiro (Alfonso Corona Blake, 1962).
10   Diálogo final de Santo en el museo de cera (Alfonso Corona Blake, 1963).
 
 

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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