Dadaísmo el arte de la nada

La entrada a la exposición de arte era por los lavabos, así se podían lavar las angustias; la poesía obscena no era más que para desahogar las injusticias del sistema y las muertes de la guerra. En cuanto al arte se apreciaba o destruía con un hacha; después de todo, el arte ni siquiera existe. La salida era jugar a ser bufones, montados en un caballito más grandioso que el de troya: dadá.
Invitación al absurdo
Comienza a hartar la carnicería de la Primera Guerra Mundial. Una muchedumbre bajo el retrueno de las bombas se refugia en las bellas artes: pintan, recitan y cantan con toda el alma. La idea es terminar con el sistema burgués (padre de la guerra) y encontrar un arte que salve a la humanidad de toda esta violenta locura. Aspirábamos a un nuevo orden que pudiera restaurar el equilibrio, entre el cielo y el infierno. Poco a poco este arte se convirtió en objeto de reprobación general, afirma Hans Arp.
Es 1916 y se han reunido en el Cabaret Voltaire de Zurich: Hugo Ball, que marca el principio, lo nuevo en el arte. Entre la frustración, lo irracional, la furia, lo ilógico, lo triste de las decepciones, cigarros y bailes surge esta vanguardia. El dadaísmo pretende eliminar todo esteticismo y moral, buscar lo feo invitando al escándalo, al absurdo y la provocación.
¿Quién era el dadaísta para el burgués? Un bárbaro que se dedicaba a robarle sus sueños. Para el dadaísta, el artista era el producto de una sociedad burguesa, un ser podrido incapaz de crear algo nuevo. Los dadaístas no eran artistas, sino agitadores, y en ellos parecía mezclarse lo político y filosófico con el arte, al tiempo que se unían en un mismo espíritu aventurero y perturbador. Dadá fue un movimiento nihilista y violento contra el arte; juegos y payasadas, para ejecutar la moralidad; búsqueda de producción de objetos absurdos y agresores porque, al decir de Jacques Vaché, el arte no existe, por lo tanto es inútil cantar…

Preparar para la Incongruencia

En 1913 Marcel Duchamp lleva a cabo el primer readymade: Bicicleta colocada sobre banquillo. Readymade es aquel objeto hecho, eregido en obra de arte; es decir, cualquier cosa convertida en arte por el simple hecho de ser firmada, pintarrajeada o modificada por el artista. Su sentido no consistía más que en exaltar el humorismo con un aspecto intelectual. Según Duchamp era necesario ir más allá del puro objeto, no había mal gusto o buen gusto, porque el gusto era un hábito y, por lo tanto, había que ejercitarse para evitarlo. Picabia – parisiense con influencias cubistas, dedicado al impresionismo- comenzó a pintar influenciado por su amigo Duchamp. Ambos se unieron a un grupo de pintores y poetas insurrectos que desconocían el dadá, aunque Picabia más tarde publicaría una revista con este espíritu.
En 1917, Duchamp es invitado como jurado a una exposición en la galería Grand Central, en Nueva York. Duchamp elige como su obra un mingitorio que firma con el pseudónimo de R. Mutt, lo coloca de cabeza y titula Fuente. Logra de esta manera que los jueces se espanten ante tal incongruencia; inmediatamente Duchamp renuncia al jurado. Pero, ¿qué hay de arte en un mingitorio? La idea de Duchamp partía de jugar con aquello que llamamos gusto: escoger el objeto con menos posibilidades de ser amado: un mingitorio. Si las únicas obras de arte que los norteamericanos han aportado son puentes y sanitarios, ¿qué hay de malo en que un mingitorio sea una obra de arte?.
Tzara llega a París a principios de 1920 y junto con Picabia, Bretón y algunos amigos poetas se dedica a hacer pública la revuelta dadá. En la primera exposición, Breton presenta algunas pinturas de Picabia de entre las cuales, una es un gran lienzo cubierto de letras rojas donde se leen palabras obscenas. El público reacciona violentamente gritando: ¡Vuelve a Zurich! Los dadaístas habían preparado una buena emboscada y a partir de entonces el público parisiense estaba preparado.

