Durante el verano del año 2002, Europa sufrió devastadoras inundaciones que estuvieron a punto de originar una catástrofe ecológica de proporciones. Un año después, el 2003,el continente se vio azotado por una ola de calor, que causó la muerte por hipertermia de miles de ancianos. Tan sólo en Francia fallecieron más de catorce mil.
La situación se vio agravada por la sequía y los incendios forestales de grandes dimensiones, en que miles de hectáreas de bosques fueron arrasadas por las llamas. Las condiciones climáticas pusieron en peligro el abastecimiento de electricidad proveniente de los reactores nucleares que debieron disminuir su producción, debido a que el agua devuelta a los ríos después de enfriar el proceso, presentaba por lo menos dos grados más que el límite de tolerancia establecido para no causar trastornos en la flora y fauna fluvial.
En este ambiente cuasi apocalíptico, agravado por la crisis económica que sufren Francia y Alemania, las dos locomotoras de la región, se ha encendido una acalorada discusión acerca del problema demográfico.
¡NO MÁS PRÓTESIS A PARTIR DE LOS 85!
El detonante han sido las dificultades para financiar las prestaciones de salud y las pensiones. En un sistema de reparto a diferencia de lo que ocurre en uno de capitalización se produce una redistribución, en que el segmento activo de la población cubre los gastos del sector pasivo. Por otra parte, cambiar el sistema de redistribución por uno de capitalización es prácticamente imposible.
A medida que crece el número de ancianos, la carga aumenta progresivamente sobre las generaciones jóvenes. Es así como, de los líderes juveniles de partidos conservadores de quienes no se esperaba ha surgido el grito de guerra: ¡no más prótesis a partir de los 85! ¡No más operaciones a los mayores de 75! Debido a los adelantos de la medicina, los seres humanos vivimos cada vez más tiempo. Estudios recientes indican que, en un futuro no muy lejano, llegaremos a los 120 años. Con esa esperanza de vida, si nos jubiláramos a los 65, percibiríamos prestaciones de salud, pensiones y jubilaciones, durante otros 55, lo que significaría un peso enorme, repartido sobre una población activa cada día menor y menos dispuesta a tomar sobre sus hombros una carga cada vez más pesada.
En la Unión Europea (UE), el número de personas en edad laboral por pensionista descenderá de 3.5 en el año 2000 a 1.8 en el 2050. Como una manera de favorecer el rejuvenecimiento de la población y continuando con las soluciones radicales, el líder juvenil del partido liberal de Austria propuso establecer impuestos a los anticonceptivos.
No estamos frente a un conflicto generacional a la antigua: entre los mayores, que quieren conservar el orden establecido, y los jóvenes, que irrumpen arrolladora y revolucionariamente intentando cambiarlo. Es, más bien, un conflicto relacionado con la repartición de los bienes dentro de la sociedad, que tematiza la justicia social y enfrenta a los jóvenes contra los mayores, a la población activa contra la pasiva.
En este contexto y contradiciendo el dogma del constitucionalismo clásico según el cual un hombre es un voto, se ha replanteado el llamado voto familiar, que ha adquirido una inusitada popularidad entre grupos nada proclives al fortalecimiento de la familia. Sus partidarios sostienen que introducir el voto familiar proporcionaría mayor peso electoral a los jóvenes de hoy que consideran que su futuro y el de sus hijos está hipotecado por la carga que significa mantener a la población pasiva.
De acuerdo a las estadísticas de la ONU, 44% de la población mundial vive actualmente en países cuya fecundidad ha caído por debajo del nivel necesario para reemplazar a la generación actual y se calcula que para el 2015 esta proporción aumentará a 67%. Las cifras indican que en el 2050 más de un tercio de la población europea será mayor de 60 años. La media de edad en Italia, que llega en la actualidad a 41 años, alcanzará entonces los 53.
