Rosa Montero
Siruela. Madrid.
1991, 146 págs.
Siguiendo la orientación habitual de su colección Las tres edades, la editorial Siruela presenta una agradable novela juvenil, que también intenta hacer reflexionar a los lectores adultos.
La trama se centra en la experiencia de una adolecente, disgustada con su familia; son once hermanos y no se siente querida ni por ellos ni por sus padres. Se evade frecuentemente de la realidad, y durante una de estas fugas vive una experiencia imaginaria: un perro y una silla adquieren voz, la conocen, la tratan… Así, termina por descubrir que las cosas no siempre son como parecen, y que hay que aprender a conocer y valorar su fondo oculto.
La trama no resulta novedosa y el final es algo convencional, pero la obra está escrita con un estilo ágil, atractivo, lleno de ternura. Rosa Montero, escritora y periodista española de producción hasta ahora bastante desigual, se inclina aquí por una fantasía amable. El mundo fantástico que se crea temporalmente para la protagonista es una adecuada respuesta a su rebeldía y a sus apreciaciones, un tanto injustas, respecto a su familia.
La autora consigue plasmar las inquietudes de algunos adolescentes, presentados con ciertos rasgos de humor y benevolencia, que captan el interés del lector hasta el desenlace.
Aunque no profundiza ni toma partido por algunos valores estables de la sociedad, propicia una serie de deducciones positivas acerca de la familia y de la riqueza que engendra la diferencia de caracteres.
