Tengo 44 ¿… Y esto es todo?

¿Qué he hecho? ¿Quién soy ahora? ¿Dónde quedaron todos mis sueños?
Está comprobado que al llegar a la mediana edad, alrededor de los 44, el nivel de satisfacción de hombres y mujeres experimenta una fuerte caída… Pero, como una curva de «U», después de esta dramática etapa se asoma una felicidad distinta, casi como una segunda vida.

Ahora, sin estar preparado para la muerte,

Pero ya en la etapa en que uno empieza a estar resentido contra los jóvenes,

Estoy feliz de que esos puntos en el cielo

También sean contados como parte de

Las criaturas de la mediana edad.

W. H. Auden

 

Cuando cumplí 39 años me puse extensiones en el pelo y adelgacé. Me quería sentir muy joven y moderna». Laura es una mujer de 43 años de edad, 16 de matrimonio, dos hijos, carrera en educación, un MBA y muchas preguntas: ¿estoy haciendo lo que quiero profesionalmente? ¿cómo va mi matrimonio? Es la crisis de los 40.
El psicoanalista canadiense Elliott Jaques popularizó el término mid-life crisis en 1965 como el punto en que la gente deja de crecer para empezar a envejecer. Laura no es una excepción. Según estimaciones del doctor Laurence Steinberg, profesor de Temple University, en EUA, 50% de todas las mujeres y 40% de todos los hombres pasan por una revaluación de la vida alrededor de los 40 años. 15% de ambos grupos sufre una crisis aguda debido a confrontaciones internas.
Aunque la terminología mid-life crisis es contemporánea, el padecimiento es añejo. Fue en el siglo IV, cuando un monje asceta enclavado en el desierto egipcio reconoció entre sus hermanos una aflicción muy peculiar de la vida monástica: la acidia.
UNA AFLICCIÓN MONÁSTICA
Evagrio Póntico, en la soledad de su celda, enumeró por primera vez los pecados capitales. En aquel entonces,
la cuenta sumó ocho y no siete. Entre la gula, la avaricia y la lujuria se encontraba la acidia. Más tarde, este vicio, junto con la tristeza, fue incluido en la pereza y desapareció definitivamente de la selecta lista.
El término acidia es un legado griego. Se deriva de akedia, que significa falta de cuidado. Hace referencia a un sentimiento que impregnaba el aire de los monasterios: la falta de cuidado por orar y cumplir con el trabajo del día. En ocasiones, la fatiga interior era tan opresiva que los hermanos podían experimentar odio por el lugar, su modo de vida y hasta por sus compañeros. Lo único que deseaban era salir corriendo y dejar todo atrás.
El filósofo Alejandro Armenta, profesor de la escuela de negocios IPADE, explica que, siglos más adelante, la iconografía medieval retrata a la acidia como una mujer vieja y fea. De su cuerpo cuelgan harapos, mientras que de su cabeza un paño negro, pues «la mente se embota». La mujer está sentada sobre una banca, su cabeza yace sobre la mano izquierda. El lenguaje corporal está lleno de significados: «la tristeza es capaz de postrar al hombre, de paralizarlo», añade. Con la otra mano, la mujer aguanta un pez torpedo, que con una descarga eléctrica puede «entumecer el cuerpo de quien lo toca».
La acidia es la falta de gozo por las personas y por el trabajo. A medio día, cuando el sol arde en lo más alto, empieza a decaer el ánimo y el amor por lo que tanto se deseaba. El amor se enfría y sobreviene una tristeza tan profunda que toca el alma. Un «ya no más» retumba en las paredes.
Esto puede provocar que el hombre se aleje de lo que tanto le entristece o bien que volteé hacia otro lado buscando cosas nuevas que le produzcan placer.
Para el siglo XIX los psiquiatras retomaron el término de acidia para describir una condición mental de tristeza y apatía, amargura de espíritu, pérdida de vivacidad y pronunciada desesperación.