Según los datos de la UE, los estados miembros tienen un reducido crecimiento vegetativo. En 1980 era de 2.5% y en 2002 llegó tan sólo a 0.8%. Alemania, Grecia e Italia presentan cifras negativas, lo que significa que los fallecimientos superan los nacimientos. Los países de Europa del Este tienen un crecimiento vegetativo negativo de -1.1% y un saldo migratorio también negativo de -0.7%. En el año 2002, sólo Irlanda presentaba un cierto crecimiento demográfico; en 2003, Irlanda ya no crecía. Y en Europa oriental, solamente Albania exhibe un saldo positivo. Por su parte, entre los estados que formaban parte de la URSS, únicamente se aprecia un repunte en Azerbaiján, Kirguizistán, Tadzhikistán, Turkmenistán y Usbekistán; pero sólo en los dos últimos países las cifras son relativamente significativas.
Francia y Alemania, las dos economías más importantes de Europa, esta medida resulta impracticable.
Otra solución consiste en disminuir el monto de las pensiones y prestaciones de salud u obligar a los enfermos a pagar algunos tratamientos o intervenciones. Por ejemplo, se calcula que en Alemania, para el 2030, las pensiones deberían bajar 50% o bien subir 40% los aportes de la población activa. Una disminución de las pensiones es impensable, entre otras razones, porque el segmento pasivo es cada vez más numeroso y constituye una fuerza política de gran importancia, de cuyo apoyo electoral no es posible prescindir. Por su parte, se teme que un aumento del aporte de la población activa sumiría en la pobreza a muchas familias.
¿Cómo ha llegado Europa a la temida implosión demográfica? Desde la industrialización hasta la fecha ha tenido lugar un determinado desarrollo histórico de carácter bifásico, denominado transición demográfica. En una primera etapa, se produce un verdadero baby boom, al disminuir significativamente la mortalidad infantil y aumentar, por consiguiente, la cantidad de personas que llegan a la edad adulta y, por tanto, fértil. A su vez, como son sociedades jóvenes, con economías en crecimiento, presentan alto grado de optimismo y confianza en el futuro.
En una segunda fase, las tasas de natalidad y mortalidad se estabilizan es el ideal demográfico de los antiguos griegos de manera que es posible el reemplazo generacional. Es una etapa que podría denominarse de realismo y madurez, en ella se han logrado las metas sociales y económicas y las personas se dedican a mantener o conservar lo alcanzado. Históricamente corresponde a países industrializados o desarrollados.
Posteriormente, en un tercer momento de la transición, la sociedad entra en el invierno demográfico. En tal caso, no se alcanza la reposición generacional, la fecundidad (número de hijos por mujer) se halla por debajo del nivel de reemplazo. Si en la próxima generación no se logra reemplazar la población, no se habla de su bajo crecimiento, ni siquiera de estabilización demográfica, sino de su no-reposición, de su disminución, lo cual, de no haber inmigración, conducirá inevitablemente al despoblamiento.
En contraste con la temida explosión demográfica, se la denomina también implosión demográfica. La pirámide poblacional pierde su típica forma de campana propia de países en que la tasa de natalidad no ha disminuido aún por debajo de los niveles de reposición y pasa a ser una pirámide invertida. Este fenómeno se presenta si la caída de la natalidad se acompaña de un aumento de la esperanza de vida debido especialmente a los adelantos de la medicina que conduce a una ancianidad cada vez más prolongada.
De acuerdo a estadísticas, la tasa de fecundidad en la UE en su configuración actual, sin los candidatos del Este, que reducirán aún más esta cifra es de menos de 1.5 hijos por mujer. El nivel de reposición se calcula en 2.1 hijos por mujer, es el llamado umbral de reemplazo que no supera ningún país europeo.
SE GESTA UNA NUEVA EUROPA
Tales circunstancias conllevan cambios políticos y sociales complejos. Los jubilados, llamados panteras grises, han arremetido en el escenario político como una fuerza electoral de enorme relevancia. Esto explica, en gran parte, la inmovilidad en la política europea, pues el voto de la gente mayor es un voto per se conservador, que apuesta por mantener el status quo. Incluso se ha comenzado a hablar de la gerontocracia europea, para referirse a la clase dirigente.
