Desde una disciplina en la que la innnovación parte de su propia esencia, el arte, intentamos acercarnos a la creatividad y la innovación en otros entornos. Para ello nos serviremos del criterio planteado por el pintor Mark Rothko que ayuda a entender cómo opera un artista y se plantea como una fórmula para establecer un modelo de creatividad para entornos no artísticos.
Nos apoyamos también en ejemplos de otros artistas que destacan por su carácter innovador, especialmente algunos que han hecho del mercado, y de su self-branding, la base fundamental de su propia creatividad: Warhol, Koons o Murakami.
CLAVES INTERPRETATIVAS DEL ARTE: CREATIVIDAD Y EMPATÍA
Pocos términos son tan complicados como el del fenómeno que llamamos arte. En la tradición filosófica era una dimensión práctica del conocimiento. Consistía en reconstruir y representar acciones del ser humano, traspasando el umbral de la pura construcción material, para llegar a ser un elemento presencial que enfrentaba al hombre con su lugar en el mundo. Esta concepción aleja al arte de las meras cuestiones técnicas, o de la perfección en la imitación o en la representación, y lo relaciona directamente con la libertad.
La teoría de George Steiner dice que «el arte existe porque existe el otro», donde ese otro somos todos, sin tener en cuenta las condiciones del que emite, del que recibe o del que interactúa con el mensaje. Todos estamos invitados a participar a través de una empatía impulsada por el artista.
Aunque es una clave repetida a lo largo de la historia, el aspecto de intercambio activo como clave es quizás el que más se enfatiza en el arte contemporáneo. El arte escapa a la recepción estrictamente intelectual o técnica; hoy es necesario ser flexibles para entender esa dimensión comunicativa y de intercambio implícita.
Todos somos capaces de ver y sentir el arte de diferentes formas, porque en sí mismo es una manifestación de la vida en sociedad y de la libertad que la caracteriza. Como ha señalado Fernando Inciarte, el arte en sentido práctico tiene mucho que ver con el concepto de filosofía: «la filosofía ni siembra ni cosecha verdades, sólo remueve el terreno, es decir, mantiene despierto el deseo de verdad. Que el arte sea tan problemático y tan discutible es una de las cosas más valiosas en él».
En muchos momentos el no representar nada nos pone de algún modo contra la nada y desde luego ante la pregunta de si esto es arte o no. Lo cual es un modo como otro cualquiera de no dar nada por sabido empezando por el concepto de arte.
Si algo es totalmente indisociable del término arte es su factor constante de novedad, por ello, da igual que hablemos de arte contemporáneo o antiguo.
Pero, ¿cómo crean los artistas? El arte se ha explicado en algún momento desde un punto de vista evolucionista, como si fuera una ciencia; pero estas teorías quedaron ya desfasadas, porque es evidente que el arte no es mera evolución técnica. Muchas fórmulas se han empleado para intentar dar razón de cómo se crea una obra artística, o para aglutinar las claves que se repiten en obras magistrales.
El intento de racionalizar algo tan abstracto se produce de forma vertiginosa a partir de la modernidad y sobre todo a partir de la conciencia que deriva de la filosofía moderna de intentar depurar la razón de ser de toda disciplina humana. Es un concepto tan difícil de acotar que quizás es más sabio dejarlo como algo que escapa de alguna forma a la razón.
No podemos acercarnos a una obra de arte, concretamente a una contemporánea, desde una perspectiva racionalista, hemos de abordarla siempre desde el gusto, desde la sensación y desde la empatía. Lo innovador en el arte es un conjunto de características de carácter humano que consiguen lograr lo que los griegos denominaban catarsis o conmoción del ánimo. Ser innovador en arte es justamente que la obra conmueva.
APRENDER DE LOS ARTISTAS
Para analizar qué condiciones facilitan que la obra conmueva nos apoyamos en una receta de Rothko para ser creativos.
