El ángel número doce
Og Mandino
Novela
Diana. México. 1993, págs.
Og Mandino
Novela
Diana. México. 1993, págs.
Og Mandino –dirían los expertos en mercadotecnia– es un cheque al portador. Sus obras acarician el codiciado nivel de best-seller aún antes de llegar a las librerías. El experto en motivación y superación personal crea personajes para abordar con sencillez temas nada fáciles.
Descubrir los secretos del alma ha sido tarea intentada, en multitud de escritos, por cientos de autores. Sin embargo, el afán de profundizar conduce con cierta frecuencia a la confusión y el enredo, obstáculos difíciles de superar para el común de los mortales a excepción, quizá, de los filósofos y economistas. Los primeros entienden, los segundos se las arreglan para hacernos creer que lo hacen.
El ángel número doce trata de la alegría y la tristeza, la esperanza y la desesperación, la perseverancia y el desaliento, la vida y la muerte. Timothy, un chico de once años con afán de vivir, y John, un hombre que ronda los cuarenta y desea suicidarse, se conocen como jugador y entrenador, respectivamente, en un equipo de liga infantil de béisbol. A través de esta relación, intercambian experiencias que los enriquecen hasta establecer un vínculo de enseñanzas y cariño. La trama no puede ser más simple y, sin embrago, el contenido resulta un breviario de mensajes motivacionales tejido con sorprendente precisión.
El secreto de Og Mandino es conocer al hombre y charlar con él a través de sus obras; la sencillez y claridad le permiten pasar directamente del cerebro al corazón: las dos armas más eficaces para hacer frente a la vida. Seguramente, Mandino no será propuesto como candidato al Nobel pero sus libros se leen de principio a fin, una y otra vez. En sus obras no encontramos largas disertaciones sobre los valores morales pero es evidente que conoce el espíritu humano y posee un innegable talento para conmover a sus lectores.
Una temporada de béisbol infantil, un chico aferrado a la vida y un exitoso ejecutivo amenazado por la desesperanza, son los principales ingredientes de un libro que vale la pena leer y conservar en la biblioteca. El ángel número doce alimenta el espíritu, tan frecuentemente descuidado por las dietas que impone el vivir actual.
Descubrir los secretos del alma ha sido tarea intentada, en multitud de escritos, por cientos de autores. Sin embargo, el afán de profundizar conduce con cierta frecuencia a la confusión y el enredo, obstáculos difíciles de superar para el común de los mortales a excepción, quizá, de los filósofos y economistas. Los primeros entienden, los segundos se las arreglan para hacernos creer que lo hacen.
El ángel número doce trata de la alegría y la tristeza, la esperanza y la desesperación, la perseverancia y el desaliento, la vida y la muerte. Timothy, un chico de once años con afán de vivir, y John, un hombre que ronda los cuarenta y desea suicidarse, se conocen como jugador y entrenador, respectivamente, en un equipo de liga infantil de béisbol. A través de esta relación, intercambian experiencias que los enriquecen hasta establecer un vínculo de enseñanzas y cariño. La trama no puede ser más simple y, sin embrago, el contenido resulta un breviario de mensajes motivacionales tejido con sorprendente precisión.
El secreto de Og Mandino es conocer al hombre y charlar con él a través de sus obras; la sencillez y claridad le permiten pasar directamente del cerebro al corazón: las dos armas más eficaces para hacer frente a la vida. Seguramente, Mandino no será propuesto como candidato al Nobel pero sus libros se leen de principio a fin, una y otra vez. En sus obras no encontramos largas disertaciones sobre los valores morales pero es evidente que conoce el espíritu humano y posee un innegable talento para conmover a sus lectores.
Una temporada de béisbol infantil, un chico aferrado a la vida y un exitoso ejecutivo amenazado por la desesperanza, son los principales ingredientes de un libro que vale la pena leer y conservar en la biblioteca. El ángel número doce alimenta el espíritu, tan frecuentemente descuidado por las dietas que impone el vivir actual.