La migración a nivel mundial se ha incrementado de manera notable. De 75.5 millones de migrantes en 1960 ha pasado a 190.6 millones en 2005. A la vez, el número de países receptores de migrantes ha disminuido; los principales receptores son los países desarrollados porque representan la oportunidad de una vida mejor en todos sentidos: economía, seguridad, educación, salud y calidad de vida.
De hecho la migración se duplicó entre 1980 y 2005 y México es la principal nación de migrantes del mundo, de acuerdo a los estudios publicados por BBVA Bancomer en su página de internet (BBVA Bancomer, 2009).
Según estos estudios, en 2007 el total de mexicanos en Estados Unidos era de 30.3 millones, un tercio del total de la población en México, de los cuales, 11.8 son emigrantes y 18.5 son mexicanos nacidos allá de segunda y tercera generación.
En conjunto representan 11% de la población; la mayoría tiene entre 20 y 29 años y ocupa los puestos de trabajo que los nativos no quieren. Esos migrantes aportan capital social y humano sin que se haya invertido en ellos, aceptan remuneraciones más bajas que permiten a las empresas contratantes reducir sus costos laborales, rejuvenecen la fuerza laboral y en impuestos directos e indirectos aportan el doble de la cifra que envían en remesas a sus familiares en México.
Por si fuera poco, muchos de estos migrantes mexicanos son contribuidores netos ya que no reciben beneficios de seguridad social y 60% no tiene acceso a servicios de salud, 7.4 del consumo total de las familias en Estados Unidos corresponde a familias de origen mexicano.
La fuerza de trabajo mexicana también ayuda a compensar el mercado laboral, su contratación es sumamente flexible y en épocas de recesión se ajusta al incrementar la tasa de desempleo de mexicanos: 11.6% en promedio durante 2009, muy por encima de la tasa total: 7.1%. Se ubican principalmente en California, 39.5 %; en Texas 19.2% y en Arizona 5.7%.
COLONIZADORES, COLONOS E INVASORES
La migración no es un fenómeno nuevo, a lo largo del tiempo el mundo ha registrado grandes corrientes migratorias y sus razones tienen que ver con aspectos de tipo económico, social, político, religioso y climatológico.
Desde su origen las poblaciones han emigrado en busca de una vida mejor, el hombre fue nómada en el principio y poco a poco se estableció en lugares sobre los que reclamó su derecho de ocupación y sus derechos sobre los recursos naturales que ofrece cada territorio.
En un principio fueron colonizadores, posteriormente colonos y más tarde invasores; la etiqueta depende del poder con respecto a los pobladores originales y del tiempo transcurrido desde la primera llegada. El enfrentamiento entre los pueblos tiene, en sus raíces más profundas, la disputa por la posesión de dichos recursos.
En algunas épocas de la historia las migraciones obedecían a problemas bélicos y religiosos, en otras a factores relacionados con la discriminación y la esclavitud, otras se deben a problemas de cambio climático: desertificación, inundaciones etcétera, y no pocas a problemas políticos y económicos.
OLEADAS MIGRATORIAS Y AVANCES ECONÓMICOS
Entre 1870 y 1913, 60 millones de personas migraron desde Europa hacia Estados Unidos, Argentina, Brasil, Australia, Canadá y Nueva Zelanda.
Las grandes diásporas de la historia como la del pueblo judío, la de irlandeses durante el siglo XIX, la generada por la fiebre del oro hacia el oeste de los Estados Unidos, la de los esclavos de África hacia América, los refugiados de la guerra civil española, la migración en Australia, los refugiados en el medio oriente y en África, son algunos ejemplos del fenómeno migratorio.
En los dos últimos siglos, Estados Unidos recibió tres fuertes corrientes migratorias: de 1870 a 1914, de 1950 a 1970, y de principios de los años 70 a la fecha. De hecho la sociedad de ese país es multicultural y multirracial como producto de la continuidad del fenómeno migratorio.
Los avances económicos por oleadas responden a la actividad de las mismas oleadas de migrantes; sin embargo, la intensificación de los flujos migratorios en este siglo y la escasez de empleos y recursos ha generado gran aversión de los ya establecidos contra los de reciente ingreso.
Durante 2009 la tasa de migración neta fue de 4.31 migrantes por cada mil habitantes.
