Alan Bradley
Planeta. México, 2010.
423 págs.
Si Sherlock Holmes viviera en los 50, tuviera once años y fuera una niña inglesa, se llamaría Flavia De Luce. La vida en la mansión victoriana –junto con sus dos odiosas hermanas mayores y su distante padre– sería de un aburrido gris Oxford si no fuera por su amor incondicional a la química… Pero un día aparece un impertinente cadáver en el huerto de pepinos y todo indica que su padre, el coronel De Luce, es el asesino.
Alan Bradley, el autor, es un ingeniero y escritor canadiense, fundador de The Casebook of Saskatoon, sociedad dedicada al estudio de Sherlock Holmes. El año pasado, en amazon.com el libro resultó el mejor del año y para el Times Online fue «la mejor lectura de 2009». No es un misterio: no hay forma de dejar de leer las extravagantes ocurrencias de esta niña mordaz, chocante y divertida quien, con la ayuda de sus múltiples talentos, su bicicleta, la tabla de los elementos y su cara de «yo no fui», resuelve todos los enigmas.
Apenas terminada la lectura, emerge una neblina de añoranza por Flavia y sus peripecias. Nace entonces una idea peregrina: plantarle un cadáver en la cocina. Sí: que Flavia nos resuelva, ¡por favor!, otro misterio.