Desde el punto de vista económico, la tercera edad, que goza de un significativo poder adquisitivo, ha pasado a ser un mercado importante. No sólo se comercializan los productos de forma diferente, sino que, además, algunos están dirigidos sólo al adulto mayor.
A su vez, en los próximos años, el mercado inmobiliario sufrirá cambios significativos. Si la población joven disminuye, se construirá menos. Se calcula que, a partir de los 40 años, el número de metros cuadrados por persona se estabiliza, de manera que, a partir de esa edad, un europeo no aumenta el tamaño de su vivienda. Por otra parte, crece el número de hogares formados por una o dos personas, circunstancia que produce modificaciones en el mercado, destinadas a cubrir las necesidades de unidades domésticas uni o bipersonales. La construcción de nuevas viviendas probablemente se sustituirá por la modificación de las preexistentes, con el fin de adecuarlas a las necesidades de los ancianos.
A pesar de la resistencia que origina, se está produciendo una inmigración masiva, lo que lleva a muchos europeos a comparar la situación actual con la de fines del imperio romano, y a los nuevos inmigrantes con los pueblos que arremetieron contra Roma ya en decadencia y, a la postre, contribuyeron a formar la cultura europea como la conocemos. ¿Cuáles serán las características de la nueva cultura que emergerá en su lugar?, es un tema muy complejo que ha empezado a abordar la prospectiva.
El invierno demográfico está convirtiéndose en uno de los temas esenciales de la política europea, aunque muchos intentan ignorarlo. Sólo la incorporación masiva de nueva fuerza laboral podría restablecer la proporción entre los sectores activo y pasivo. Pero aún pocos políticos reconocen en la inmigración la solución al problema generacional. Por su parte, el FNUAP (Fondo de Población de las Naciones Unidas) apoya claramente la solución migratoria.
Los Estados Unidos también presentan un fenómeno invernal; sin embargo, su población no disminuye, debido a su política de inmigración controlada y selectiva, que le permite reponer el segmento faltante. En la actualidad, 11% de la población estadounidense nació en el extranjero.
En Europa se observa fuerte inmigración no controlada que se traduce en miles de trabajadores ilegales. De acuerdo a las cifras publicadas a principios de año por la oficina de estadística de la UE, esta tendría 0.36% más de habitantes que el año pasado, incremento debido únicamente a las corrientes migratorias, ya que la natalidad del continente continúa bajando. Sin embargo, es un porcentaje insuficiente que apenas contribuye a la estabilización demográfica. Para mantener a la población pasiva, el número de inmigrantes jóvenes necesario es mayor que el que requiere la estabilidad.
A fines de noviembre del 2003, el ministro del interior de Bélgica reconoció que Europa requiere 13 millones de inmigrantes al año para garantizar las pensiones hasta el 2050, fecha en que la población habrá disminuido en 10 millones de personas, lo cual significa que el porcentaje de pensionistas por cada 100 habitantes se elevará de los actuales 35 a 75%. Dewael propuso «un plan de acción a nivel europeo que desarrolle un modelo de inmigración controlada». Se calcula que, de aceptarlo, en Italia y Alemania los hijos de inmigrantes constituirían, para el 2050, 30 ó 39% de los habitantes.
Poco después de asumir, el canciller alemán Schröeder anunció la concesión de green cards a especialistas en computación. Inmediatamente, la oposición inició una campaña cuyo eslogan era precisamente que no querían expertos extranjeros, sino que las familias alemanas debían tener hijos. La campaña gubernamental fue duramente combatida por la oposición demócratacristiana. En el fondo, los políticos mezclaban dos problemas diversos: uno coyuntural consistente en la falta de expertos en cibernética, y las nefastas consecuencias del invierno demográfico.
QUÉ OCURRIRÁ CON LA INMIGRACIÓN NO CONTROLADA
No obstante sus beneficios, la inmigración origina innumerables dificultades. Los estados europeos son países con un acervo cultural ya formado, con costumbres que pueden resultar asfixiantes y presentan escasa apertura frente a los inmigrantes.
