La única cura
Todos hemos oído que prevenir es mejor que curar, pues en el caso del sida, prevenir no es simplemente mejor: es la única cura. La prevención primaria es la única realmente eficaz porque actúa en el primer proceso de riesgo de contraer la enfermedad.
Hace falta un gran esfuerzo de reflexión, ya que el sida no es un problema estrictamente sanitario, como querrían algunos, sino ético: una sexualidad indiscriminada, desajustada de otras facetas básicas de la persona, convierte al hombre en animal inferior con una existencia patológica.
Prevenir el sida no es sencillo, pues se trata de una enfermedad del comportamiento. Además de la investigación, otras soluciones deben provenir de la educación sanitaria y sexual, y de la transmisión de una serie de valores humanos que motiven a rechazar las drogas y otras conductas de riesgo. Recomendar el condón y no la responsabilidad es totalmente absurdo y peligroso. Cuando rectifiquemos los actuales hábitos de riesgo respecto al sida y avance la investigación, habremos ganado la batalla. Pero si no lo logramos y el virus VIH se vuelve infalible ante cualquier persecución, pues gracias a su mutabilidad supera todas las barreras, estamos perdidos.
Una campaña del Ministerio de Sanidad español señala que «Todos somos iguales ante el sida». Al primero que habría que convencer de esto es al virus VIH que sigue comportándose de modo discriminatorio, atacando principalmente a drogodependientes. Es verdad que la prevención del sida afecta a todos; pero también lo es que, a diferencia de la gripe, el riesgo casi desaparece si se evitan ciertas conductas.
Comité Independiente Anti-sida