Una empresa que promueve la colaboración y la reciprocidad, además de generar un ambiente más digno y amable, facilita el éxito económico.
En el umbral del siglo XXI la empresa, factor clave para el desarrollo de la sociedad contemporánea, se encuentra en entredicho. Los avances y transformaciones, la tecnología y el nivel de bienestar en general, resultan por demás innegables. El nivel de racionalidad requerido para sistematizar procesos que permiten acelerar y mejorar la producción y la capacidad de los hombres para constituir organizaciones económicas formales, son señal indiscutible de progreso.
Sin embargo, esa evolución no ha carecido de reveses, no han sido pocas las ocasiones en que las cuestiones éticas se han soslayado en beneficio del éxito económico. Precisamente esa es la intención de Carlos de la Isla, compilador de Ética y empresa: explorar diferentes caminos, a través de varios autores, que proponen una sana y urgente unión entre ambos términos. Precisamente esta fue la tarea de Carlos Llano: recuperar el talante humano de una organización originariamente humana, la empresa.
El sello común a todos los ensayos que integran el libro es la posible reconciliación de la aparente dicotomía entre el éxito económico y un modo de actuar ético. Carlos Díaz lo plantea en términos de «ética de la intención» y «ética del resultado», Alfredo Villafranca se preocupa por salvar el abismo entre la economía de libre mercado y la justicia social. Por su parte, Llano, en colaboración con Miguel A. García Jaramillo, utiliza un binomio antes utilizado: la correcta valoración y jerarquización entre dos dimensiones ya presentes en la empresa contemporánea: la cooperación y la competencia.
La dimensión ética de la empresa no se traduce en la valoración moral de las acciones realizadas al interior y al exterior, sino también en la dinámica constitucional que ha de generarse para no mermar ninguna dimensión humana. La ética en la empresa implica organizar un conjunto de principios y disposiciones orientados a que el hombre se desarrolle. La creatividad, la fraternidad y la justicia deben ser revalorados con el propósito de conformar a la empresa como una verdadera comunidad humana, y no sólo como el producto de intereses egoístas.
SER Y HACER FELICES
Para lograrlo, es indispensable deshacerse de viejos paradigmas y a su vez proponer acciones concretas. Llano invita a buscar en otras propuestas un modelo de hombre más sincero, que resalte su aspecto cooperativo, altruista, trabajador y prudencial, por encima de las teorías –desde Adam Smith hasta el modelo tayloriano– que adoptan una óptica individualista, egoísta y, por qué no decirlo, mecánica de la persona.
En los últimos años se han gestado nuevos modelos para crear valor económico agregado, a través de las «empresas inteligentes», las «empresas virtuales»… que por su propia configuración reclaman un liderazgo ético congruente. Al actuar bajo un principio egoísta, la empresa se contradice e impide que sus integrantes cumplan sus metas. En cambio, una empresa que promueve la colaboración y la reciprocidad genera un ambiente más digno y amable, y facilita el éxito económico.
Sin embargo, en la práctica no se puede ser ingenuo. En «Igualdad o desigualdad», ensayo contenido en la misma obra, Lorenzo Servitje advierte del peligro de caer en falsos idealismos. De igual manera, Llano siempre estuvo consciente de que el ámbito de la praxis requiere reglas prudentemente amoldadas a las circunstancias particulares de una situación determinada.
Los nuevos modelos de empresa deben formar estructuras que entren en el menor conflicto posible con la naturaleza. Sólo se hablará de excepciones legítimas para ayudar a disminuir los casos irregulares, que no deberán convertir las excepciones en rarezas.
Aunque siempre resultará cuestionable argumentar que el éxito económico de una organización mercantil está directamente relacionado y proporcionado con su nivel de excelencia ética, no cabe duda de que al menos si se siguen estos lineamientos se podrá hacer más feliz a sus integrantes. Este ejemplar es una pequeña muestra de la esperanza de Llano en que así puede ser.