LA CRISIS DE LOS 40
El demonio de la acidia ataca al medio día, es decir, a la mitad de la existencia del hombre. Así, con una expectativa de vida de 80 años, esta crisis se puede manifestar alrededor de los 40. En este momento, cobra gran importancia el concepto de mortalidad y el tiempo de vida restante. Según el doctor Elliott Jaques, nos encontramos con nuestras limitaciones, nuestras posibilidades restringidas y nuestra mortalidad. Este es el momento en que muchos hombres y mujeres evalúan su vida; dónde se encuentran parados en cuanto a familia, profesión y calidad de existencia. Para muchas personas puede ser traumático darse cuenta que no han alcanzado los objetivos que se habían fijado y que, probablemente, nunca los alcanzarán. La mitad de la vida se ha evaporado como agua en una olla exprés.
¿Esto es todo?, se preguntan algunos individuos en plena crisis. Pasaron años pensando que recorrían la senda correcta. En su juventud, hicieron lo que se esperaba de ellos, siguieron el consejo de un mentor o trataron de demostrar que sí podían. Al final, la presión social los arrastró por la vida. El doctor Alfonso Zamora, maestro en psicología clínica por la UNAM, apunta que, alrededor de los 40, algunas personas empiezan una búsqueda por nuevos satisfactores. En varios casos, la búsqueda es incierta, puede tener diferentes caras, desde el renombrado deportivo rojo, un cambio de trabajo, actividades recreativas que nunca antes habían practicado, hasta una pareja más joven.
Hay cientos de historias sobre el tema: entre ellas la de John F. Kennedy y su amorío con Marilyn Monroe; Demi Moore y su boda con un hombre 16 años más joven; Michael Jordan y sus bandazos dentro y fuera del básquet, del béisbol y su matrimonio; y la del célebre escritor Charles Dickens. En la Inglaterra victoriana, Dickens abandonó a su mujer para enamorar a una actriz de 17 años. Para ser más precisos, a sus 46 años, desterró a Catherine Dickens del hogar conyugal tras 22 años de matrimonio y 10 hijos. Sintiendo que el castigo no había sido suficiente, la desacreditó públicamente, acusándola de ser una mala madre. Michael Slater, biógrafo del escritor, expone: «Seguramente, Dickens hacía recaer sobre su mujer el sentimiento general de insatisfacción y desilusión que lo dominaba». En correspondencia de la época, el escritor expresa el deseo de recuperar la claridad de mente de otros tiempos. Casi inmediatamente añade: «Me parece que el esqueleto en el armario de mi casa se está convirtiendo en uno muy grande».
Pese a todas las historias que circulan sobre coches deportivos y secretarias, gran número de hombres sufre la crisis de los 40 en silencio. Les preocupa demasiado lo que la gente pueda llegar a pensar si hacen algún cambio drástico en su vida. Esto ocasiona que la crisis nunca se resuelva.
Entonces, el problema se pone todavía más gordo. «Pueden desencadenarse depresiones, enfermedades psicosomáticas, problemas cardiacos, crisis deansiedad, etcétera», explica el doctor Zamora.
HAY UNA CURVA UNIVERSAL
Pero no todas son malas noticias. Según un estudio (2008) realizado por un par de reconocidos economistas, los niveles de satisfacción a lo largo de la vida se asemejan a una curva en forma de «U». Este estudio examina el nivel de satisfacción de dos millones de personas, en 72 países, a lo largo de 35 años. Los profesores Oswald y Blanchflower midieron el nivel de satisfacción a través de variables como depresión, ansiedad, bienestar mental, felicidad y satisfacción con la vida. Encontraron que universalmente, el nivel de satisfacción se hunde cuando las personas llegan a la mediana edad. En promedio, cuando cumplen los 44 años. Después de esta etapa, la felicidad aumenta consistentemente. Según esta curva de satisfacción, la felicidad de una persona de 20 años es similar a la de una de 70.
Después de atravesar por el bache de la mediana edad, Laura logró reanudar exitosamente su vida. Le pasó la «estafeta» a sus hijos: «Ellos son ahora los chavos»; y asumió la nueva etapa que se desdobla frente a ella, casi como si fuera una segunda vida. «Creo que finalmente he aprendido a aceptar lo que soy y lo que tengo».

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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