Rothko, uno de los grandes artistas del siglo XX en el que se dan características que permiten apreciar cómo ha cambiado el mundo artístico en los últimos tiempos. Un judío ruso emigrado a Estados Unidos a principios del siglo XX, que sin saber inglés consigue una beca para estudiar en Yale, y en los años 50 se convierte en el artista fundamental del arte norteamericano. Su arte ayuda a entender el auge de la creatividad (y su centralidad) en los Estados Unidos; sin él sería difícil entender el arte que surgió inmediatamente después y cuyas derivaciones vivimos hoy.
En una conferencia celebrada en el Pratt Institute de Nueva York en 1958, ofreció una fórmula con los ingredientes necesarios para crear una obra de arte. Es paradójico que uno de los autores más abstractos del siglo XX, que contuvo cualquier explicación sobre lo que significa su arte, ofreciera una receta de los elementos necesarios para la creación, la definición de la práctica artística más interesante de las últimas décadas.
Rothko describió siete elementos que desde su punto de vista son clave para crear:
1. El sentido de finalidad
2. La sensibilidad
3. La tensión
4. La ironía
5. El juego
6. La suerte
7. La esperanza
Manifestó que mezclaba estos siete componentes o ingredientes de forma muy calculada para obtener una obra de arte. Su obra se convirtió quizás en la más innovadora de los años 50 y hoy sigue siendo objeto de admiración y estudio (y también quizás de las primeras utilizadas en masa como objeto decorativo).
Estas siete claves no sólo son útiles para estudiar cómo trabajaba, también sirven como referencia para funcionar en otros entornos creativos.
Hay que señalar también que algo es innovador cuando no solamente es nuevo, sino que es útil (para nosotros o para los demás) y abre nuevos caminos.
Y aquí sí que se hace necesario establecer diferencias entre la innovación en el arte y la innovación en el mundo de la empresa. La diferencia radica en que en el arte la utilidad es siempre relativa; hablamos de una utilidad cultural más que en sentido estricto, mientras que en el mundo de la empresa la innovación se dirige a crear algo nuevo y útil y por supuesto comercializable. Dicho esto, describiremos cada aspecto.
CLAVE 1 – EL SENTIDO DE LA FINALIDAD: CONOCIMIENTO PROPIO
El artista es consciente de su situación en el mundo, de que su existencia terrenal es limitada y por tanto su creatividad debe contemplar este aspecto. Hay que leer esta clave con cautela puesto que puede presentarse como trágica cuando en realidad no lo es: trata de explicar que el hombre debe conocer el sentido de su vida, de lo que hace, su misión y valores y saber hacia dónde se dirige actuando en conciencia.
Todo artista tiene siempre esto en mente y, de hecho, se caracteriza por una visión retrospectiva de las obras realizadas y por una sensación de no haber llegado a crear la obra que busca. No suele haber triunfalismo sino sed de búsqueda.
¿Cómo se traslada esto al terreno no artístico? Para ser innovador, en primer lugar hay que conocer el lugar que uno tiene, saber la misión en tu propia vida y apostar por tu propio camino, es decir, tener objetivos e ir por ellos. Para ser innovador hay que tener en cuenta el sentido concreto de nuestra carrera y tejer de alguna manera un plan estratégico personal. Hay que ser innovador con uno mismo para conseguir ser innovador en lo que hacemos en nuestras tareas profesionales y para ser innovador con uno mismo, es necesario el conocimiento personal.
Los artistas que conmueven y que son innovadores tienen clara su marca personal, su self-branding, y lo que quieren aportar al terreno artístico, se diferencian claramente de los otros artistas, reconocen sus influencias (benchmarking) y apuestan por lo nuevo como sentido primordial.
CLAVE 2 – SENSIBILIDAD: PASIÓN POR LO CORRECTO
Rothko describe la sensibilidad como la relación apasionada con las cosas que nos rodean. Clave fundamental para entender cómo trabaja un artista y entender el escenario creativo en el que intenta desenvolverse. Se caracteriza por ser una persona atenta a lo concreto. En primer lugar a la materia con la que conforma su obra, así los artistas son extremadamente delicados con el trabajo sobre su materia, con los ingredientes.
