VSH, ¿una nueva enfermedad?

Una nueva enfermedad afecta a individuos de ambos géneros, con mayor frecuencia entre los 16 y 75 años, que laboran en instituciones públicas o privadas, ocupando posiciones de elevado nivel jerárquico.
Por sus diferentes grados de gravedad y pobre respuesta al tratamiento, es necesario difundir sus principales signos y síntomas, que permitan realizar una prevención oportuna y así evitar o detener su evolución en etapas tempranas.
Al inicio perjudica el sistema nervioso central, sin embargo, evoluciona progresivamente hasta afectar a todo el organismo. Ha sido posible describir esta nueva enfermedad tras mucho tiempo de verificar el comportamiento de un gran número de personas en diferentes ámbitos social, laboral y familiar, con oportunidad de convivir con ellos y recabar información valiosa, a través del método empírico.
La información, en principio inconexa e intranscendente, se agrupó en un conjunto coherente y congruente de signos y síntomas que permitieron integrar un síndrome; luego se agregaron resultados de laboratorio y, por último, se identificó su agente causal: un virus, con lo cual fue posible hablar de una nueva enfermedad. La respuesta al tratamiento enriqueció su descripción, propuesta por primera vez en 1989. Constantemente se agregan nuevas observaciones que dan al padecimiento una riqueza sintomática poco común, con el asombro de que por años, incluso siglos, hemos estado en su presencia sin percatarnos.
La presente información se obtuvo tras años de observación; y aunque los sujetos que manifestaron la enfermedad fueron muchos, nunca se captó un conjunto de síntomas en un mismo enfermo, por lo que no existe riesgo de faltar a la ética si se divulga la identidad de alguno de ellos.
Suponer que la información presentada corresponde a una persona en particular es inadmisible. Si alguien se considera como el sujeto en quien se describió esta enfermedad, es mera coincidencia.
Una vez descrita la enfermedad con síntomas, signos, resultados de laboratorio, la respuesta al tratamiento y la identificación del virus que la produce se revisaron varios casos sospechosos, encontrándose un alto porcentaje de enfermos.
Mi propósito es alertar a las personas susceptibles de contraer el virus y, sobre todo, a quienes estén en situaciones de riesgo, para que prevengan el contagio o identifiquen la enfermedad al inicio, eviten su progresión y, eventualmente, logren curarse, algo imposible en etapas avanzadas.
Por otra parte, considerarse inmune a la enfermedad y eliminar la posibilidad de padecerla, podría ser ya una de sus primeras y más graves manifestaciones, que debería llevarnos a realizar un autoanálisis minucioso.

