Ricardo Menéndez Salmón Alfabia. Barcelona, 2009 52 págs.
El autor admite que el cuento, que le valió el premio internacional de relato Juan Rulfo 2003, otorgado por el Instituto de México en París y Radio Francia Internacional, le sirvió como carta de presentación en el mundo; pero confiesa que no figura entre sus favoritos.
Lo que Menéndez Salmón (Gijón, 1971) quizá no alcanza a ver es el poderío que despliega en Los caballos azules. Y no sólo me refiero a su fuerza narrativa sino a la energía, digamos, filosófica, que entraña el relato.
Fundamentalmente, Los caballos azules es la historia de un hombre que no conseguía recordar su infancia, de «una identidad impostada», como escribe el autor.
La anécdota de un hombre que deja de ser quien es (imagine algo así como un Jason Bourne) sirve de fondo para una serie de cuestionamientos sobre la identidad y el nombre («vanidad nacida de una laringe caprichosa»), sobre la ansiedad que es capaz de provocar no saber quién se es.
Aunque breve, el relato amerita cautela; dadas sus delicadas proporciones y planteamientos no deberá tomarse a la ligera, aunque el volumen lo sea: una pequeña pieza diseñada para quienes apasiona reflexionar sobre la palabra y la realidad.