El grueso de la inmigración procede de Europa del Este y los estados de la ex URSS lo que aumenta la despoblación de sus países de origen y del Norte de África, formada en su mayoría por musulmanes. Sin mencionar el grave problema de la trata de blancas, una de las grandes dificultades adicionales de esta inmigración consiste en que los conflictos políticos y religiosos se trasladan a suelo europeo.
Por ejemplo, los problemas ocasionados por el velo en las escuelas. En un escenario posterior a los atentados en Nueva York ello resulta especialmente peligroso, como aparentemente ha quedado confirmado el 11 de marzo en Madrid. Pese a los esfuerzos por cerrar las fronteras, lo más probable es que se imponga una inmigración no controlada, escenario que traerá consigo graves conflictos sociales de distribución de la riqueza, entre viejos y jóvenes, ricos y pobres y entre ciudadanos e inmigrantes.
Al igual que los ancianos, los inmigrantes constituyen un nuevo mercado. Hasta hace una década no era común encontrar en los supermercados la profusión de productos exóticos que se puede adquirir hoy. No sólo alimentos y bebidas, también diarios, revistas y música. A su vez, han surgido tiendas especializadas para los diferentes grupos y ha aumentado la publicidad bilingüe. Se plantea la necesidad de nuevas estrategias publicitarias.
La inmigración incide en el mercado inmobiliario. Los migrantes y sus familias prefieren viviendas amplias, donde habiten varias generaciones bajo un mismo techo. Algunos grupos deciden vivir en un mismo sector, de manera que paulatinamente forman barrios de una etnia, donde les es más fácil formar una unidad cultural cerrada, ajena a las otras nacionalidades y que imposibilita la integración.
¿POR QUÉ SEGUIR APOYANDO LA ANTINATALIDAD?
Cuáles son las causas del invierno demográfico y cuáles serán sus consecuencias son dos grandes interrogantes de la demografía. Estudiar las primeras tal vez permita detener el proceso.
En los países industrializados, el costo de tener hijos parece ser muy alto y contribuyen circunstancias diversas, como viviendas pequeñas, falta de flexibilidad en la jornada laboral, en algunos países escasez de jardines infantiles Sin duda, la revolución sexual, que ve la sexualidad humana como una actividad meramente fisiológica, sin relación con la espiritualidad, olvidando que el hombre es unidad sustancial entre cuerpo y alma. Se separa la actividad sexual de la procreación y esta de la responsabilidad. En muchos países, los padres se ven obligados a entregar, en mayor o menor medida gustosamente o a regañadientes la educación de sus hijos al Estado.
Junto con la revolución sexual, llegó una mentalidad antinatalista impulsada sobre todo por el miedo al compromiso, al matrimonio, a los hijos. El recurso fácil a la contracepción, la introducción del aborto como mecanismo de control de la natalidad. La educación sexual en los colegios, cuyo principal objetivo es impedir embarazos, al tiempo que las relaciones sexuales entre adolescentesse presentan como algo normal. La falta de respeto hacia la mujer, aunque los organismos internacionales proclamen salvada su dignidad, tan pronto tiene acceso a la llamada salud reproductiva.
Todo esto, que ha llevado a una disminución de la natalidad y finalmente al invierno demográfico, y amenaza con despoblar vastas regiones del planeta, no puede ser una propuesta seria de futuro para el resto del mundo.
Los informes del FNUAP dejan claro que, después del retiro de la ayuda norteamericana, el financiamiento de los programas claves para frenar el crecimiento demográfico procede de Europa. Resulta paradójico que la región del planeta que sufre este proceso estival sea precisamente quien pague las campañas para reducir la población en otras regiones del planeta. Es muy arriesgado apostar por políticas de control de la natalidad, pues el proceso que conduce al invierno demográfico resulta imposible o muy difícil de revertir y las políticas de promoción de la natalidad tienen un alto costo económico.