Rialp. Madrid. 1992,
229 págs.
Abordar en profundidad el tema del trabajo humano, con una visión antropológica completa, filosófica y teológica, era ya cuestión urgente. Tomás Melendo se ha ocupado abiertamente del asunto, con gran profundidad, en la dignidad del trabajo. En la actualidad, ninguna otra actividad reclama -cuantitativamente- una tan amplia dedicación del tiempo diario. Y -cualitativamente- la manera como cada persona aborda su tarea profesional incide notablemente -para bien o para mal, para ventura o desdicha- en el tono de su existencia. Melendo dilucida bajo qué condiciones fundamentales el trabajo puede convertirse en factor de perfeccionamiento de la persona y en consecuencia en origen de felicidad profunda y persistente. Es mucho lo que cada uno se juega en las horas dedicadas, cada día, al desempeño del propio quehacer. El autor no trata de “dar consejos” para el ejercicio gratificante del trabajo. Intenta algo más hondo e importante: desentrañar su naturaleza íntima, de forma que pueda alcanzar su definitiva índole personal. ¿Cuándo y cómo sucede esto? Es la cuestión de fondo planteada, y sólidamente respondida, en la primera parte del libro.
La segunda plantea cuestiones también vitales: ¿por qué, precisamente, el trabajo? Es decir: ¿por qué nuestros contemporáneos no se equivocan al conceder al propio oficio un papel primordial -prácticamente único- en su desarrollo o realización personal? No es sólo cuestión de tiempo, de dedicación; entonces la importancia del trabajo se vería desplazada conforme avanzara la civilización del ocio. ¿De dónde viene el vigor perfeccionador del propio menester profesional? Para satisfacer estas preguntas, con aguda claridad, Melendo distingue lo que es trabajo de lo que no lo es: no sólo en su condición de labor personal, que comparte con otras muchas actividades humanas incluidos el juego y el ocio- sino en su misma índole de trabajo. Esclarecimiento no fácil, porque ¿dónde situar las fronteras de la actuación profesional?; ¿l0 es la ejercida por un ama de casa?; ¿y las ocupaciones de un enfermo, un impedido, un jubilado? ¿Por qué motivos hondos, esenciales, respondemos en un sentido o en otro a estas preguntas? Cuestiones cuyas respuestas comprometen y van dando un apasionado interés a la lectura de esta obra. Son algunos de los problemas que hay que resolver, personalmente, para dar sentido, desde la raíz, al propio trabajo.
Desde el punto de vista pedagógico, hay muchas e interesantes cuestiones implicadas, como las relaciones del trabajo con el amor y la libertad, es decir con la voluntad; trabajo y contemplación; trabajo y técnica; trabajo y necesidades materiales, y cultura, y virtudes etcétera. En suma, un libro que interesará no sólo a filósofos, sino a todos los que tengan un mínimo de nivel o preocupación cultural, a todos los profesionales en general, y en particular a padres de familia y educadores, quienes sin duda podrán extraer estimulantes conclusiones.