Dios ha vuelto

Desde que Comte enunciara a mediados del siglo XIX la teoría de los tres estadios en la evolución de la humanidad, y un siglo antes con la Ilustración, se ha venido repitiendo machaconamente que la religión estaba llamada a desaparecer en nombre del progreso. Se iba a extinguir como una de tantas enfermedades molestas, superadas por la ciencia.
Incluso, si nos atenemos a una cierta mentalidad dominante en la Europa política y social posmoderna, hay quien nos diría que ese pronóstico se ha cumplido porque abundan las personas que, por primera vez en muchas generaciones, no profesan ninguna religión. Una «ley de hierro» afirma que la sociedad moderna, y por supuesto la posmoderna, implicarían una irreversible secularización. Lo religioso sería un puro fenómeno cultural y los lugares de culto pasarían a ser simples referencias histórico-artísticas.
 
miscelanea-2-dios-ah-vueltoNI DESPARECE NI LANGUIDECE
Sin embargo, el libro God is Back, escrito por el director de The Economist, John Micklethwait, y por Adrian Wooldridge, director de la oficina del semanario en Washington, intenta demostrar, con profusión de datos y testimonios de entrevistas personales, que la religión no ha desaparecido ni está languideciendo.
A título de ejemplo, estos autores consideran que en 2050 China, el mismo país que Mao sometió a un experimento ateo de ingeniería social, tendrá el mayor número de cristianos y musulmanes en el mundo. En los últimos años, los propios dirigentes comunistas chinos, igual que mucho antes Napoleón, han pensado que la religión es un medio de estabilidad social, si bien consideran que el hecho religioso debe ser instrumentalizado por el Estado, que ya no sería el perseguidor directo de otros tiempos.
De lo contrario, la religión, y en particular el cristianismo, es vista por el Estado como una competidora, tal y como la contemplaron el Imperio Romano o los recientes totalitarismos de diverso signo. Sin embargo, los autores advierten que los comunistas chinos fracasarán en sus intentos de doblegar a la religión.
SE ATACA EN NOMBRE DE LA LIBERTAD
En cambio, el intento de marginar a la religión, en el sentido de desterrarla por completo del espacio público, se está desarrollando con mayor virulencia en Europa, aunque se proclame que se hace en nombre de la libertad y del progreso.
Los prejuicios europeos se remontan a la época de la Revolución Francesa, un movimiento político-social enfrentado a un absolutismo en el que el monarca decía gobernar en nombre de Dios. Edmund Burke, aquel gran crítico de la Francia revolucionaria desde sus orígenes, destacó, sin embargo, que la religión puede ser fuente de libertad porque tenía en mente el ejemplo de las colonias británicas en América del Norte, donde se refugiaron desde principios del siglo XVII aquellos que eran perseguidos por sus creencias religiosas.
Y si bien en este punto los autores no citan a Tocqueville, habrá que recordar que este pensador advirtió de lo peligroso que podía ser para la religión, y al final para el propio Estado, la llamada alianza entre el trono y el altar que se dio en la Francia de la Restauración borbónica. Las inmediatas revoluciones liberales le dieron la razón.
LA RELIGIÓN VUELVE AL ESPACIO PÚBLICO
Con todo, las ideologías posteriores, intrínsecamente antirreligiosas, las de Marx, Nietzsche, Freud o Sartre, entre otros, contribuyeron a edificar la mentalidad europea actual. Algunas también influyeron en los países que conocieron una revolución que se presentaba como modernizadora: la Rusia de Lenin, la Turquía de Atatürk, la China de Mao, el Egipto de Nasser, la India de Nehru, el Irán del Sha Reza Pahlevi… Sus proclamas ideológicas podían ser diferentes, pero tenían en común un nacionalismo laicista que consideraba a la religión como una muestra de ignorancia y fanatismo, opuesta al progreso.
Sin embargo, en la mayoría de los citados países se observa en la actualidad el retorno de la religión a un espacio público del que todos estos líderes políticos quisieron apartarla. En algunos casos, es un renacimiento de las creencias y en otros, una seña de identidad cultural que fue ignorada por un laicismo de corte occidental.
Los autores no han hecho, pese a todo, un libro que lleve a demostrar que la religión es buena o mala. Afirman moverse en una supuesta equidistancia y su principal propósito es atestiguar que ha crecido el número de creyentes en el mundo. La religión vuelve a ocupar terrenos en la esfera pública, sin que esto implique necesariamente un régimen teocrático, tal y como temen los partidarios del laicismo antirreligioso.