Hay una relación noble con la materia que trabaja el artista, pero también con su propio estudio, («El estudio es mi país» decía José Guerrero, un artista español que compartió presupuestos estéticos con Rothko), con sus colaboradores y al mismo tiempo con el control de la obra expuesta (los trucos empáticos en el espacio expositivo) fuera de su estudio. Todo esto forma parte de un acercamiento sensible hacia la obra que uno hace.
Tener sensibilidad es una de las claves para ser creativo. Los artistas se caracterizan por la agudeza de su sentido del gusto o del juicio crítico, y suelen partir de una visión peculiar y penetrante de la realidad.
Esta clave es también fundamental si observamos entornos empresariales en los cuales se promueve la creatividad. La famosa oficina paisaje, con todo lo que de mito tiene, junto a un entorno que favorezca el orden e incluso el gusto, se presentan como clave primordial.
Las empresas que promueven el acercamiento de sus trabajadores a la cultura y al arte invierten en generar personas con sensibilidad ante lo nuevo. Para inculcarla, quizás sea útil promover un espacio del estilo del estudio de un artista en la empresa, donde la experimentación conviva con el trabajo operativo y haya espacio para la prueba y el experimento.
CLAVE 3 – LA TENSIÓN POR PRODUCIR
Tener tensión es esencial para producir una obra de arte, una clave unida a la sensibilidad. En ella radica el hecho de que la sensibilidad fructifique. El artista siempre está atento, permanece mucho tiempo mirando su propia obra, y cuando se enfrenta a la página o al lienzo en blanco intenta traspasar esa tensión o miedo ante lo nuevo. Ensayando y practicando va trazando un camino creativo (un estilo) y marcando un plano de tensión creativa.
Para ser creativos en el mundo del arte es preciso tener muy abierto el sentido de apreciación a lo nuevo, y esto pasa por cuidar la sensibilidad, el gusto, y estar en tensión, ejerciendo el juicio crítico y apostando por una actitud flexible ante lo desconocido.
La sensibilidad por sí sola no aporta generación de ideas, debe acompañarse por tensión creativa, por la convicción de que hay que ser innovador. La pura sensibilidad sin aterrizar en la realidad se convierte en sensacionalismo y esteticismo.
El interés por contagiar esta sensibilidad puede promoverse en las empresas con un clima de apreciación de lo artístico, como un elemento práctico que potencia la acción. Frente al modelo simple de incluir creatividad con visitas a exposiciones o inducirla con conferencias, está el modelo práctico, promovido recientemente por determinadas empresas, de incorporar artistas que trabajan como tales en entornos de oficinas y compañías.
El objetivo apunta a poner a los empleados delante de obras que les fuercen a interpretar y a ser sensibles al arte. Quienes trabajan en empresas que lo han practicado, cuentan que estas experiencias funcionan muy bien, generan entornos que animan la creatividad y favorecen climas de imagen corporativa que trasladan una visión de la empresa como sensible a lo artístico, y no desde un punto de vista superficial, sino comprometido, que genera empleo y crea cultura entre los empleados.
Parece que ante más cultura (cultivo personal) uno adquiere más potencia de cara a ser creativo; o por lo menos (en el caso de que uno no tenga el don de ser creativo) se entenderá mejor la cultura creativa e innovadora. Sin olvidar que la cultura que hay que mostrar ha de ser activa e introspectiva simultánea.
CLAVE 4 – LA IRONÍA: COMO APERTURA AL EXTERIOR
La ironía se plantea como elemento central que une las tres primeras claves (finalidad, sensibilidad y tensión) y las tres últimas (juego, suerte y esperanza).