En el mundo actual, donde la concentración del ingreso se ha ido incrementando y con ella la brecha entre ricos y pobres, los estudiosos coinciden en que las razones fundamentales de la migración se relacionan con motivos económicos como las diferencias salariales, la pobreza, la marginación social, la falta de oportunidades de trabajo para los jóvenes, la precarización del empleo y la intensidad laboral, de forma que la migración se constituye en válvula de escape de cientos de miles de personas que no encuentran oportunidades para una vida mejor en su país de origen.
QUÉ OCURRE EN MÉXICO
La fuerte corriente migratoria de los últimos 20 años de México hacia Estados Unidos obedece a factores básicamente económicos relacionados con la falta de oportunidades para una vida digna, un ingreso suficiente y una esperanza de mejora económica y social.
El deterioro del empleo en este país representa el factor migratorio más importante, del que derivan problemas de ingreso insuficiente, pobreza y marginación. La precarización del empleo ha crecido notoriamente, lo que significa no sólo reducción de salarios reales o poder adquisitivo por los efectos de la inflación, sino también disminución de salarios nominales y prestaciones. Se incrementa la subcontratación en condiciones desventajosas y la informalidad se convierte en vía de escape para millones de personas que no encuentran una oportunidad digna en el sector formal de la economía.
Esto supone que el ingreso disponible de los trabajadores y su poder de compra es cada vez menor, lo que genera un círculo vicioso de bajo consumo, baja demanda agregada para las empresas, baja tasa de ganancia y reducción de oferta de trabajo; a la par que se intensifica la jornada mediante mayor cantidad de trabajo por horas. El mercado interno se reduce, la competencia se incrementa y las empresas deben reducir sus costos utilizando la alternativa más viable: el mercado de trabajo, pues el poder de negociación con los trabajadores es mayor que con los proveedores, distribuidores o consumidores.
Muchos estudios muestran que la llamada inflexibilidad del mercado laboral formal se ha compensado con la extrema flexibilidad del mercado laboral informal.
Ante la falta de alternativas, los trabajadores están dispuestos a trabajar por menores salarios, menores prestaciones y empleos eventuales.
El incremento del sector informal, cuya cantidad de empleos es casi la misma que en el sector formal, es un indicador clave del deterioro de la calidad de este último, que lleva al fenómeno de los «subempleados o informales felices», que prefieren un empleo informal precario, con ingreso bajo y volátil que uno formal con el mismo ingreso bajo, una jornada intensa de trabajo, estrés laboral y jefes impacientes y exigentes.
En mayo de 2010, el Instituto Mexicano del Seguro Social reportó 14 millones 263 mil empleados permanentes y eventuales, en tanto que el sector informal generó 12 millones 500 mil empleos. La tasa de crecimiento del empleo eventual en el sector formal de la economía fue de 12.04% mientras que la del empleo permanente fue de 1.85% durante 2009.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en el primer trimestre de este año 2010, 65% de la población ocupada son trabajadores subordinados, cerca de 10 millones y medio ganan hasta dos salarios mínimos, esto es 36% del total, mientras que 63% gana cuando mucho tres salarios mínimos y su tasa de crecimiento durante 2009 fue de 11%. Esto significa que 6 de cada 10 trabajadores no alcanzan a cubrir con su salario el costo de una canasta básica.
Según datos del Consejo de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en los últimos cuatro años la pobreza en México se ha incrementado en 8.3 millones de personas, generando un total de 44.7 millones de pobres, y se estima que durante este 2010 la cifra llegará a 53 millones, es decir 50% de la población total.
La problemática económica fomenta la emigración de México hacia Estados Unidos y a la vez, la misma problemática en el país vecino incrementa el temor y la aversión hacia los inmigrantes porque la población siente amenazado su status quo, el incremento en la competencia por los empleos, los servicios públicos y la asistencia social.
Hasta antes de la crisis económica 2008-2009, las remesas constituían la segunda fuente de divisas más importante del país después de las exportaciones petroleras. En 2008 se recibieron 25,137 millones de dólares y 21,181 millones en 2009. Dichas remesas eran mayores al total de la inversión extranjera directa, y son un elemento económico clave que permite mitigar la pobreza en estados como Jalisco, Michoacán, Puebla, Oaxaca, Guerrero y Estado de México. Las familias receptoras de remesas las destinan en 80% a la compra de bienes de la canasta básica.
