Jacqueline Kelly
Roca. Barcelona, 2010
268 págs.
Si te descuidas, la ciencia puede caerte encima y… fascinarte. Así le sucede a Calpurnia un verano de 1899, en un pueblo que despierta a los asombros del nuevo siglo: el teléfono, el automóvil ¡y la Coca-Cola! «Callie Vee», de 11 años, es la única niña entre siete hermanos. Bosteza al tejer o cocinar, pero un día y de sopetón, descubre que su abuelo guarda un mundo extraordinario en su laboratorio. Así, toda clase de vida –plantas, microorganismos– se despliega, envolviéndola, y eso incluye observar con expectación y desconcierto, hasta el enamoramiento de sus hermanos.
Jacqueline Kelly, médica, y ahora novelista, escribe un libro que atrapa. Cabría reprocharle cierto desdén por las labores tradicionalmente femeninas, que contradice justo el gran mérito que admira en su abuelo y que es ver con ojos nuevos las realidades más ordinarias.
En cambio, se agradece la inclusión de una escritura elegante, divertida y accesible, y la revelación de dos facetas de amistad: una, distante en años pero íntima en cariño, entre Callie y su abuelo, y otra, entre éste –darwinista– y el pastor –creacionista– que rebasa las opiniones divergentes para concentrarse en la existencia compartida.
Roca. Barcelona, 2010
268 págs.
Si te descuidas, la ciencia puede caerte encima y… fascinarte. Así le sucede a Calpurnia un verano de 1899, en un pueblo que despierta a los asombros del nuevo siglo: el teléfono, el automóvil ¡y la Coca-Cola! «Callie Vee», de 11 años, es la única niña entre siete hermanos. Bosteza al tejer o cocinar, pero un día y de sopetón, descubre que su abuelo guarda un mundo extraordinario en su laboratorio. Así, toda clase de vida –plantas, microorganismos– se despliega, envolviéndola, y eso incluye observar con expectación y desconcierto, hasta el enamoramiento de sus hermanos.
Jacqueline Kelly, médica, y ahora novelista, escribe un libro que atrapa. Cabría reprocharle cierto desdén por las labores tradicionalmente femeninas, que contradice justo el gran mérito que admira en su abuelo y que es ver con ojos nuevos las realidades más ordinarias.
En cambio, se agradece la inclusión de una escritura elegante, divertida y accesible, y la revelación de dos facetas de amistad: una, distante en años pero íntima en cariño, entre Callie y su abuelo, y otra, entre éste –darwinista– y el pastor –creacionista– que rebasa las opiniones divergentes para concentrarse en la existencia compartida.