No encuentra marido, ni tiene buen fin…
Rosario Castellanos
FCE. México, 2003.
168 págs.
El mito es la luz y la sombra de Rosario Castellanos (1925-1974): se le conoce mejor por su obra literaria, pero, su tarea intelectual se puede comprender como una reflexión desmitificadora del papel de la mujer. Mujer que sabe latín… es la obra ensayística ideal para conocerla como pensadora.
En ella se reúnen breves ejercicios de filosofía, literatura y sociología. Son más los artículos literarios, pero el que más relevancia cobra es de talante filosófico y sociológico: «La mujer y su imagen». Ahí, Rosario se dedica con tesón y agudeza a formular una de las críticas más relevantes a la mitificación de la mujer y su consecuente reclusión social basada en argumentos de dudosa racionalidad, pero preservados durante siglos. Sus primeras palabras son elocuentes: «La mujer ha sido, más que un fenómeno de la naturaleza, más que un componente de la sociedad, más que una criatura humana, un mito».
Para lograr la tarea desmitificadora que se propone, recurre a las enseñanzas de la escuela fenomenológica. Las alusiones a la vida de la conciencia, la exigencia del conocimiento directo y no velado de las cosas tal como son, la recuperación de la noción de persona –que históricamente dará origen a la corriente fenomenológica llamada Personalista–, el reconocimiento de un ser real que se puede conocer con verdad, recuerdan la frase de Husserl: «volver a las cosas mismas».
En «La mujer ante el espejo: cinco autobiografías» describe el corazón de la filosofía fenomenológica de Husserl: dejar de lado todo lo accidental del fenómeno que analizamos para contemplar la esencia de las cosas. En otros lugares explica algunas paradojas de la divinidad y la crisis religiosa de un personaje de Mary McCarthy, apelando a la filosofía natural de Aristóteles. Se pregunta por la maldad y su influencia cuando emitimos juicios; emparenta intelectualmente con Simone Weil; y descubre al filósofo de los valores: Max Scheler.
Mujer… es el perfil intelectual de Castellanos, mismo que se gestó en Sobra cultura femenina y que se traduce creativamente en su narrativa.