Literatura: suspenso, crimen o misterio

“El hijo único del Presidente de Estados Unidos es secuestrado”. “La amenaza de la banda terrorista fue tan clara como escalofriante: si el gobierno no cumplía sus  requerimientos, un terremoto hundiría a todo el Estado de…”. La primera es una afirmación que no tiene nada de inverosímil, ambas captan la atención del lector, sin duda, y podrían pasar por titulares de periódicos.
A pocos viajeros asiduos a los aeropuertos les dejaría indiferente una frase como ésta: “¡No es una broma! Escondí una bomba a bordo de este avión, y puedo hacerla estallar por radio en cualquier momento”.
ÉXITO INDISCUTIBLE
¿De dónde les viene el éxito a las novelas de suspenso, intriga, terrorismo, investigación policiaca, detectivesca o crimen, tan abundantes en los últimos años? Tal vez sea que enfrentan cruda e implacablemente al lector con una situación fantástica y real a un tiempo. Y resulta posible de imaginar que es uno mismo quien se enfrenta con esas desventuras o aventuras. Con tantos adelantos técnicos y recursos para conocer los acontecimientos, poco margen nos que da para el asombro. No es de extrañar que despierte interés una narración con buena dosis de verosimilitud (es decir, que tiene visos de realidad y puede creerse), que combina esos adelantos técnicos con el factor humano; porque la vida es lo más emocionante, y la literatura sigue a la vida.
Raymond Chandler daba el siguiente consejo a los novelistas de aventuras: “Cuando duden al escribir, recurran a un hombre que llama a la puerta con una pistola en la mano”. Escenas así dan buenas posibilidades de éxito”.
LA CIENCIA COLABORA
Las novelas de intriga son relativamente recientes; encuentran sus raíces en novelas de los siglos dieciocho y diecinueve: caserones viejos, pasadizos secretos y ruidos fantasmales por las noches.
El siglo diecinueve fue época de agentes secretos y detectives con amplio conocimiento de la psicología humana y buena capacidad de observación y deducción. En ocasiones, son personajes con pasado delictivo. Por ejemplo, Vidocq, agente secreto francés, había sido criminal y cumplió su condena. Era un maestro del disfraz: cambiaba su tono de voz, alteraba los rasgos de su cara cada vez que lo deseaba. Vidocq sirvió de modelo a Balzac, quien creó un personaje maléfico, Vautrin alias Collin, anarquista, asesino y espía de la policía a un tiempo. Figura en varias de sus novelas.
Ocupa un sitio destacado Sherlock Holmes, inmortal personaje de Arthur Conan Doyle, m6dico inglés, buen observador e interesado en el proceso causa-efecto, de acuerdo al espíritu científico de su tiempo. Sherlock ve lo que debe ver, es tan exacto en sus deducciones, que logra irritar a su colaborador Watson y, de paso, a más de un lector: “Elemental, mi querido Watson”, solía decir.
El norteamericano Edgar Allan Poe -con sus Narraciones extraordinarias- es uno de los más sobresalientes en las novelas de misterio. Poe reconocía ser ferviente lector y admirador de la literatura francesa. Maneja con habilidad la deducción. Sirva de ejemplo Los asesinatos de la calle Morgue, novela basada en la noticia parisina del asesinato de una mujer y su hija; Poe, a muchos kilómetros de distancia del lugar de los hechos, además de separado del crimen por el tiempo transcurrido, encontró una ingeniosa solución literaria para esclarecerlo.
INSPIRACIONES DEL NUEVO SIGLO
El siglo XX llega a los Estados Unidos con circunstancias favorables a la novela de intrigas y crímenes. La conquista del Oeste dió pie a la defensa individual, ante una escasa estructura de orden y leyes. Hubo métodos de enriquecimiento “gangsteriles”, reflejados en El gran Gatsby, novela de Francis Scott Fitzgerald, cuyo protagonista es un gángster que busca por todos los medios ser considerado un hombre respetable. La depresión económica de 1929 favoreció que los ciudadanos idearan maneras de infringir la ley. Con lo anterior, los novelistas dieron cabida al crimen en sus obras como parte de la realidad social.