CUADRO CLÍNICO

El padecimiento afecta en forma inicial y predominante al sistema nervioso central, primero los nervios del cráneo, el cerebro y luego el sistema músculo-esquelético, hígado, piel, sistema hematopoyético y la afectividad. Así, la enfermedad aqueja numerosos aparatos y sistemas.
Nervio óptico
Los campos visuales se reducen; en etapas avanzadas los limita a una franja vertical estrecha en la parte media del campo, con pérdida de la visión lateral, como sucedía con las mulas de carga a principios del siglo pasado. La palabra «poder», que resulta al reducir el campo visual, es coincidental.
Debe precisarse que esta reducción no implica un deterioro en la agudeza visual; los pacientes son capaces de identificar hasta un pequeño cuerpo extraño (paja) en ojos ajenos, a simple vista. Desarrollan una intolerancia progresiva a la luz, que los lleva al uso de anteojos obscuros, aun en ambientes poco iluminados.
Nervio auditivo
Las manifestaciones de la enfermedad incluyen tanto la rama auditiva, como la vestibular (del equilibrio). Aparentemente, la vía auditiva les llega íntegra hasta la corteza cerebral; los enfermos por VSH pueden escuchar los pasos de una araña sobre la pared, hecho demostrado con estudios muy especializados.
Sin embargo, la integración consciente de los sonidos es deficiente, por lo que su capacidad para escuchar se pierde progresivamente, ocasionando dificultades al comunicarse con ellos, en particular cuando se trata de sus dependientes o subordinados (los oyen, pero no los escuchan), con frecuencia comienzan a replicar antes de que su interlocutor termine de hablar o parecen estar ausentes cuando se les habla. Tal parece que las palabras entran por un oído y salen por el otro, sin que nada quede en medio, situación que hizo pensar que su materia gris estuviera afectada por la enfermedad.
Aunque la lesión vestibular provoca vértigo al incorporarse o girar la cabeza rápidamente, en estos enfermos la sensación se desencadena sólo al mover la cabeza en sentido vertical, por ejemplo, al subir un escalón, el enfermo puede sufrir un ligero mareo o un vértigo severo. El dicho popular identifica esta manifestación con la expresión «se subió en un tabique y se mareó». La situación puede ser incontrolable si el ascenso es de varios escalones, sobre todo si se dio en un solo movimiento, y sufrir caídas de uno, varios o la totalidad de los escalones ascendidos.
Nervios motores oculares
Se involucran los tres nervios que mueven los ojos y permiten apreciar los objetos en perspectiva. La afección provoca que ésta se pierda progresivamente. Por ejemplo, cuando el enfermo observa a quienes se encuentran más abajo que él en una escalera, los aprecia pequeños, con riesgo de pisarlos; en contraposición, cuando en esa misma escalera ve hacia arriba, los ve grandes, con riesgo inminente de ser pisado.
Curiosamente, la posibilidad de pisar a unos y el riesgo de ser pisados por otros, no genera un nivel significativo de angustia; incluso, algunos enfermos graves adoptan la posición de tapete y permiten que los pisen. Cuando se encuentran más arriba en la escalera, lo «pequeño» de quienes están abajo les impide identificar a los amigos que tuvieron cuando estaban sanos y, a veces, los pisan (en casos muy graves esta situación incluye a familiares).
Estos problemas también les impiden percibir el piso («pierden el piso»;así mismo, carecen totalmente de la capacidad de escuchar a quienes están abajo (afección del nervio auditivo). Sirva de ejemplo el siguiente relato:
«Juanito, un pastor, se aventuró a escalar los escarpados cerros de las Cordilleras de la Fortaleza donde se ubica la Montaña del Triunfo, la más alta del mundo en busca de una oveja perdida. De regreso, feliz por encontrarla, vio un borrego lastimado y casi muerto de frío. Lo arropó, lo llevó a su casa y lo llamó Coloso; curado, se incorporó al rebaño.
»Con el tiempo, Coloso se volvió más fuerte que los demás, siempre ganaba las luchas de topes, aterrorizaba a otros borregos y les impedía acercarse a las borregas.
»Un anciano pastor explicó a Juanito que se trataba de un borrego cimarrón, un animal libre que vive en las alturas de la cordillera, de espíritu indomable y lana inservible para hilar. Así que el papá de Juanito decidió hacerlo barbacoa. Triste, Juanito devolvió a Coloso a los cerros, pero a pesar de sus intentos, siempre regresaba a la comodidad del corral y la comida segura, hasta que Juanito lo llevó lo más alto que pudo.
»Coloso admiró las majestuosas cumbres. Ahí advirtió a un imponente cimarrón adulto, monarca absoluto de las alturas. La voz de la sangre retumbó en sus entrañas y la herencia de su especie le hizo comprender que él pertenecía a lo más alto.
»Empezó a escalar, pero no estaba preparado, el corazón quería salírsele del pecho. En medio de la frustración, volteó a la alta montaña y pensó: algún día la conquistaré. Varios años después lo logró. Satisfecho, embebido con la contemplación del mundo a sus pies, no se percató de que alguien trataba de llamar su atención; dirigió su mirada al piso y vio una pequeña criatura. Parecía imposible, se dirigió a ella y le preguntó quién era. “Soy un gusano”, contestó».
Se puede llegar a las más grandes alturas, esforzándose todos los días escalón por escalón o arrastrándose. Cada quien elige la forma que más le satisfaga. Se sabe que así como todo lo que queda sin soporte en la atmósfera tiende a caer (ley física), todo lo que se arrastra tiende a subir.
Nervio olfatorio
La pérdida del olfato es progresiva, hasta ser casi total en estados avanzados; sin embargo, los enfermos no son conscientes de su limitación; con ello, al creer que «se las huelen todas» con frecuencia cometen graves errores de juicio.
Nervio facial
Es responsable de los movimientos de la cara, su afección origina una permanente sonrisa que traduce la satisfacción constante del enfermo, en especial si está en público o frente a las cámaras de televisión, sin importar que padezca serios conflictos o angustias graves.
