Hace 45 años la canción «La respuesta está en el viento» («Blowin? in the Wind») se encontraba en los primeros lugares de la música popular de Estados Unidos; Bob Dylan, cantautor (nacido en Minnesota en 1941) y el trío musical «Peter, Paul and Mary» la harían internacionalmente famosa. Aquel joven delgado, con voz desgarbada, acompañado sólo por su guitarra de cuerdas y armónica, vertía conceptos poco planteados hasta entonces para la sociedad norteamericana, con el sencillo estilo de la música folklórica.
¿Por qué causó tanto impacto tal canción y otras melodías suyas como: «Señores de la guerra», «Una fuerte lluvia caerá», «Los tiempos están cambiando», «Páginas de mi pasado», «Todo ha terminado ahora, amada triste», «Campanas de libertad», etcétera. Resultaron una explosiva e innovadora mezcla de poesía, música e ideología antropológica, política y social.
CUATRO BUENAS RAZONES DE ÉXITO
1. Era una de las primeras veces que –abiertamente– un cantante popular denunciaba la segregación racial en Estados Unidos y todas las injusticias sociales que venían como consecuencia («¿Cuántos años ha de vivir cierta clase de gente/hasta que se le permita ser libre?»;/¿Cuántas veces ha de eludir la mirada un hombre/fingiendo que no ha visto nada?/La respuesta, amigo mío, está flotando en el aire». «La respuesta está en el viento»).
2. Por otra parte, en el siglo XX, Norteamérica se había embarcado en tres sangrientas guerras: las dos guerras mundiales, la de Corea y, en esos años, se enfrascaba en una cuarta y lamentable, la de Vietnam. La postura de Dylan siempre fue antibelicista y propuso –a través de sus melodías– soluciones pacíficas a los conflictos internacionales. Expuso «la otra cara» —amarga y dura– de las guerras: hogares rotos, mujeres que pierden esposos e hijos, huérfanos, traumas psíquicos e irreparables daños físicos humanos a consecuencia de los combates.
Denunció con valentía que, como producto de las guerras, los dueños e inversionistas de las industrias armamentistas se enriquecen a costa de la sangre de los jóvenes soldados: «Ellos toman mi vida como si fuera su juguete/y ponen un arma de fuego en mis manos/y, luego, desaparecen de mi vista;/dan la vuelta y huyen muy lejos cuando vuelan las balas./Déjenme preguntarles:/¿ese dinero tan jugoso/les comprará el perdón,/cuando la muerte les pida cuentas?». («Señores de la guerra»).
3. También, delata la crisis de valores que vive su país, los sectores con extrema pobreza, las posturas antifeministas, la educación belicista en las escuelas, la incomunicación de la civilización moderna, los juicios injustos de algunos tribunales, las políticas demográficas antinatalistas que conducían a las mujeres a abortar y a reducir el número de hijos: «Ustedes han sembrado el peor de los miedos/que jamás se haya lanzado/el miedo a traer niños al mundo/han amenazado a mi bebé/cuando todavía no ha nacido y ni siquiera tiene un nombre/y es porque ustedes no valoran la sangre que corre por sus venas». («Señores de la Guerra»).
4. Ante una sociedad inmersa en el materialismo hedonista y consumista, hace un cuestionamiento inédito; exasperante para algunos que prefieren no hablar de la muerte, del dolor ni de las enfermedades, que rechazan la dimensión trascendente del hombre: «¿Cuántas muertes deberás de presenciar/hasta que te persuadas que todos los hombres habremos de morir?». («La respuesta está en el viento»).
PARTEAGUAS DE LA MÚSICA ANGLOSAJONA
Su influencia fue grande porque luego le imitaron compositores y grupos musicales como: Los Beatles, Rolling Stones, Who, Pink Floyd, U2, Sting, Cranberries, Oasis, Richard Ashcroft, entre otros. En 1965, tuvo un histórico encuentro con los integrantes del «Cuarteto de Liverpool» en Inglaterra quienes preguntaron a Dylan la opinión sobre sus canciones. Su respuesta fue lacónica: «me parece que son simples melodías de amor».
