Thomas Mann

Recientemente se celebró el 50º aniversario luctuoso del escritor Thomas Mann. Este festejo trajo consigo la reedición de La montaña mágica, una de las obras más famosas de la narrativa moderna. La nueva versión viene aderezada con importantes escenas omitidas por traductores anteriores. Se trata de una traducción al español por Isabel García Adánez y editada por la firma Edhasa.
Sorprende saber que la versión conocida en gran parte del mundo de habla hispana durante 70 años omitió, por razones aún desconocidas, pasajes de espiritismo, escenas bélicas y de burdel. La primera traducción de esta novela al español fue de 1934, y desde entonces había prevalecido la omisión que, desde un punto de vista positivo, ahora nos da un excelente motivo para acercarnos con nuevos ojos La montaña mágica y descubrir por qué sigue siendo considerada una de las obras clásicas de la literatura alemana del siglo XX.
Pero no nos limitemos a la obra mencionada cuando Thomas Mann nos dejó un legado que amerita horas de lectura y diálogo, con el enriquecimiento no sólo intelectual, sino además espiritual que proporcionan las obras que citaré más adelante. Textos que van de lo profundo de la autorreflexión, al plano de la parodia y el humor; de la aguerrida manifestación política, a la pausada descripción de un hospital de tuberculosos. Textos que hablan de vida y también de muerte, pero que sobre todo proyectan el inquieto espíritu de un hombre que supo observar su entorno sin los humos de la parcialidad.