Nervio espinal
La acción de este nervio sobre los músculos de espalda y nuca permiten que el hombre ande erguido, a diferencia de los monos, con lo cual se liberan las manos para trabajar y es factible levantar la vista al caminar, para observar el horizonte.Su actividad permanente conduce a los enfermos a tener la cabeza siempre erguida, más allá de la posición normal; la nariz está levantada como si respirara un aroma particularmente desagradable; esta situación da una imagen de «gente importante» y facilita la posibilidad de mirar a los demás de arriba hacia abajo y, en consecuencia, aparentemente pequeños.
Nervio hipogloso
Da movimiento a la lengua. Los enfermos tienden a hablar en todos los foros y aprovechan para ello cualquier oportunidad. La cantidad de palabras que emiten es enorme, habitualmente a gran velocidad. No obstante, en pocos casos queda claro lo que pretendieron decir.
Nervios trigémino, glosofaríngeo y neumogástrico
Las manifestaciones clínicas derivadas de la afección de estos nervios no se presentan de forma espontánea, sino a consecuencia del estrés. Ante el mínimo riesgo de disminuir su nivel de importancia, a raíz de descender uno, varios o todos los escalones en la línea jerárquica, o cuando ocurren confrontaciones con «el señor» (con minúscula, sinónimo de jefe o persona importante de la organización), hay manifestaciones de gravedad variable.
En relación con el trigémino, que capta la sensibilidad de la cara, si los enfermos se enfrentan a conflictos con «el señor», perciben una sensación de quemadura facial (les arde la cara, como si sintieran vergüenza).Con referencia al nervio glosofaríngeo, la sola deglución de saliva incomoda significativamente en la garganta, como si comieran una pieza de Diplectrum conceptione, nombre científico de una raíz tuberosa conocida por los nahuas como camotli, camote en la actualidad, expresándose en estos casos la frase un tanto vulgar: «tragó camote».
Relativo al nervio vago o neumogástrico, en las situaciones de apremio ante «el señor», se presenta palidez, sudoración, respiración agitada, palpitaciones intensas y un aumento brusco de los movimientos intestinales, que les produce evacuaciones diarreicas, obligándolos a abandonar intempestivamente el lugar de trabajo y dirigirse al retrete más próximo.
Afectividad
Conforme la enfermedad avanza, se adquiere en forma progresiva una conciencia clara de la dificultad y poca probabilidad de equivocarse, situación de verdadero privilegio, que deberá enfrentar la incomprensión de la gente. ¡Claro! No cualquiera puede ser infalible.
Son rigurosos en el cumplimiento de la ley del jefe, cuyos principales preceptos son:
1. El jefe tiene la razón.
2. El jefe siempre tiene la razón.
3. Ante la eventual y poco probable circunstancia de que en alguna rara ocasión el jefe llegara a equivocarse, automáticamente deberán aplicarse los preceptos 1 y 2.
4. Cuando algún insensato entre en la oficina del jefe con una idea propia, invariablemente deberá salir de ella con la idea del jefe.
Cuando el mal se agrava, los pacientes toman conciencia de sus derechos y merecimientos, que son todos. Por fortuna, al tratarse de personas que casi siempre han alcanzado el éxito en diferentes ámbitos, cuentan con la autoridad suficiente para hacer valer «su» verdad.
Evidentemente, los demás son culpables de todos los problemas y de lo que ellos no pudieron realizar; con frecuencia, los enfermos hablan de lo que van a hacer pero no de lo que ya hicieron; son excelentes planeadores, pero no concluyen esos planes; desde jóvenes son funcionarios prometedores y nunca llegan a ser adultos cumplidores.
Su afectividad también se deteriora, tienden al aplanamiento que los ubica en calidad de alfombra, con riesgo de ser pisados por «el señor», situación que no les preocupa y aprovechan a su favor.
Conforme los enfermos de VSH ascienden escalones, su volumen corporal aumenta y les da la apariencia de individuos inflados; se tornan solemnes, su voz se engola, pierden la capacidad de asombro y la posibilidad de disfrutar los pequeños placeres cotidianos; se saben incomprendidos por los demás, sin percibir la necesidad de comprenderlos: son jueces infalibles y severos.
Con frecuencia usan la ropa del «señor»: sacos que les quedan grandes, asumiendo posturas superiores a su capacidad real; manifiestan su autoridad usando los pantalones de sus jefes, cuando no tienen suficientes elementos para ejercer la autoridad que ostentan. Se les escucha decir: «el señor dice», «el señor quiere», «el señor ordenó», sin el valor para decir «digo», «quiero» u «ordeno».
Cuando «el señor» se ausenta asumen su posición (se ponen su saco) y pretenden asumir sus funciones, casi siempre con poco éxito, pues el saco les queda grande.Se convierten en individuos «muy simpáticos» y expertos cuentistas, sus subordinados reciben todos sus chistes con sonoras carcajadas, situación que no ocurría antes de ser jefes.Su presencia y simpatía los convierte en verdaderos galanes seductores, facultades que se acrecientan en la medida que ascienden.
Con frecuencia, su esposa les parece anticuada y consideran que merecen un modelo más moderno; posteriormente se convencen de la necesidad de contar con varios modelos diferentes, varias casas, automóviles, etcétera.Llama la atención en estos pacientes su admiración selectiva por algunas flores, las violetas en las fases iniciales de la enfermedad y los narcisos en las avanzadas, se reconocen a sí mismos como hermosos, inteligentes y simpáticos, tan perfectos que nadie los merece.Una de las dificultades para diagnosticar a los pacientes, es que no son conscientes de su propia enfermedad y se resisten a aceptar que la padecen, aun cuando son muy hábiles para identificarla en otros.
Sistema músculoesquelético
Es común el dolor en la espalda, resultado de los frecuentes movimientos de flexión, generalmente excesiva, en las reverencias que deben hacer ante «el señor».

