AGOBIOS, DESPISTES O DESASOSIEGOS
La mayoría de las personas son expertas en vivir y responden suficientemente a los desafíos de sus vidas; ello indica que en la práctica existen más sabios que los oficialmente reconocidos. En cualquier caso, se pueden identificar diversas causas generadoras de despistes o desasosiegos.
1. La primera de ellas es la escasez de perspectiva en el manejo de dinero, sea por la incapacidad de cuidar el propio puesto de trabajo (tanto por cuenta propia como ajena), por las ensoñaciones en el balanceo de los ingresos y los gastos, como por la ignorancia de las importantes necesidades económicas que se acumulan para la etapa de la vejez.
2. La segunda causa de los agobios personales suele producirse por las discontinuidades matrimoniales; dado el enorme desafío que en sí mismo supone la convivencia continuada, como por las medidas que se toman cuando no se es capaz o no es posible cumplir los compromisos (odios entrecruzados, hijos que han de optar entre sus padres, desconfianza ante las nuevas trayectorias emprendidas, posibles incrementos de las insatisfacciones, etcétera).
3. La tercera causa de inquietud es la sensación de falta de tiempo: aqueja sobre todo a los habitantes de las ciudades grandes, muchas veces con enfoques profesionales atractivos pero para los que no se tiene ni la salud ni la estabilidad requeridas, con horarios disparatados en razón de la distancia en tiempo que recorren entre el lugar donde se vive y donde se trabaja, la conversión de las calles en autovías y la sustitución del paseo por el automóvil.
4. La cuarta causa es la clásica concentración de los objetivos en el dinero y en el poder: la enfermedad bien estandarizada de presidentes y políticos, como antes lo fue de monarcas y nobles, pero a la que puede optar cualquiera y que produce pronto tipos amorales (una de las razones fundamentales por la que se parecen tanto unos y otros aunque sean de culturas, países o circunstancias diferentes, pues si se escucha bien se percibe enseguida el ruido de la pata de palo). Esta gente no suele sentir vértigo, pero son portadores de vacío existencial y lo transmiten en enormes cantidades a su alrededor.
BENDITA SOLUCIÓN
1. El dinero es una innovación del hombre, como los aviones, la aspirina o la música. Es una unidad de medida, que sólo se convierte en problema cuando todo se ve desde su perspectiva, dado que hay realidades cuyo valor no es cuantificable con ese juego de pesas; así pues, lo primero es no extrapolar y lo segundo administrarlo correctamente. Hay que saber hacer las cuentas y para eso nada mejor que desarrollar la actitud de propietario, de persona que responde de su propio patrimonio, que no lo dilapida ni delega. En este sentido, el trabajo sigue siendo para la mayoría el único patrimonio del que puede disponer y por eso hay que cuidar el propio puesto de trabajo, creándolo, manteniéndolo y tomando las decisiones de ingresos, gastos e inversiones sabiendo que uno mismo es el que las ha de soportar; y esto sin ignorar los riesgos previsibles (desaparición de los negocios, caída de las organizaciones, envejecimiento de las personas) y los imprevisibles (el azar, que se manifiesta tanto en la mala como en la buena suerte). Alguien ha dejado escrito que «invertir en uno mismo es algo cada vez más sensato en un mundo en el que se puede llegar a depender de uno mismo».
2. La familia es, todavía más que la supervivencia económica, un asunto que configura la vida personal; darla por sabida, embarcarse en las modas o delegar su cuidado puede suponer el gran susto que quiebre para siempre la retaguardia. La complejidad viene de que no todo depende de uno mismo, sino de otras personas, unas elegidas pero otras forzosas. La clave reside en tener clara la meta, en no eliminarla o darla por obvia; sólo se progresa, innova y mantiene vivo lo que se busca y se trabaja, sobre todo algo tan especial como el amor y la amistad, que no se exigen sino que se ganan. Ante la epidemia de rupturas familiares un asesor británico propone intentar un segundo matrimonio con la misma esposa (esposo), como un salto adelante en la redefinición del proyecto y del compromiso.
3. El tiempo, para que no falte, hay que priorizarlo; es decir, mandar sobre la propia agenda y para ello no dejarse arrastrar por la globalización de las preocupaciones ni de las posibilidades. El mundo de las cosas ¾ existen tantas¾ y el de lo social ¾ todo tan presente y tan dramáticamente presentado¾ pueden desbordarse rápidamente; por ello hay que dejar muchas de las noticias, preocupaciones y objetivos. El ser humano, para no desparramarse, debe centrarse en algo concreto, en unos cuantos proyectos específicos y el resto aparcarlo o ponerle sordina; y, además, procurar seleccionar aquello en lo que se es bueno realmente y se tienen capacidades sobradas para aportar. Hay que huir de la tendencia de los políticos a hablar y estar en todo; la de los presidentes de empresas a presidirlo todo; la de los intelectuales e investigadores a tratar cualquier asunto; la de los profesionales a olvidarse que tienen varias profesiones (además del trabajo, llevar la familia, las cuentas, las amistades, la vida interior) y como decía un asesor: «toda mujer ejecutiva necesita una esposa» (interprétese el realismo de la frase y no el toque de machismo, pues la frase va dirigida a ambas partes). Se puede estar en todas partes, pero de ahí la epidemia de agotamientos personales.
4. El dinero y el poder no tienen enmienda, sólo poniendo voluntariamente un tope no corrompen. La comida, la bebida y otras cosas parecidas llegan a hartar, y el propio cuerpo avisa; no así el dinero y el poder, de ahí la borrachera de tantos. Ante estos, cada vez hay que decir explícitamente: no más, no quiero, basta ya. Es decir, poner un tope absoluto de cantidad, además de establecer formalmente un tope cualitativo, definiendo lo que no es ético y lo que es imprudente.