Lo que Bob Dylan trataba de explicarles era que tenían que aprovechar el hecho de ser celebridades internacionales para, a través de la música, introducir mejor contenido a sus canciones e influir ideológicamente en la sociedad, en especial, en los jóvenes. Ese encuentro fue decisivo y a continuación Los Beatles produjeron música no sólo para bailar sino para escuchar con atención sus letras, por ejemplo, el álbum El club de los corazones solitarios del Sargento Pimienta, o canciones, como «Hombre sin personalidad», «Recaudador de impuestos», «Déjalo ser», «Todo lo que necesitas es amor», etcétera. «Bob Dylan –declaró el ex Beatle Paul McCartney al periódico USA Today, en 2001– nos ayudó a liberarnos artísticamente. Ha influido al mundo, sin él Los Beatles no hubieran sido «Los Beatles». Posteriormente John Lennon –ya como solista– escribiría melodías de gran contenido, como: «Imagina», «Niño maravilloso», «Juegos mentales», «Feliz Navidad, la guerra terminó», entre otras.
MÚSICA Y DERECHOS HUMANOS
El célebre líder Martin Luther King Jr., con el objetivo de que el gobierno reconociera legalmente los derechos civiles de las personas de color al igual que las personas de raza blanca, organizó numerosas marchas por diversos estados de la Unión Americana. El 28 de agosto de 1963, en Washington, desde las escalinatas del Monumento a Lincoln, tuvo lugar una numerosa manifestación particularmente memorable, cuando pronunció su histórico discurso «Yo tengo un sueño» («I have a dream») y, en esa ocasión, pidió al grupo Peter, Paul and Mary que entonaran «La respuesta está en el viento» y, desde entonces, se convirtió en el himno de este movimiento.
También, cuando Dylan cumplió treinta años de trayectoria artística, ante un multitudinario auditorio, el cantante de color Stevie Wonder tomó la palabra e hizo público reconocimiento a la labor de Dylan en defensa de los derechos de los afroamericanos.
En sus inicios Bob Dylan recibió el influjo nihilista de la «Generación beat» (Allen Gingsberg, William Burroughs, etcétera), y sobre todo, de su precursor, el escritor Jack Kerouac, particularmente de su libro En el camino. Era aficionado a las drogas, cayó en el alcoholismo, su vida era nómada y vagabundeaba: «Sin rumbo a casa/como una piedra que rueda», dice en su canción «Like a Rolling Stone». Tenía algunas ideas erróneas sobre la familia y la libertad sexual. Sin embargo, años más tarde, tuvo una súbita conversión al cristianismo y comenzó a componer canciones con mensajes de carácter religioso como: «Creo en Ti», «Sálvame», «¿Estás listo?», «Servir a alguien», «La muerte no es el final», «Tocando en las puertas del Paraíso», y también canciones de superación personal y solidaridad («Por siempre joven») y sobre la educación y amor a los hijos y al cónyuge («Recuerdos valiosos»).
En septiembre de 1997, en Bolonia (Italia), cantó para el papa Juan Pablo II y una gran multitud de jóvenes. Cuando terminó su famosa melodía «La respuesta está en el viento», el Papa glosó elogiosamente la letra de su canción y le comentó privadamente a Dylan: La respuesta está en el viento que transmite la voz del Espíritu y que por el camino de la música se dirige al encuentro de Jesús. Por este motivo, Dylan recibió duras críticas de algunos de sus seguidores, aunque también manifestaciones de apoyo; no obstante, continuó con sus convicciones religiosas.
MÚSICA PARA EL HOMBRE
Dylan compuso también, «simples melodías de amor», pero me parece que lo interesante de su obra musical consiste en que sacudió a toda una generación –en plenos años del auge económico norteamericano de la posguerra– para moverlas a interesarse por los problemas sociales de su país y del mundo; para que también promovieran la paz y la comprensión entre los pueblos; para que tuviera ideales y luchara por el reconocimiento de los derechos humanos, sin importar su raza ni condición social.
Actualmente Dylan sigue produciendo álbumes musicales y su repercusión sociocultural ha continuado en las sucesivas décadas y es indudable que sus ideas permean también entre intelectuales, políticos y artistas de todo el mundo.
Musicalmente revolucionó las melodías folklóricas tradicionales y –haciendo una original simbiosis con el Rock and Roll–, creó un nuevo género de música popular, acuñado con el nombre de «folk-rock». Como un reconocimiento a su obra literaria y musical, las universidades de Princeton y St. Andrews lo nombraron doctor honoris causa y es «Commandeur des Arts et des Lettres» de Francia y premio Príncipe de Asturias de las Artes de España.
A casi medio siglo del inicio de su carrera artística, me parece de justicia hacer un balance de su trayectoria y confirmar que –no sólo para los jóvenes de su generación– sino para la sociedad actual, Bob Dylan constituye un símbolo y un pionero de muchos cambios socioculturales de nuestro tiempo.