EXPLORACIÓN FÍSICA

En el examen practicado a estos enfermos, su apariencia exterior no refleja su padecimiento, parecen sanos. Aun cuando en condiciones normales su piel traduce juventud, cuando «el señor» los reprende se arrugan completamente y parecen hacerse chiquitos, como si se hubieran desinflado y fueran varios años más viejos.Aunque no lo aparentan, su peso corporal es significativamente superior, al grado que se teme por la conservación de las básculas poco sólidas. Aún no se sabe con precisión por qué son tan pesados.
Sin embargo, se supone un aumento progresivo de la densidad ósea, ya que el resto de los tejidos cursan con exceso de aire, como si estuvieran inflados.Por otra parte, este incremento en los huesos se refiere a factores alimentarios, con excesiva administración de calcio en forma de leche, ya que en su primera infancia la lactancia materna se prolonga hasta los 5 ó 6 años; así se explica que en el jardín de niños los llamen «niños mamones».Cuando deben asistir a la escuela primaria, gracias a los cuidados de su «mamita» prolongan su alimentación láctea varios años más, administrada en biberones que portan en su mochila escolar, razón por la cual sus compañeros ya en la escuela secundaria los apodan «niños mamila».En la edad adulta, uno de los elementos nutricios más importantes en su dieta son los «buenos huesos».
Contar con un «buen hueso» les proporciona el calcio necesario, nutre su cuerpo y espíritu. A la inversa, carecer de uno de ellos, sobre todo cuando los han tenido por largo tiempo, parece conducirlos a un síndrome de deprivación severo con descalcificación grave, como si fueran verdaderamente adictos a los «huesos».Durante esta etapa se les observa verdaderamente deprimidos, bajan de peso, lucen flacos, ojerosos, fatigados, con la barba crecida, su ropa parece quedarles grande; no aceptan ser vistos en público, pierden las ilusiones y llega a temerse por su vida. Pasan a engrosar las filas de la Renata (Reserva Nacional de Talentos, que la maledicencia ha denominado: «la banca» o «la congeladora»), lo cual les resulta particularmente doloroso, pero que con frecuencia supone importantes mejorías sintomáticas.En el examen médico no muestran anormalidades, a excepción de un hígado muy grande y desproporcionado, que ha motivado que se les identifique como unos verdaderos «hígados», aun cuando sus pruebas de funcionamiento hepático son esencialmente normales.Aunque sus exámenes de laboratorio sean normales, debe señalarse que los análisis de sangre son difíciles de hacer, debido a la obstrucción de las agujas, inclusive las más gruesas.
Este fenómeno se asocia a un exceso importante de glóbulos rojos, por lo cual pueden ser considerados, sin faltar al rigor científico, individuos con sangre cuya viscosidad es excesiva, coloquialmente denominada como «sangre espesa». La expresión de «sangrones», aunque incorrecta, es claramente descriptiva de estos casos a nivel popular.

