CRIMEN Y CASTIGO
F.M Dostoyevski
Novela
Alianza. Madrid, 1999. 695 págs.
F.M Dostoyevski
Novela
Alianza. Madrid, 1999. 695 págs.
Me pregunto si puedo añadir algo de valor en una breve reseña al magistral Crimen y castigo. Hablar de la historia, el estilo o hacer un pequeño resumen sería insuficiente. Quisiera ser completamente justa con Dostoyevski. Es imposible. La única manera es acceder y dejarse tocar por sus obras.
Admito sin pudor que Crimen y castigo determinó mis lecturas venideras. Por supuesto, llegaron a mí otras obras fascinantes: Los hermanos Karamazov, El jugador y Apuntes del subsuelo; pero, sin demeritar su valor y sin entrar en la estéril discusión de cuál es mejor, yo me quedo con la introspección hacia el alma de uno de los personajes más famosos de la literatura universal: Raskolnikov.
Una pregunta personal sigue patente: ¿por qué vuelvo a la novela incesantemente? Existen varias posibles respuestas: la primera radica en el encuentro con la belleza que germina en la genialidad. A 142 años de su publicación por entregas en el periódico El mensajero ruso sigue igual de vigente.
La segunda, perdura en la capacidad del escritor para abarcar con intensidad los sentimientos, sensaciones, percepciones, pensamientos y emociones humanas, reflejadas en los monólogos internos del protagonista. Sólo un gran autor toca con exquisita y precisa maestría los hilos más delgados y sensibles de la naturaleza humana. Sin miedo a equivocarme, me atrevo a aseverar que todos hemos sentido deseo de matar, incluso, podríamos creer que hacemos un bien a la sociedad. A todos nosotros, incautos, la culpa nos ha corroído en momentos tortuosos, donde nuestro «mal» parece el peor de los pecados y buscamos el castigo para redimirnos.
Dostoyevski, sin duda, conoce al hombre. Su importancia en la historia del pensamiento es inminente. Y la presencia de Crimen y castigo en nuestro imaginario actual también.
¿Qué sería de la literatura del siglo XX sin Dostoyevski? Pocos autores tienen tanta influencia en la literatura posterior a ellos como él. Hesse, Proust, Faulkner, Camus, Kafka, Sabato y Garcia Marquez son unos pocos ?entre muchos más? que han caído en sus redes.
Admito sin pudor que Crimen y castigo determinó mis lecturas venideras. Por supuesto, llegaron a mí otras obras fascinantes: Los hermanos Karamazov, El jugador y Apuntes del subsuelo; pero, sin demeritar su valor y sin entrar en la estéril discusión de cuál es mejor, yo me quedo con la introspección hacia el alma de uno de los personajes más famosos de la literatura universal: Raskolnikov.
Una pregunta personal sigue patente: ¿por qué vuelvo a la novela incesantemente? Existen varias posibles respuestas: la primera radica en el encuentro con la belleza que germina en la genialidad. A 142 años de su publicación por entregas en el periódico El mensajero ruso sigue igual de vigente.
La segunda, perdura en la capacidad del escritor para abarcar con intensidad los sentimientos, sensaciones, percepciones, pensamientos y emociones humanas, reflejadas en los monólogos internos del protagonista. Sólo un gran autor toca con exquisita y precisa maestría los hilos más delgados y sensibles de la naturaleza humana. Sin miedo a equivocarme, me atrevo a aseverar que todos hemos sentido deseo de matar, incluso, podríamos creer que hacemos un bien a la sociedad. A todos nosotros, incautos, la culpa nos ha corroído en momentos tortuosos, donde nuestro «mal» parece el peor de los pecados y buscamos el castigo para redimirnos.
Dostoyevski, sin duda, conoce al hombre. Su importancia en la historia del pensamiento es inminente. Y la presencia de Crimen y castigo en nuestro imaginario actual también.
¿Qué sería de la literatura del siglo XX sin Dostoyevski? Pocos autores tienen tanta influencia en la literatura posterior a ellos como él. Hesse, Proust, Faulkner, Camus, Kafka, Sabato y Garcia Marquez son unos pocos ?entre muchos más? que han caído en sus redes.