Emest Hemingway, norteamericano, Premio Nobel de Literatura, publicó una obra de valía, poco conocida: Los asesinos. Narra la historia de un hombre perseguido por pistoleros a sueldo, que buscan hacerle pagar una traición del pasado. Es un personaje singular, del que nunca llegamos a enteramos quién era ni qué había hecho.
La novela policíaca gana terreno en la primera mitad del siglo veinte. Antes de 1930 adquirió rasgos que serían predominantes durante bastantes años: ambiente burgués, temas y personajes en su mayoría anglosajones, predominio del problema sobre la acción narrativa… Pueden considerarse como precursores a Gilbert K. Chesterton (creador
del sacerdote detective Father Brown), Alfred Mason, Arthur Conan Doyle, etcétera.
Y como personajes dedstacados, encontramos variedad de caracteres: el obeso Charlie Chan, inspector chino ideado por Earl Derr Bigger; Philo Vance, criminblogo acertado, hombre frío, ideado por S.S. Van Dine (con novelas como El caso del secuestro o Crimen en la nieve); Peny Mason, abogado de Estados Unidos dinámico y distinguido, creación de Stanley Gardner; Maigret, policía inteligente, afable, creación de Georges Simenon; Hércules Poirot, detective famoso de origen belga, debido a la prolífica dramaturga y novelista Agatha Christie; etcétera.
En estilo típicamente inglés, Agatha Christie se recrea con el personaje belga de su invención, hombre preciso, de costumbres bien definidas, metódico. En Los relojes se  refieren al método adoptado siempre por el detective:
“–Monsieur Poirot no necesita ir a ver lo que sea por sí mismo. Afirma que la investigacion puede llevarse a cabo desde un sillón. Pero esto no es cierto del todo, ¿verdad Poirot? De lo contrario no se encontraría aquí.
Poirot replicó dignamente:
–Yo dije que no era necesario que el sabueso fuese de acá para allá rastreando la pista. No obstante, he de admitir que el perro es imprescindible”.
SE OPERA EL CAMBIO
Dashiell Harnmett, autor norteamericano, introduce en sus novelas un sello original, que más tarde tiene gran acogida: sus asesinos no son chantajistas ni asaltantes de instituciones bancarias, sino políticos en busca de contratos lucrativos de obras públicas o industriales que rompen las huelgas laborales mediante mafiosos y gángsters contratados. Da un giro al concepto tradicional. Tal vez su mejor obra sea El halcón maltés.
Llegamos a la novela de suspenso de nuestros días, lejana en su estilo al pulcro Sherlock Holmes, que encuentra cadáveres en el suelo de una sala universitaria o en el armario de una casa de campo. Se trata de novelas con el sello internacional propio de los adelantos de la comunicación. Algunas narraciones aprovechan esos avances para lograr su tema, proporcionando al lector datos científicos y técnicos. En Adiós California, de Alistair Maclean, todo gira alrededor de una amenaza terrorista de hundir el Estado de California si el gobierno no cumple sus requerimientos. Para probarlo, hacen estallar una pequeiia bomba atómica en el desierto.
Al hacer las averiguaciones sobre el material robado: “Ryder se volvió al doctor Jablonsky. –Usted estaba por decir algo acerca del plutonio…
–Interesante material si uno es un entusiasta fabricante de bombas atómicas. Es mucho más adecuado para una bomba nuclear que el uranio, aunque requiera mucho más pericia. Probablemente se necesiten los servicios de un físico nuclear.
–¿Y un físico cautivo serviría igualmente?
–¿Qué quiere decir?
–Los villanos, se Ilevaron consigo un par de físicos visitantes esta tarde. Creo que eran de San Diego y Los Angeles…”.
Los personajes se desplazan por varios países europeos en unas cuantas horas y se encuentran tranquilamente en el continente americano un día después. En El negociador, Forsyth escribe: “A aquella hora, el VC20A se encontraba sobre el Atlántico, muy al oeste de las Azores. Le faltaban tres horas y media para llegar a tierra, y menos de cuatro para el aterrizaje”. Parte de la emoción es que quizá lo consigan mediante pasaportes e identificaciones falsos, o coludidos con agentes aduanales.