La ironía persigue apertura y comunicación. Comunicación que se basa en el medio más genuino para abrir el diálogo: la pregunta, pues el espectador en el esquema estético rothkiano (continuado después por otros artistas y escuelas) es quien da sentido a la obra artística (es el actor que interpreta, la obra que se convierte en escenario).
Aplicar la ironía como capacidad reflexiva a la empresa supone una clave que ayuda a mantener distancia sobre la propia creatividad. Preguntarse constantemente por cómo mejorar un proceso y, por supuesto, manteniendo la empatía con el cliente final; es fundamental para llegar a ser innovadores. La ironía transforma la autoexigencia en una palanca de innovación.
El producto innovador se dirige a alguien que validará su utilidad novedosa, la innovación debe estar orientada al cliente o usuario, centro de la práctica innovadora. Quizás el gran éxito de las prácticas innovadoras empresariales recientes parte justamente de este aspecto: Facebook, Twitter, Apple, son marcas asociadas a la innovación, cuyo gran activo es justamente que sus validadores conocen que su papel es muy activo. El cliente ha de ser consciente de que forma parte de la innovación, al igual que el espectador, que ante una obra de arte es consciente de que el artista cuenta con su participación activa.
CLAVE 5 – EL INGENIO Y EL JUEGO
Esta clave, según Rothko, aporta el componente más humano a la fórmula. El ser humano ha sido definido como homo ludens, como el único ser vivo que sabe jugar, que sabe establecer reglas y divertirse haciéndolo.
Mantener el aspecto lúdico y de juego en lo que hacemos nos humaniza. Es habitual representar al artista como un ser que sufre, nada más alejado de la realidad de la mayoría de los artistas, que se divierten y juegan al crear.
La innovación ha de rodearse de un ambiente de experimentación, de confianza, que ha de caracterizar a todo entorno en el que se pretende crear cosas nuevas. Esto pasa por crear un ambiente en el que las personas tengan la certeza de que se premian las ideas y que las cosas interesantes surgen a veces de juegos.
Las ideas surgidas en garajes o en colegios universitarios (Facebook) se lograron jugando. Es evidente que esto no puede crearse de modo forzado, tiene que surgir en equipos de trabajo concretos que compartan una serie de claves. Un ejemplo son los laboratorios de experimentación de Google o Sony, dirigidos por personas con una faceta creativa sobresaliente, que diseñan espacios de trabajo compuestos por un equipo que a su vez genera una sinergia de frenesí creativo. Así como la creatividad artística habitualmente es solitaria1 la creatividad empresarial es habitualmente grupal, justamente porque la innovación empresarial y el producto resultante tienen diferentes aristas que exigen multitud de aproximaciones.
CLAVE 6 – LO FUGAZ Y LA SUERTE
La suerte aparece junto al último ingrediente, la esperanza. Sorprende ver cómo Rothko aporta este componente. En realidad parece que acierta totalmente porque si se promueve un ambiente de creatividad siempre se juega con la suerte, ese plus que da a una idea su rango de ser especial.
En realidad lo que defiende es que se debe dejar un espacio para un factor aleatorio, todo juego lo tiene y toda obra e idea creativa lo supone. El brainstorming tiene este cariz, los equipos establecen un espacio en el cual se pueden hilar y sugerir ideas y de repente hay una idea que por diferentes razones triunfa.
Lo mismo sucede con las ideas innovadoras, no sólo deben ser creativas sino que deben de tener, además, suerte. Sin embargo, como decía el artista, que la suerte o la inspiración te encuentre trabajando. La suerte no depende de nosotros, pero es evidente que la suerte empresarial o la artística no es la del azar, es una marcada por otros factores que sí pueden depender de nosotros como el trabajo y «el estar ahí», es decir en el sitio oportuno en el momento oportuno.