AGRAVANTES

Algunos factores propician un agravamiento acelerado de la enfermedad: ubicación de los enfermos en las alturas, sonido peculiar de los aplausos sobre todo si son constantes o muy frecuentes y la adulación, veneno comparado por el poeta con la miel que empalaga, el vino que embriaga y la música que aletarga.Un complemento de los aduladores lo representaban los siseñoreadores (del verbo siseñorear), individuos que integran una cauda más o menos voluminosa, encabezada por un «señor» habitualmente muy importante.
Su misión es apoyar cualquier propuesta, sugerencia, plan o indicación del «señor», con un inmediato: «sí señor», preferentemente a coro.El puesto de siseñoreador es muy solicitado, además de que la remuneración es mayor al resto del personal, frecuentemente su ardua labor al servicio de la institución es compensada por «el señor» con un ascenso que le permitirá ser ya: ¡«un señor»!, acaso de menor jerarquía, pero «un señor», con derecho a disponer de una cauda propia de siseñoreadores. Si en tal posición sigue siendo un buen siseñoreador, tal vez llegará a ser un «gran señor».Los aplausos refuerzan en los enfermos la imagen que tienen de sí mismos de seres excepcionales.
En ocasiones están perfectamente bien organizados a través de aplaudidores profesionales insertos en el público, que en pequeñas pausas del orador inician un aplauso, invariablemente seguido por el resto de los asistentes.Algunos factores liberan los mecanismos de autocontrol de estos enfermos, sobre todo de las manifestaciones más agudas del mal; por ello debe evitarse criticarlos o contradecirlos, especialmente frente a terceros, so pena de verlos caer en la más terrible iracundia.Al respecto, las consejas populares han transmitido de generación en generación por la tradición oral, una historia de cuya veracidad no podemos dudar:
«Además de su valentía, fortaleza e inteligencia, Marco Antonio se caracterizaba por una agudeza y sentido común muy desarrollados y muy poco comunes para su época. Se percató de que estaba en riesgo de enfermarse de algo que no podía identificar, pero que presumiblemente era el VSH.»Después de consultarlo con un sabio senador, decidieron que Marco Antonio iba a ser acompañado en la plataforma de su cuadriga por un negrito, quien debía protegerlo de los rayos del sol y abanicarlo, además de que por cada diez veces que lo abanicara debía recordarle que no era un dios.»Marco Antonio se sintió tranquilo y avanzó a Roma entre vítores, aclamaciones y aplausos. Conforme progresaba en su recorrido se incrementaban las adulaciones y los aplausos, hasta que concluyó de que el negrito se equivocaba: sí era un dios. Sacó su espada y decapitó al negrito».

EPIDEMIOLOGÍA

Los estudios epidemiológicos han mostrado que las manifestaciones del VSH se presentan aproximadamente tres años después de convivir con los pacientes, tanto a nivel familiar como social y laboral.
Esto hizo suponer que la enfermedad es infectocontagiosa, con un periodo prepatogénico de duración variable, pero cercano a los tres años similar al VIH, sin que haya sido posible identificar su mecanismo de contagio. Ante el número creciente de casos, científicos expertos han investigado la enfermedad para descubrir sus causas, mecanismos de transmisión y adquisición, y posibles tratamientos.
Surgieron múltiples hipótesis, desde las afecciones de las alturas menor presión atmosférica, poco oxígeno hasta los niveles crecientes de contaminación.Un modesto investigador identificó un virus, presente constantemente en la sangre de los portadores y enfermos de este padecimiento. Como tiene forma de «S», se denominó VSH.

TRATAMIENTO

Desde el descubrimiento del virus se han ensayado numerosos tratamientos, con resultados desalentadores. La mayor aproximación se dio al difundirse la noticia de que los enfermos con VIH tenían mejorías importantes al extraer la sangre, calentarla para inactivar el virus, y volverla a transfundir.
En el VSH el calentamiento no logró ningún efecto favorable.No obstante, se describió que al someter a los pacientes a periodos de congelamiento por tiempos variables especialmente si eran prolongados se obtenían visibles mejorías y en algunos pocos casos no se observaban recaídas (si se presentan, por lo regular son mucho más graves que al inicio).Aún no existe curación conocida para el VSH; como sucede con el VIH, la única oferta es un control más o menos duradero, pero la desaparición de la enfermedad sólo se alcanza con la muerte; la prevención es la única opción.Por ello se decidió publicar este documento, a fin de que puedan identificarse los riesgos, prevenir la enfermedad o identificarla en etapas tempranas, para evitar que progrese a etapas avanzadas. Sin embargo, que los enfermos no reconozcan que son afectados por el VSH, permite que se agraven progresivamente y contagien a las personas con quienes conviven.