Se insiste en la obra en que no se han cumplido los pronósticos de algunos ilustrados, que tenían una confianza ciega en la razón y en la bondad natural del hombre, que tachaban de superstición la experiencia religiosa y defendían la subordinación de la fe al Estado. En su lugar, preconizaban una religión cívica que unas veces fue el marxismo y otras el culto a la ciencia y la técnica, popularizada por escritores como H.G. Wells y G.B. Shaw, y que en nuestros días retorna de la mano de las obras divulgativas de Richard Dawkins.
INSPIRÓ LOS DERECHOS CIVILES
Gran parte de God is Back está dedicado a EE.UU., cuyo nacimiento se origina por una revolución contra el Antiguo Régimen, aunque, a diferencia de Francia, la religión no se percibía como un factor opresivo. Surgió así una América evangélica que tomó la Biblia como referente, algo que también se asocia al origen del partido republicano.
Un repaso a la historia americana del siglo XX permite apreciar el influjo de los credos protestantes en la enmienda que instaura la prohibición del alcohol en 1919 o en el rechazo de las teorías darwinistas en nombre de la literalidad de la Biblia. Por lo demás, destacados acontecimientos de las últimas décadas están impregnados de fervor religioso: la II Guerra Mundial, la contienda ideológica de la Guerra Fría, la revolución conservadora de Reagan y, por supuesto, los atentados del 11-S.
Y pese al desprestigio posterior de George W. Bush, no hay que olvidar que en su reelección de 2004 jugó un papel destacado el factor religioso, hasta el punto de que algunos adversarios de la administración Bush insistían en que EUA estaba convirtiéndose en una teocracia.
Ni siquiera Obama se sustrae a la influencia de la religión, tal y como certifica en las obras autobiográficas que contribuyeron a su popularidad, si bien el presidente no tiene actualmente una adscripción cristiana definida, en una curiosa coincidencia con su admirado Abraham Lincoln.
Recordemos finalmente que Benedicto XVI, en su visita al país en abril de 2008, señalaba que las creencias religiosas han sido para los norteamericanos «una constante inspiración y una fuerza orientadora, por ejemplo, en la lucha contra la esclavitud y en el movimiento en favor de los derechos civiles».
Los autores del libro también coinciden en este análisis y presentan a la religión en EUA como llena de vitalidad, incluso como algo que proporciona una vida saludable de acuerdo con las estadísticas. La religión forma parte del genio americano por mucho que los Harvard, Manhattan y Hollywood seculares pretendan ofrecer al mundo una imagen opuesta. Desde EUA, lo religioso va asociado al triunfo del capitalismo global, que proporciona al mismo tiempo nuevos misioneros en Asia, África o América Latina, que poco tienen que ver con las misiones protestantes de otros tiempos.
 
LA BIBLIA Y EL CORÁN
Los últimos capítulos de God is Back abordan la oposición entre la Biblia y el Corán, en el que los autores dan por vencedora a la primera, sobre todo porque el islamismo radical es hostil a una sociedad plural y no admite las conversiones a otra religión. No llegan, sin embargo, a afirmar que el Islam sea incompatible con el mundo moderno, pues ponen sus esperanzas en el partido islamista turco del AKP, que ha dado grandes pasos para una mayor apertura del país, y en la formación de una clase media musulmana entre los inmigrantes llegados a Europa.
Estas expectativas no dejan de ser difusas y contradictorias, pero coinciden con el discurso de Benedicto XVI en Ratisbona en que el Islam no debe dar la espalda a la razón. Niegan además la visión de un mundo agitado por las guerras de religión, según la visión al uso del laicismo antirreligioso, pues no es la religión la que desata la guerra sino que los credos, en particular el musulmán, son puestos al servicio de intereses políticos.
La conclusión del libro es que Dios, es decir las religiones, han vuelto para quedarse, y que las teorías laicistas han demostrado estar equivocadas. Sin embargo, se advierte a los creyentes que la religión solo florecerá por medio de la libertad religiosa y sin imposiciones.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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