MANN, HOMBRE DE PLUMA ÁGIL

Su padre fue un rico comerciante y senador alemán; y su madre, la hija del propietario de una plantación en Brasil. Sin embargo, no sería la ruta del comercio quien ganaría la simpatía y adherencia del jovencito. Con una resistencia natural a cualquier exigencia externa, cursó sin pena ni gloria sus estudios básicos en Lübeck, adquiriendo un mínimo y rudimentario conocimiento. No obstante, ya se vislumbraba el genio autodidacta que a los 25 años se consagraría con la novela Los Buddenbrook, que narra el apogeo y caída de una familia de ricos comerciantes a través de cuatro generaciones. Este texto constituye un magnífico cuadro de la alta burguesía alemana a principios del siglo XX, a través del conflicto entre el hombre de temperamento artístico y su entorno de clase media burguesa.
A los 15 años, Mann enfrentó la muerte de su padre; y mientras continuó estudiando en la ciudad natal, su madre y hermanos menores se trasladaron a Munich, al sur de Alemania. Luego de reunirse con su familia, inició su vida laboral al fungir como oficinista en una compañía de seguros; más tarde perteneció al comité de dirección de la revista satírica Simplicissimus.
Hacia su carrera de periodista, Mann cursó diversas disciplinas (historia del arte, historia, literatura, economía) en la universidad y en una escuela tecnológica. Por la misma época vivió un año en Italia, y ahí escribió y publicó su primera colección de cuentos: El pequeño Herr Friedemann (1898). En Roma también inició la escritura de Los Buddenbrook, aparecida en 1901. A esto siguió Tristán (1903), un grupo de historias breves de las que destaca Tonio Kroger, una especie de autobiografía espiritual que se adentra en temas del arte y la disciplina.
En 1905 Mann contrae matrimonio con la hija de un directivo de la Universidad de Munich; de esta unión nacieron tres niñas y tres varones. Continúa escribiendo y en 1909 publica Alteza real, historia que se presta para un análisis psicológico y para ahondar en cuestiones morales, como la reconciliación de una melancólica conciencia aristócrata con las demandas de la comunidad circundante.
Después aparece Muerte en Venecia (1913), una de las novelas más famosas de Mann que tuvo como inspiración a un joven adolescente de nombre Wladyslaw Moes, cuya contraparte en la ficción es Tadzio, de 14 años. Es la historia de Gustav von Aschenbach, un autor que se enamora perdidamente del jovencito y que, en su obsesión por estar cerca de él, permanece en Venecia durante una epidemia de cólera y muere contagiado. A la fama de esta novela contribuyeron la versión cinematográfica de Luchino Visconti y la ópera de Benjamín Britten.
Casi al final de la escritura de Muerte en Venecia, el autor concibió la idea de su siguiente trabajo: La montaña mágica, cuya creación fue interrumpida por la guerra, que no afectó físicamente al escritor, pero sí lo distrajo de su labor artística, al obligarlo a revalorar sus ideas; tal autocuestionamiento dio como resultado Consideraciones de un apolítico, publicado en 1918. Su evolución de ideas socio-morales, se halla en: Pregunta y respuesta (1922), Esfuerzos (1925), y Orden del día (1930).
Finalmente, La montaña mágica salió a la luz en 1924. Una de las obras cumbre del siglo pasado, es una lúcida crónica de su tiempo, amena y reflexiva a la vez. Un minucioso análisis de la sociedad europea, en el que se puede observar la germinación in vitro de las catástrofes que más tarde protagonizaría la clase burguesa.
El protagonista de la historia, Hans Castorp, es un joven ingeniero naval lleno de vida que visita a su primo Joachim en un sanatorio para tuberculosos en Davos, Suiza; pero la visita, que en un principio debió durar tres semanas, se prolonga por siete años. Durante el tiempo que Hans permanece en el internado descubre el amor, el sexo, la vida y la muerte, hasta que el estallido de la guerra, en 1914, lo vuelve a la realidad y decide partir para los campos de batalla. Mediante el desarrollo de la acción, el autor ofrece un impresionante inventario de la vida en la Europa de la primera mitad del siglo XX.
Otro texto interesante es Las confesiones del estafador Félix Krull (1922), una novela basada en la parodia. Traslada elementos pertenecientes al venerable plano de lo tradicional, a un contexto donde priman el humor y lo criminal. El autor proyecta así su actitud frente a la complejidad de la tradición, posición que se percibe a lo largo de toda su obra. Las confesiones quedó incompleta.
A La montaña mágica le siguieron Desorden y dolor precoz (1926) y Mario y el mago (1930), escrita mientras el autor ya trabajaba en otra novela, cuya creación le tomara diez años: José y sus hermanos (1934-1944). Este trabajo difiere de todos los anteriores al dejar completamente fuera el tema del individuo burgués y adentrarse en los terrenos del pasado mítico de los relatos bíblicos. Una historia sobre el conflicto entre la libertad personal y la tiranía, basada en el libro del Génesis 12-50, se entretejen en ella el mito y la psicología. La novela fue dada a conocer por secciones en lecturas públicas y «por entregas» en diarios. La escritura de esta novela, entusiasmó tanto al autor, que sus estudios de respaldo para ella lo llevaron a Egipto y Palestina en la primavera de 1930.
En 1947 aparecen Doctor Fausto y Ensayos de tres décadas. Y más tarde, en 1951, El elegido.
POLÍTICAS DE UN APOLÍTICO
Como novelista y crítico, Thomas Mann fue una de las figuras más importantes de la literatura del siglo XX. Influyeron considerablemente en su obra los filósofos Arthur Schopenhauer y Friedrich Nietzsche, aunque rechazaba hasta cierto punto las ideas de este último. Sus novelas exploran la relación entre el artista y el burgués, o entre una vida de contemplación y una de acción. Entre sus escritos críticos el más importante es el ya mencionado Consideraciones de un apolítico, ensayo autobiográfico en el que llegó a la conclusión de que un artista debe estar integrado en la sociedad.
Resultado también de sus convicciones políticas y de su alto sentido de compromiso fue la pérdida de la nacionalidad alemana en 1936. En 1933, tras la llegada de los nazis al poder, se exilió por voluntad propia, y durante este tiempo se refugió primero en Suiza y posteriormente en los Estados Unidos (1938), donde obtuvo la ciudadanía en 1940. Entre 1941 y 1953 vivió en Santa Mónica, California, y finalmente, en 1953, se estableció cerca de Zurich, donde murió el 12 de agosto de 1955.
Las novelas de Mann se caracterizan por una reproducción precisa de los detalles de la vida moderna y antigua; por un profundo y sutil análisis intelectual de las ideas y los personajes; por un punto de vista distanciado e irónico combinado con un profundo sentido trágico. Sus héroes son, con frecuencia, personajes burgueses que sobrellevan un hondo conflicto espiritual. Uno de los tantos aciertos del escritor es el manejo del tiempo y los escenarios, donde muchas veces la cantidad de espacios es superada por la calidad de lo narrado. Su obra puede bien ser calificada de universalista, ya que alude al género humano en un nivel macro, y a la sociedad europea en micro.
LO INEXPLORADO
Particularmente llaman la atención los cuentos de Mann, un material no muy explorado todavía. Entre otros encontramos Accidente ferroviario, Horas penosas y La muerte. Este último, de especial intensidad, narra los últimos días de un hombre agonizante que misteriosamente conoce el día en que ha de morir. En su lecho, el Conde reflexiona sobre la muerte e incluso el suicidio, mientras su agonía es acompañada por la presencia ocasional de Asunción, su pequeña hija, encargada de mostrar el camino de la muerte al padre, quien aún tiene la esperanza de encontrar algo de la niña en el otro mundo.
Como conferencista, Thomas Mann viajó a Holanda, Suiza, Dinamarca, Inglaterra y España; y como invitado de la Carnegie Foundation, visitó Polonia en 1927. Como profesor, le fue reconocida su trayectoria por diversas instituciones, entre las cuales se hallan la Universidad de Bonn, que en 1919 le otorgara el grado de Doctor Honorario (es relevante mencionar que este título le fue retirado en 1937, un año después de su expatriación; el grado le fue restaurado en 1946;la Academia de Artes de Prusia, de cuya Nueva División Literaria fue miembro nominado por el Estado; el Senado de Lübeck, que le dio el título de Profesor; y la Academia Sueca, que resumió todos los honores conferidos en uno solo, el Nobel de Literatura en 1929.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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