¿Hasta dónde me debo a mi gente?

Soy director de una empresa de comunicación dueña de varias radiodifusoras y de cinco revistas impresas. Como es sabido, desde hace unos años la tecnología digital pone en peligro la existencia de esta industria, al menos en los términos actuales.
Nuestro personal es reducido y muy productivo, ya ahora trabajamos muchas horas; tengo hombres y mujeres a quienes apenas queda tiempo para una vida personal. Los socios, dueños de la empresa, nos informan de un ambicioso proyecto para echar a andar nuevos productos digitales; ya armaron un plan para hacerlo con el equipo actual. Es un reto atractivo pero implica mucho más trabajo; mi gente me ha dicho que se niega a dedicar más horas a la empresa y que mi obligación es convencer a los socios de que contraten a varias personas que conozcan el nuevo medio.
No lo he logrado y enfrento una nueva disyuntiva ya que otra empresa me acaba de hacer una oferta atractiva de la cual se enteraron mis compañeros y me insisten en que si me voy seré como un capitán traidor que abandona el barco sin preocuparse por los demás, porque soy el único que estoy en posición de negociar con los dueños. ¿Hasta dónde llega mi obligación moral para con mi equipo? ¿Debo anteponer su bienestar al mío?


Los asesores sugieren
1     Pienso que una de las primeras obligaciones éticas de todo director es formar bien a sus posibles reemplazos. Es el sistema del aprendiz de los gremios medievales, y nunca «hacerse el indispensable» (soy el único capaz de negociar con los dueños, sin mí esto se hunde.). Por otro lado, las exigencias del equipo actual de trabajo parecen sensatas, y no tanto los planes de expansión de los dueños que no incluyan nuevo personal bien preparado.
Creo que debes aprovechar la oportunidad de tu nuevo trabajo y aceptarlo, para renovar la plantilla de los que se quedan en la empresa, advirtiendo a los dueños la verdadera situación del negocio. Sin olvidar que en el ser humano hay recursos insospechados de grandeza y heroísmo ante las dificultades. Y al mismo tiempo sugerir de entre tus colaboradores al más competente para reemplazarte. Ante esta propuesta tocaría a los dueños hacer una contraoferta o aceptar lo que propones.

Armando Reygadas

Abogado especialista en Ética de Empresa

2 Estimado director, el dilema que presentas es muy interesante porque hay otro dilema implícito en tu narración. Lo primero es mencionar que un principio en ética habla sobre la responsabilidad del papel que hay que desempeñar. Este principio nos indica que: «No tenemos la misma responsabilidad por todos los aspectos del bienestar de todos los seres humanos. Nuestras circunstancias, capacidades, papeles a desempeñar y compromisos específicos nos dan responsabilidad prioritaria por ciertos aspectos del bienestar de ciertas personas.» Sólo tú sabes cuáles son las circunstancias de la nueva oferta y la conveniencia para ti y tu familia de aceptarla, pues será la principal afectada por tu decisión de quedarte o no en la compañía. En un siguiente nivel está tu equipo de trabajo, sólo tú sabes cuál es tu aportación y liderazgo, y cuál es el impacto que implicaría tu salida. Nadie está obligado a quedarse en su trabajo indefinidamente o renunciar dependiendo de las circunstancias (ya sean adversas o favorables).
Algo que subyace en el dilema es la carga excesiva de trabajo de tu gente. Si es un equipo productivo y comprometido (cosa que se debe valorar), hay que evaluar si esa carga excesiva les impide un equilibrio en su vida personal. Éste es un foco amarillo de que si no cambian las condiciones, la retención del talento en este equipo de trabajo será difícil de mantener. Las personas son el mayor valor en una empresa, enfocarse en el corto plazo descuidando el mediano es un gran error, y más si hay planes de expansión.

Rodrigo Villaurrutia

Profesor de Ética de la Empresa

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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