La noticia, hace diez años, de la muerte de Julio Cortázar, desencadenó comentarios de otros hispanoamericanos famosos: Borges, García Márquez, Vargas Llosa, Sábato, Paz, Onetti, etcétera. Se elaboró una bibliografía de trámite dividiendo su obra en cuatro grandes apartados: cuentos, novelas, poemas y ensayos o miscelánea.
Lo más profundo de Cortázar es su arte. Dueño del idioma (recuérdense sus maravillosas traducciones de Poe, de Daniel Defoe, de Marguerite Yourcenar) y creador de un mundo de fantasía misterio similar al de su maestro reconocido, Borges, Cortázar tiene toda la categoría del profesional.
LOS CUENTOS
Su literatura queda. Al menos, lo mejor de ella, que son los cuentos. Su fama le viene del primer libro de relatos, Bestiario (1951), pero Cortázar siguió escribiendo cuentos hasta el final (Deshoras, 1983). Los títulos de estos libros de cuentos (además de Bestiario, Final de juego, Todos los fuegos el fuego, Alguien que anda por ahí, Historias de cronopios y de famas, Queremos tanto a Glenda, etcétera) es lo de menos. En las ediciones habituales, Cortázar ha permitido que todos se mezclen. Así, en 1976, Alianza Editorial publicó, en tres tomos, bajo el título Los relatos, unos setenta cuentos. Hoy, Alfaguara, tiene los derechos de la obra completa de Cortázar y dedica todo este año a su homenaje, agrupando los cuentos en dos grandes tomos.
Si yo tuviera que elegir uno, sería Casa tomada, digno de lo mejor de Borges y fuera de esa línea erótico-macabra que Cortázar utilizó en tantas ocasiones hasta la obsesión. Los demás relatos del primer volúmen de esa primera antología con el nombre de Ritos son un acertado exponente de la maestría del argentino. En otras colecciones posteriores Octaedro, Deshoras Cortázar mezcla de nuevo el filón nihilista y el erótico.
EL ÉXITO DE RAYUELA
Rayuela, novela publicada en 1963, ha sido favorita de la crítica, sobre todo del esnobismo crítico, ya que la novela permite dos «lecturas», que señala el propio Cortázar: una seguida y otra «a saltos». En conjunto, no es una poderosa novela, sino una suma de cuentos. Esta novela experimental está lejos de la primera de Cortázar Los premios, más «tradicional», pero tampoco es una construcción de envergadura. La imposibilidad de Cortázar para crear una situación larga y sostenida se muestra también en Libro de Manuel, experimental de nuevo, un mosaico de las filias y fobias del autor y un intento de conciliar el moralismo socialista con una sed erótica y lúdica.
El éxito de Rayuela, aparecida en plena época del boom de la narrativa latinoamericana, ya no lo es tanto, a treinta años de su publicación. La crítica se ha ido decantando hacia los relatos breves. Así, quienes deseen probar a qué sabe Cortázar y no sentirse ofendidos en sus creencias religiosas, puede servirles el conjunto de relatos Todos los fuegos el fuego, que es de 1966, posterior a Rayuela.
FONDO Y FORMA
Es frecuente, con Cortázar, por parte de una crítica y de unos lectores que no desean perderse nada, hablar de que en el escritor argentino hay que distinguir entre la forma acabada, magistral, imaginativa, creadora de decenas de imágenes en un solo cuento y el fondo, pesimista, brutal a veces, destructor. La discusión de esto llevaría mucho espacio, pero si la opinión del autor cuenta algo, Cortázar no quiso nunca hacer esa distinción. El «inmoralismo» lo reserva para describir la vida de los burgueses, del imperio del dólar; el «moralismo» para los heraldos de una nueva civilización social.
Ejemplo de esto es el extraño libro Último round: todo imagen, dibujos, lirismo, erotismo está en función de su rebeldía contra «lo burgués genérico» y de su tarea política al servicio de un «socialismo integral» que el autor descubre en Cuba, donde «la colectividad» es más importante que el «individuo». Yo no sé si la agresividad mostrada por Cortázar contra lo que él estimaba valores «convencionales» se debe a una manera de «compensar» su militancia pro-comunista.