REFORMA MIGRATORIA: ESTÍMULO PARA AMBAS ECONOMÍAS
Quiérase o no, la economía mexicana y la norteamericana están íntimamente relacionadas a través del comercio exterior, la inversión extranjera, el turismo, el sistema financiero y la migración. Negar los beneficios que perciben ambas de los movimientos migratorios sería insensato. Estudios del doctor Raúl Hinojosa-Ojeda, de la Universidad de California, establecen que la aprobación de una reforma migratoria incrementaría empleos, salarios, consumo e ingresos fiscales y aportaría a la economía norteamericana un estímulo necesario para salir de la crisis.
La legalización de aproximadamente 12 millones de inmigrantes ilegales generaría un crecimiento económico estimado de 1.5 trillones de dólares (unidad de medida norteamericana) en un período de 10 años, en cambio la deportación masiva y el cierre de frontera a la inmigración tendría los efectos contrarios con una pérdida estimada de 1.46% del PIB, es decir 2.6 trillones de dólares en el mismo período (Hinojosa-Ojeda, 2010).
En otro estudio, el Instituto El Cato establece que, de aprobarse la reforma migratoria que cancele la emigración y genere una deportación masiva, los ahorros en gasto público serán menores que las pérdidas en producto y empleos. La riqueza de los hogares podría reducirse en 0.5%. Por el contrario la legalización elevaría la productividad y la creación de empleos con altas destrezas laborales, el impacto positivo sería de alrededor de 180 billones de dólares del producto interno bruto (Dixon & Rimmer, 2009).
La reciente ley anti-inmigrante en Arizona: SB 1070, discrimina, criminaliza y castiga a las personas sólo por su origen, además de violar los derechos humanos más elementales.
Lo que los estudios no mencionan son las implicaciones sociales y éticas que implican los movimientos migratorios y los conflictos que generan: discriminación, autoestima, estrés, desintegración familiar, tergiversación de valores, exclusión social, económica, política y cultural y la ampliación de la disparidad social.
La polarización social es producto de la desintegración social, los movimientos migratorios no son ninguna novedad, como tampoco el conflicto étnico, religioso, cultural y de costumbres que se genera en la sociedad que se va integrando poco a poco. En épocas de escasez y en un entorno de lucha por los recursos económicos se pierden los valores de tolerancia, solidaridad, subsidiaridad y es sobre ellos que la sociedad y sus instituciones deben ir trabajando. La migración debe contemplarse también como un problema de responsabilidad social.
Los migrantes buscan un mejor horizonte de vida, y en su búsqueda dejan atrás no sólo su lugar de origen, sus costumbres y raíces, sino también sus familias y valores, para tratar de integrarse en un mundo crecientemente hostil que los marca como delincuentes e infractores de la ley que agravia su persona, los somete al escarnio lesionando su dignidad.
Más y mejores empleos e ingresos generarán trabajadores satisfechos, mayor productividad, menor rotación y ausentismo, fortalecerán el mercado interno con mayor poder de compra y por ende la mayor rentabilidad de los negocios, pero sobre todo, mayor arraigo de nuestra población.
El capital social generado y el capital humano podrán reinvertirse en nuestro país, mejorando las condiciones económicas y las sociales. Los empleos de calidad en cantidad suficiente evitarán que los jóvenes se sientan atraídos a las drogas, el alcohol y la vagancia. Los índices de delincuencia, desintegración familiar y violencia intra-familiar se reducirán, las familias serán más estables y sus condiciones de vida se verán dignificadas.
Porque si todo lo anteriormente expuesto es cierto, la migración y los problemas migratorios se encuentran íntimamente relacionados con la carencia de oportunidades para tener acceso a una vida digna.
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Bibliografía
BBVA Bancomer. (2009 y 2010). Situación Migración México., (pág. 52). México.
Dixon, P. B., & Rimmer, M. T. (2009). Restriction or Legalization: Measuring the Economic Benefitis of Immigration Reform. (I. Cato, Ed.) Trade Policy Analysis (40), 24.
Hinojosa-Ojeda, R. (enero de 2010). Raising the Floor for American Workers,the Economic Benefits of Comprehensive Immigration Reform. Recuperado el 29 de mayo de 2010, de www.americanprogress.org: http://www.americanprogress.org/issues/2010/01/pdf/immigrationeconreport.pdf