Han sobresalido autores como Frederick Forsyth. Robert Ludlum, Alistair Maclean, Jeffrey Archer, Morris West, Lapierre-Collins, David Harper…
INGREDIENTES DEL SUSPENSO
Los temas son variados, pero destacan algunos, abordados un sinnúmero de veces con distintos enfoques, como el terrorismo internacional, secuestros aéreos, espionaje y contraespionaje, chantajes de gran trascendencia, etcétera. Suelen describir minuciosamente las situaciones. Algunos son futuristas, presentan situaciones verosímiles de años venideros, de un mañana posible. El futuro se muestra atrayente, aunque sea en forma de amenaza, porque cuenta con una alta dosis de misterio.
Es una lástima que, en su mayoría, las novelas actuales de suspenso desciendan a descripciones sexuales burdas que podrían ahorrarse sin ocultar por ello el ambiente sensual en que se ven inmersos los personajes.
La Unión Soviética, rodeada de misterio para los paises occidentales es pieza clave en novelas de suspenso. El cuarto protocolo. de Forsyth, aborda el tema. En el Kremlin se fragua una conspiración para hacer estallar una bomba nuclear en Inglaterra. Rusia piensa desestabilizar políticamente a Gran Bretaña, aprovechando las cercanas elecciones generales, con ayuda de un traidor inglés. Intentarán hacer creer que el estallido se debe a un fallo originado en una base norteamericana. Muere el ruso que pudo ser testigo de Inglaterra para reclamar oficialmente a la URSS. “–Si el ruso hubiese vivido, Sir Nigel, habríamos pillado a la Unión Soviética en flagrante delito. Sin él no tenemos nada que no puedan negar de un modo convincente. Dicho en otras palabras: se echará tierra al asunto para siempre”.
Los agentes secretos, al servicio de las grandes potencias, son presenlados como hombres o mujeres hábiles, diestros en el disfraz, dinámicos, poliglotas, en un mundo dominado por la agitación, reuniones sociales que les permiten establecer sinnúmero de contactos, logro fácil de placeres, romances, negociaciones que implican cifras  elevadas de dinero –dólares, francos, marcos…– en complicadas y exclusivas cuentas bancarias, riesgos continuos, etcétera, etcétera. Son personajes de vértigo, casi superhombres, reciben golpes, fracturas, cuchilladas, balazos. y siguen actuando –ensangrentados– con esfuerzo inaudito. con una resistencia muy por encima de la que posee el común de los mortales.
Jason Bourne, personaje de Ludlum, sostiene una lucha cuerpo a cuerpo contra el terrorista número uno del mundo, en una habitación en penumbras: “Bourne echó la cabeza hacia atrás al tiempo que el afilado borde del cuchillo le hacia un tajo debajo del mentón, y el chorro de sangre que saltó comenzó a correr por la mano que sostenía
el cuchillo. Lanzó el pie derecho hacia afuera, tomando a su invisible atacante por la rodilla,  luego giró en redondo y clavó el tacón izquierdo en la ingle del hombre (…) aferró la mano, la torció hacia atrás y le rompió la muñeca. Un alarido llenó la habitación. Un alarido y la tos hueca y letal de un disparo, que provoco una incisión helada
en la zona superior izquierda del pecho de Bourne”.
La novela de suspenso llega a las librerías avalada por una buena dosis de publicidad, con el atractivo rótulo de best-seller, palabra mágica que asegura lectores, aun cuando sólo signifique “el más vendido” gracias a la piiblicidad.
Hay novelas valiosas, sin duda, pero no siempre es fácil detectarlas en el bombardeo publicitario que no distingue calidad. Raymond Chandler,  novelista y critico, dejó escrito: “No hay un sólo clásico en la literatura de crimenes y detectives. Un clásico es una obra que agota todas sus posibilidades y que no puede ser superada. Hasta ahora ninguna novela de niisterio ha alcanzado ese nivel y muy pocas se han acercado a él. Esta es una de las razones por las que personas razonables en otros aspectos, siguen  empeñadas en conquistar la fortaleza”. El manejo del suspenso requiere maestría.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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