Deja todo

En Alemania el dadá tuvo un papel político. Uno de los acontecimientos más exitosos es una exposición llevada a cabo en una cervecería donde se entraba por los lavabos. El día de la inauguración, una niña pequeña vestida de primera comunión, recitaba poemas obscenos; al inicio, una escultura de Ernst con un hacha clavada y una invitación para destruirla.
En Berlín, dadá fue un escape para la población hambrienta y pobre a causa de la guerra. Heartfield pinta: Esta es la salvación que nos traen, donde representa unos cadáveres que pretenden atacar al nazismo que, para 1938, comenzó a tener gran poder. Para Haussman, el dadá exigía una reunión de todos los hombres y mujeres intelectuales y creativos sobre la base de un comunismo radical (1). El dadá berlinés estuvo así involucrado con las revueltas sociales de posguerra.
1920 parece marcar el fin del dadaísmo. Una serie de artistas se unen a André Breton y su Manifiesto Surrealista. El surrealismo al igual que el dadá- rechaza el valor burgués pero no es nihilista. Su base es el psicoanálisis freudiano: existe una estrecha relación con los sueños. El nihilismo dadá en parte se refiere a la negación de toda creencia, pero no sólo eso, sino que además el mismo dadá es, según Ball, una especie de arlequinada compuesta de nada en la que están involucradas todas las grandes cuestiones.
Breton publica Lechez tout (deja todo):
– Deja todo.
– Deja el dadá.
– Deja a tu mujer, deja a tu amante.
– Deja tus esperanzas y tus miedos.
– Siembra tus hijos en el rincón del bosque.
– Deja la sustancia por la sombra.
– Lárgate al camino(2).
– El arte de Duchamp propone una libertad inmensa de creación, que influye en las corrientes artísticas del siglo XX, desde el surrealismo hasta el pop art (3).

Una zona vacía

En 1923, Duchamp abandonó la actividad artística y decidió dedicarse a jugar ajedrez. Hugo Vargas escribe a cerca de Duchamp, Paz y el ajedrez: Dice Octavio Paz que los readymades son objetos anónimos que el gesto gratuito del artista, por el sólo hecho de escogerlos, convierte en obras de arte no son anti-arte como tantas creaciones modernas, sino a-artísticas. Ni arte ni anti-arte sino algo que esté entre ambos, indiferente, en una zona vacía (4).
Las obras dadá, tienen su única existencia real en los gestos y declaraciones públicas de provocación. El dadá está lleno de los ecos del futurismo (5) en el lenguaje violento de sus manifiestos y experimentos desbordantes de ruido y simultaneidad.
Procesión fúnebre dedicada a Oscar Paizza, de Grosz; Autoretrato visionario de Richter; Dadá, armadura militar de Marcel Janco Dadá-Gauguin de Max Ernst, son muestras de arte dadá. Dadá elevó una voz de protesta contra una cultura y un sistema de valores que finalmente conducía a la guerra y la autodestrucción. El dadaísmo significó una ruptura absoluta con los principios vigentes, en grado tal, que no sólo no llegó a negar el arte y la literatura del pasado, sino que cuestionó la esencia y razón fundamental de todo arte, al afirmar la caducidad esencial de cualquier forma de expresión artística.
El dadaísmo es una auténtica corriente de interguerra; quiere proyectar el verdadero cambio que sucede en el interior de las personas y la sociedad. Tiene de rescatable que es un arte muy humano respecto a los sentimientos y temores del hombre amenazado. La Primera Guerra Mundial puede ser una de tantas que han existido en Europa, pero la angustia humana se extiende hasta la Segunda Guerra Mundial. Los jóvenes son los primeros en ser enviados, lo que provoca una situación incómoda que desembarca en protesta. Poco a poco, esta protesta se convierte en objeto de reprobación general. Como dice Arp, dadá es entonces una píldora molesta en un mundo molesto.
Dadá es nihilista, con angustia exteriorizada, en donde no importa nada más que la necesidad de realizarse, ser auténtico frente a una sociedad artificial eregida por normas éticas y sociales absurdas. Dadá es escape, evadir la realidad, una realidad de dolor, muerte, esfuerzo, en una sociedad mecanizada e hipócrita. Dadá es nada. Decía Artaud Lo feo consuela, lo bello se pudre.

(1) ADES, Dawn. El dadá y el surrealismo. Ed. Labor. Barcelona. 1991, p.26.

(2) Ibid. p.31.
(3) Corriente que tiene como fin elevar a rango artístico los objetos más banales; aquéllos que a diario usamos, lo cotidiano. Este arte da pie a los comics y las caricaturas. Critica la sociedad de consumo y se eleva hasta la publicidad, cine, fotografía, pintura y música. Liechtenstein y Andy Warhol son ejemplos de pintores del pop art. Warhol es famoso por sus latas de sopa Campbells, clara muestra de un objeto común, elevado a obra de arte. Algunos autores afirman que dentro de la música puede incluirse el surgimiento de los Beatles y los Rolling Stones.
(4) VARGAS, Hugo. Duchamp, Paz y el ajedrez. Revista Vuelta, no.188, julio, 1992, p.68.
(5) Movimiento artístico italiano, que en 1911, se rebelaba contra la tradición y la moral.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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