En 1977 decía: «Nunca podré escribir cuentos como los primeros, de la primera serie; quizá porque ese estado de inocencia, de mayor posesión, de dejarme poseer por las cosas, les dio a esos primeros cuentos la fuerza que pueden tener».
PARA UNA ANTOLOGÍA
Estamos mal situados para juzgar enteramente a Cortázar. Su «experimentalismo» que durante años se ha hecho aprender, dictatorialmente, a los alumnos de literatura< ha pasado de moda. Sus libros de propaganda política (como el póstumo Nicaragua violentamente dulce) tendrán escasa vida.
En la historia de la literatura en castellano, y en las antologías, probablemente seguirán presentes, dentro de muchos años, muchos de sus cuentos. Al paso de la marejada de los comentarios para-políticos, se ve que Cortázar, en esos cuentos, fue uno de los principales artífices de la imaginación del siglo XX, de un lirismo contenido, identificado con las frases, casi como una planta que creciera entre la sintaxis.
RECUADRO 1:
Hojeando al escritor
– «Nací en Bruselas en agosto de 1914. Signo astrológico: Virgo; por consiguiente, asténico, tendencias intelectuales, mi planeta es Mercurio y mi color el gris (aunque en realidad me gusta el verde). Mi nacimiento fue un producto del turismo y la diplomacia; a mi padre lo incorporaron a una misión comercial cerca de la legación argentina en Bélgica y como acababa de casarse se llevó a mi madre a Bruselas… Tenía casi cuatro años cuando mi familia pudo volver a Argentina; hablaba sobre todo francés, y de él me quedó la manera de pronunciar la r que nunca pude quitarme. Crecí en Bánfield, pueblo suburbano de Buenos Aires, en una casa con un gran jardín lleno de gatos, perros, tortugas y cotorras: el paraíso. Pero en ese paraíso yo era ya Adán, en el sentido de que no guardo un recuerdo muy feliz de mi infancia; demasiadas servidumbres, una sensibilidad excesiva, una tristeza frecuente, asma, brazos rotos, primeros amores desesperados» (Carta a Graciela de Sola. París, 4 de noviembre de 1963).
– Melómano, traductor, solitario, lector a jornada completa, enamorado del cine.
– Algunas obras: Presencia, Los reyes, Bestiario, Final del juego, Las armas secretas, Historias de cronopios y de famas, Rayuela, Todos los fuegos el fuego, La vuelta al día en ochenta mundos, Ultimo round, Octaedro, Alguien anda por ahí, Queremos tanto a Glenda, Deshoras…
– Desde 1951, reside en París, donde muere el 12 de febrero de 1984.
RECUADRO 2:
Amor, sabiduría poética y humor
Cortázar lucha por entrar en el misterio terrible, y cuando el espanto podría paralizar sus indagaciones parece recordar que sus fuerzas son escasas y de la desproporción saca ánimos para reírse, compasivamente, de sí mismo y de su noble esfuerzo. Así, pues, en su obra andan juntos sabiduría poética y humor…
Combate las convenciones cómicas, los lugares comunes o los defiende para rescatarlos y devolverles su emoción de redescubrimiento, como en sus instrucciones para subir una escalera, dar cuerda al reloj, etcétera, y la insinceridad, a la vez que combate esas falsificaciones en la vida, haciéndoles la guerra también en la forma (tomada esta palabra en su sentido total) de escribir. Toda rutina, todo lugar común es rechazado en el modo de escribir, con lo que se alcanzan unas posibilidades literarias gozosamente libres.
A pesar de un aparente inmoralismo y de que pueden parecer sus obras, a primera vista, un ataque o una destrucción, Cortázar defiende al hombre. No es difícil percibir su amor por los demás y si sus personajes parecen no terminar nunca de entenderse del todo, es porque Cortázar pide para la compenetración amorosa o para la amistad las metas más altas, denunciando implícitamente todo conformismo o todo intento de instalar el campamento a media ladera.
Angel Arbizelai