REVISIÓN HISTÓRICA

Ante el serio problema de salud pública que representa la enfermedad, se investigó la presencia del virus en muestras de sangre congeladas, para saber desde cuándo afecta a la humanidad. Sorpresivamente, el virus se encontró en proporción importante de las muestras, incluso en las más antiguas.Se decidió ir más atrás en el tiempo, para determinar los primeros casos; se revisaron expedientes clínicos en forma retrospectiva hasta integrar el diagnóstico de enfermedad por el VSH, en una proporción similar de casos a la positividad de las sangres congeladas.
Era evidente que la enfermedad tenía muchos más años de estar presente en la humanidad de lo pensado.Pero, ¿no podría ser mucho más antigua? Dudarlo era razonable, ya que el virus se encontró aun en expedientes clínicos muy viejos. Para aclarar esto intervinieron historiadores de diferente formación, nacionalidad y tendencias políticas.
Los resultados fueron nuevamente asombrosos; grandes personajes de la historia de la humanidad cumplieron con los criterios necesarios para considerarlos enfermos: Caín, Nerón, Enrique VIII, Borgia, Torquemada, Stalin y Hitler, por mencionar sólo algunos.Sin embargo, un antiguo libro famoso por haber sido el primer libro impreso, con el mayor número de ediciones y traducciones se refiere a unos individuos, llamados fariseos, quienes muy probablemente padecían infección por VSH.También se menciona a una muy conocida y, a la postre, prolífica dama, quien engañada por una «víbora» decidió comer y dar de comer a su pareja el fruto del árbol prohibido, con la promesa de que su sabiduría sería tan grande como la de «El Señor».
Tal error lo han pagado ellos y toda su descendencia.Lo más extraño fue cuando un grupo de eruditos, asesorados por un reconocido teólogo, revisaron los libros antiguos y se remontaron al principio de los tiempos. En ellos identificaron al que pudo haber sido el primer enfermo de VSH.
La única manifestación de la enfermedad fue que se consideró digno de ser proclamado como «El Señor» (¡con «S» mayúscula!), como resultado de su gran poder, inteligencia y simpatía, sin percatarse de que «El Señor» lo observaba y en atención a su propuesta decidió otorgarle el título de «señor» de las más denigrantes profundidades del averno. Desde entonces, ahí reina como «el señor», con el discutible privilegio de haber sido reconocido como el primer enfermo afectado por el VSH o Virus de la Soberbia Humana.

TIEMPOS DE REFLEXIÓN

El propósito de la presente comunicación es alertar a las personas que se encuentran en las alturas o que han ascendido por la escalera de la vida, en forma rápida o a saltos, que caminan por el terreno de la infalibilidad o se deleitan con las mieles del poder, y recordarles que es preferible prevenir que tener que aceptar las consecuencias de una terrible enfermedad, que puede acabar con ellos o dejarles secuelas permanentes.Seguramente, al concluir esta descripción, cada una de las personas que la hubiera leído habrá identificado a uno o más individuos sospechosos de ser portadores de esta enfermedad (tal vez muchos), situación que indudablemente acreditaría su habilidad para el diagnóstico.Sin embargo, no debe olvidarse que estos son tiempos de reflexión, y que lo importante no es identificarla en los demás, sino en nosotros mismos.
Si no identificamos ningún síntoma preocupante en nosotros, pudiera deberse a que ya estamos enfermos y somos incapaces de reconocer sus manifestaciones en nuestra persona.Concluyo para continuar mis investigaciones sobre esta enfermedad, pues se ha descrito un nuevo síntoma: a los enfermos por el VSH les da por describir enfermedades de otros, y no vaya a suceder que algún crítico irresponsable afirme que estoy enfermo y no me haya percatado de ello, lo cual, por supuesto, es muy poco probable.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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