CLAVE 7 – LA ESPERANZA
Rothko estableció un único porcentaje en toda la fórmula y fue para medir justamente la última clave, le concede un peso de 10%. La esperanza es una actitud pasiva de alguna manera, que ha de estar retroalimentada por el tesón y la firmeza en las convicciones e ideas creativas. Repitió un formato muy concreto (caracterizado por una abstracción en franjas) durante 20 años sin salirse de ese estilo; su sello marcó una época y hoy sería imposible explicar la evolución del arte sin acudir a su obra.
En el campo de la carrera personal y por supuesto en el de la innovación empresarial, es evidente que se da también esta circunstancia. El dicho dice que «el que la sigue la consigue», pero el que sigue tiene que estar convencido de que lo va a conseguir para no desfallecer en el intento. Si somos conscientes de que no vamos a conseguir algo es mejor dejar ese frente y escoger otro.
CONCLUSIONES OPERATIVAS
A través de estos siete elementos pretendemos aportar una visión singular de cómo operan la innovación y la creatividad desde el punto de vista de un genio de nuestra era. Estas siete claves se pueden adaptar a entornos creativos no artísticos, estableciendo, por ejemplo un modelo que promueva creatividad e innovación en las empresas.
Desarrollar el arte de ser creativos para llegar a innovar se presenta como reto empresarial. En ese sentido puede ser útil promover la figura del art manager, una especie de community manager o facilities manager que se ocupe específicamente de generar entornos que favorezcan la creatividad, en los que se impulse la cultura de los empleados y el acceso al arte, suscitando así un entorno de trabajo que favorezca el pensamiento crítico, reflexivo y empático hacia el cliente.
Además de generar un ambiente abierto a la innovación y a las nuevas tendencias creativas a partir de las cuales hacer benchmarking, el art manager supone, asimismo, una figura atenta al valor creativo de los empleados, descubriendo los activos potenciales y creando art communities o art teams, que consisten en equipos de personas liberadas de parte de sus cargas operativas y cuyo valor fundamental sería el de transformar e ingeniar.
Existen modelos impulsados por empresas orientados a dinamizar la creatividad. Google creative labs, el laboratorio de ideas de Toyota, o el laboratorio de ciencia de Sony son algunos ejemplos. Aunque hay iniciativas que emplean a artistas para generar obras de arte en espacios laborales, con el ímpetu de impulsar la creatividad en estos entornos, el empleo y transferencia de modelos artísticos a empresas no está desarrollado, es algo novedoso.
Lo que sí parece claro es que en las compañías vinculadas con la tecnología o que hacen de la tecnología un medio fundamental y que están orientadas totalmente al usuario/cliente, coinciden dos claves fundamentales de la creatividad: la técnica y la centralidad del espectador.
Las empresas más innovadoras y que más fruto sacan del proceso pseudo artístico de creación, generalmente trabajan con tecnología, comunicación visual, nuevos medios de intercambio de información. El entorno cambiante en el ámbito tecnológico quizá haya generado un espacio en el cual era necesaria una innovación radical, puesto que no se partía de modelos empresariales similares. Usualmente el artista se interesa en la técnica, puesto que sin ella es difícil crear cosas realmente nuevas. Además, esta tipología de empresa se vuelca en la experiencia del cliente o usuario del producto (Facebook o Twitter), y por tanto coincide con la forma de crear de un artista, que busca al espectador.
En esto coinciden con el modo de producir de los artistas, que habitualmente investigan en nuevos medios y consideran la técnica como la base de su trabajo.
El éxito al implantar la tipología de funcionamiento centrada en el cliente/usuario, que parte de la innovación como premisa, radica en lograr que la compañía se convierta en cierto modo en algo próximo a un estudio artístico. La innovación, al igual que el arte, es, en definitiva, también un modo práctico de conocer qué se adquiere a base de práctica.
______________________
1 Esta cuestión está siendo revisada en el campo de las artes visuales desde hace años, debido sobre todo al auge de las nuevas tecnologías y los nuevos métodos de producción de los estudios artísticos cuyo ejemplo más sobresaliente es Murakami que cuenta con tres estudios alrededor del mundo con un total de 200 personas.